Capítulo 3

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Si creyó que serían las miradas del tipo con el tatuaje de un cuervo, el del piercing en la ceja o Mario, quienes la hicieran sentir cohibida, se equivocó majestuosamente. Landon tuvo la gentileza de encargarse personalmente de ello. Sus ojos del mismo color que una tormenta, no la dejaban sola ni cuando uno de sus amigos le hablaba, ni cuando se llevaba la comida a la boca, siempre tenía a ese par, puestos sobre ella.

Sophie no recordaba haber estado tan nerviosa en su vida. Comparado a estar allí, frente a un plato de comida que había dejado de parecerle sabroso y bajo la atenta mirada de un tipo como Stone; prefería dar diez concursos de deletreo, presentar quince proyectos de ciencias e incluso hacer volantines en clase de gimnasia, arriesgándose a que todos se burlen de su torpeza.

Tanto era la incomodidad de Sophie, que apenas percibía las decenas de miradas entrometidas. Tan cautivado se encontraba Landon, que había dejado de tener hambre, al menos de comida pues... ¡Sí que se sentía hambriento de otra cosa! Sophie Marthans era como una pequeña estrella en un cielo despejado, podía haber otros astros a primera vista más llamativos y grandes; pero si tomabas un microscopio entre tus manos, era sencillo advertir que ella estaba entre los más bellos. Solo era cuestión de detenerse a curiosear.

-Hace mucho que no te... veía. ¿Cómo has estado?

Levantó la cabeza de la bandeja y agradeció la intervención de Mario a un punto que quiso abrazarlo. Si tan solo pudiera hablar a través de la mente, le pediría encarecidamente que la ayude a escapar.

-¿Por qué te interesa de repente? -soltó Landon liberándola al fin de sus brillantes iris.

Mario se puso rojo, se revolvió en su asiento y mirando hacia Sophie, atinó a sonreír.

-Pues, porque hubo un corto tiempo donde los tres andábamos juntos y creí que...

-He estado bien Mario -interrumpió.

-Es gracioso, cuando dejamos de andar juntos, empezaste a resaltar en todo. ¿Éramos nosotros una barrera?

Landon se mordió el labio inferior. ¿Lo habían sido? ¿Debería rendirse y volver a ignorarla? Solo pensarlo, le despertó amargura y un dolor punzante en el estómago.

-No digo que no fueras inteligente antes, solo que...

Oportunidades como esta, no llovían y mucho menos tratándose de Landon Stone. Es así que armándose del poco valor acumulado en esos dieciocho años, los primeros dos sin mucha capacidad para decidir, expuso aquello que había tenido guardado por un largo tiempo. No le interesó cómo reaccionarían los dos chicos que la escuchaban o si los otros (el del cuervo y el del piercing), optaban por participar de la charla, solo quería deshacerse del resentimiento guardado desde hace siete años de una manera diplomática.

-Supongo que estar sola y sin nadie con quien hablar, hizo que me refugie en los libros. Ellos no me abandonarían.

¡Auch! El chico con rasgos árabes de verdad esperaba que su amigo recapacite y no vuelva a dejar escapar a la única chica por la que se había interesado sinceramente. Bien podía estar equivocado y estar cometiendo un error garrafal al tratar de unirlos, mas valía la pena intentarlo y morir golpeado por Landon a quedarse con la duda eterna.

-No te dejaré otra vez.

La sonrisa mental de Mario desapareció y una verdadera se extendió por sus labios. Sophie sin embargo, no parecía estar tan feliz con la impronta de esa promesa que sonó a novela romántica. Al contrario, era claro que contenía su enojo. Rogó en ese momento ser capaz de comunicarse telepáticamente y suplicarle aceptar las disculpas.

-Creo que es mejor que me vaya -masculló con la mandíbula rígida y dirigiéndose exclusivamente a Mario.

-Sophie... -llamaron ambos.

Sophie es mi nerd ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora