Vaya sorpresa 2/2
Se miro al espejo por última vez, su falda negra ceñida a sus muslos y una blusa blanca le pareció buena combinación junto a unas botas de cuerina. Se sentó en su cama y comenzó a juguetear con el anillo en su dedo anular, la piedra preciosa en el centro de este no representaba otra cosa más que su obligado compromiso.
Irina llegaría en cualquier momento y está aún se encontraba dudando de su arriesgada salida, aun así no tuvo tiempo para detenerse a ahondar en sentimientos de culpa por el timbre a su puerta que comenzó a sonar.
La taheñaa la abrazó con efusión en cuanto la vio dejando a esta casi sin aire, como si una llamada en la mañana no hubiera bastado para llenar el vacío de casi dos semanas sin haberse visto cara a cara
—Sabía que no te ibas a echar para atrás— le dio una mirada complice.
— Recuerda que aún no hemos cruzado esa puerta, puedo ir y cambiarme de ropa en este momento— le respondió de inmediato.
— Aguafiestas— le llamó con los ojos entrecerrados, haciendo un mohín con sus labios. Un gesto bastante tierno para cualquiera, cualquiera que no conociera la mente tan creativa de su adorada amiga.
— ¿Ya nos vamos?— le pregunto.
Recibiendo un si emocionado por su parte camino hasta su habitación donde tomo una chaqueta negra de cuero, unos lentes de sol, un cubrebocas y su cartera e incluso empezó a considerar la idea de llevar una boina, aceptaba que tal ves el atuendo no podría combinar pero eso poco le importaba con tal de estar bien cubierta ante los ojos de alguno que pudiera reconocerla entrando en aquel lugar.
— ¡Pero que rayos!— Irina arrugó su nariz en desaprobación de su raro atuendo — ¡vamos a un bar, por Dios, no a asesinar a alguien, vamos quítate todo eso!— le ordenó aun riéndose de su aspecto.
—No quiero arriesgarme por ningún motivo—dijo y se acomodó aún más sus prendas.
Se veía de comedia llevando lentes oscuros de noche.
Irina hizo un gesto de desaprobación y avanzo hasta ella comenzando a quitarle los lentes y el cubrebocas mientras que Amara aceptaba a regañadientes.
— Ahora sí estás lista— Le dió un último repaso con la mirada y sonrió victoriosa.
— ¿Como pretendes que salga así a la calle?— protestó cruzándose de brazos — imagina que mis padres se enteren de esto. No sobreviviría para contarlo.
— No tienes que preocuparte por nada, a dónde iremos estoy segura que no tendrán ni la menor idea de quién eres— respondió con toda la seguridad posible, tomándola del brazo y apenas dándole tiempo de tomar su celular y llaves del apartamento.
Lo que preocupaba a Amara no era que precisamente encontrar a alguien que pudiera reconocer quién era sino más bien que a dicho lugar donde iban a ir cualquier persona la pillara, que dirían si la hija de uno de los empresarios más importantes frecuentaba un sitio como esos, el terror se reflejo en su rostro en cuanto cerró la puerta. De ninguna manera confiaba al cien por ciento en su amiga, incluso hasta sus más locos e improvisados planes fallaban, nada era seguro si andabas con Irina.
Ambas decidieron ir juntas en un solo auto, después de todo Amara no conocía el camino. Mientras el parloteo de Irina comenzaba a fatigar sus oídos durante el camino, recostó su cabeza sobre su mano, apoyando su codo en la ventana y cerró los ojos al sentirse mareada por las luces fugaces de las calles que apenas alcanzaba a vislumbrar.
— Llegamos— dijo la pelirroja con notable emoción mientras se bajaba del coche. Amara parpadeo un par de veces bajando la ventanilla aún sin bajarse, contemplo la entrada del lugar con la boca entreabierta, un gran letrero en luces fosforescentes adornaba la entrada de la fachada rustica, el ruido de la música se escuchaba lejos y la misma vez tan cerca, y por supuesto aquella fila inmensa de personas abullonadas entre sí, buscando pasar y siendo impedidos por dos enormes hombres que de seguro eran los encargados de regular la salida y entrada de la gente.
— ¿Amara que haces ahí?, tenemos que entrar— se acercó Irina bloqueándole la vista de lo antes mencionado.
— No creo que este lugar sea adecuado para nosotras, mejor volvamos— respondió sosteniendo la puerta con fuerza para evitar que su contraria la abriera.
— Ya llegamos hasta aquí— le recordó — anda, no va a pasar nada, diviértete aunque sea una sola vez en tu vida— forcejearon la puerta del coche hasta que finalmente la pelirroja salió victoriosa y bajándose a regañadientes se acercaron hasta la fila, sobrepasando a las personas que comenzaron a quejarse de su atrevimiento. Lo más curioso para Amara fue que aquellos hombres no impidieron su entrada y por el contrario al verlas -especialmente a Irina- formaron una sonrisa amable en aquella rostros implacables que los hacían ver rudos.
— ¿Cómo hiciste eso?— pregunto realmente sorprendida aunque no extrañada, cuando estuvieron dentro.
— Resulta que puedo ser una persona muy influyente en este tipo de lugares— levantó el tono de su voz buscando ser escuchada ante el sonido ensordecedor.
Respiro profundo a medida que avanzaban, luces neón, música que no dejaba escuchar ni tus pensamientos y personas de un lado al otro. Vio a su amiga acercarse a uno de los meseros y susurrar algo en su oído.
Otro de los trucos de Irina para conseguir lo que quiere.
Se dió el tiempo de observar más a su alrededor. Era uno de esos tipos de bares escandalosos casi repleto de mujeres en su mayoría y donde la escarcha y ropa fucsia abundaba como plaga.
En el centro del gran salón una enorme tarima recta, larga y completamente lisa albergaba un tubo en su centro de material metálico, parecía ser lo único que había sobre ella además de la lámpara que iluminaba desde arriba y brindaba un pequeño halo hasta el suelo.
De pronto había perdido de vista a Irina y no podía sentirse más perdida, busco entre su bolso su celular y escribió un mensaje a su amiga, los dedos le temblaron cuando la gente comenzó a apretarla guiandola hacia delante del escenario, no entendía qué pasaba y tampoco estaba dispuesta a averiguarlo, había sido una mala idea venir a ese lugar, sin Irina a su lado no podía sentirse más desubicada.
Apretó su celular con fuerza y tapó sus oídos ante los gritos de las mujeres eufóricas, abrirse paso fue inútil y más cuando lo que parecía ser el inicio de un show se avecinaba.
Las luces se apagaron y la música cesó, maldijo mil veces a Irina por dejarla sola y resignada se quedó en aquel pequeño espacio, respirando el aire contaminado por la infinidad de distintos perfumes mezclándose en el ambiente y alguno que otro rozón incómodo a su botas negras de colección.
Me las vas a pagar Irina.
Pensó luego de recibir aquel codazo a sus costillas cuando una la silueta alta y masculina se empezaba a vislumbrar fuera de bambalinas.
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Arte & Danza [jungkook]
RomanceUna marcha sin fin de sentimientos y un volcán en erupción es lo que produces en mi corazón, tan caliente como este mismo pero a la vez tan sensible que siento que con el mínimo toque puedo lastimarte. Quisiera estar contigo sin engaños o que cualqu...