Parte 1: Prólogo

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A veces me gustaría ser uno de esos seres sobrenaturales sobre los que me leía mi hermano cuando era pequeña, antes de dormir. Pagaría los dracmas que fueran necesarios por una última visita al reino de los dioses antes de entrar en ese estado al que llaman madurez. Creo que eso podría cambiarlo todo, todos mis errores, aquellos pequeños fallos que no debí cometer, aunque se que me doy cuenta demasiado tarde como para actuar.
Es extraño como nos damos cuenta de lo hacemos mal después de haberlo cometido y sin modo de cambiarlo. Sin embargo, loa humanos tienen la suficiente cara como para venirte pidiendo perdón. El perdón puede ser suficiente para un agravio menor, pero no para una asesinato. Por desgracia había seres que no entendían esa sutil diferencia.
Sé que si tuviera espacio, os contaría con exactitud mi desagrado hacia la raza humana, pero el rollo de papiro no es infinito, al igual que no tengo un mar de pigmento para escribir. Esto es para que la humanidad y todos los seres que pueblan la tierra de los dioses recuerden como es el horror de una guerra, de un amor prohibido y de lo peligroso que puede ser confiar en una quimera...


La hija de los DiosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora