Sucumbir a lo prohibido [+18] RESEÑA

Si no te hace sentir nada, allí no es

       Las novelas son puertas a otras realidades y cotidianidades. Son boletos directos a otros mundos, pieles y situaciones. Gracias a ellos pueden vivirse otras vidas. Y claro, que es importante tener en cuenta el público objetivo de cada una, no crean que lo olvido. Pero, en mi opinión personal, si el alma contenida dentro de la novela que lees no te provoca ninguna emoción, reacción o sentimiento genuino, por pequeño o débil que sea, entonces lo que tienes enfrente es un producto muerto y estéril.

       ¡Eh, orquesta! ¡Venga ese redoble de tambores!

       ¿Están listxs para enterarse a qué categoría pertenece Sucumbir a lo prohibido?

       ...

       Déjenme contarles mi experiencia.

       Comencé a leer Sucumbir a lo prohibido con un montón de expectativas. Como ya he mencionado antes, en la novela se aborda un tema tabú en el que estoy particularmente interesada: el incesto. Así que estaba relamiéndome de las ganas de ver cómo Rocío me presentaba y desarrollaba esta delicada temática no apta para todo público.

       No les regalaré spoilers. Pero lo que sí tienen que saber, es que activamente buscaba un huequito de mi tiempo para leer porque me comía el interés. De estar súper entusiasmada, pasé a cargarme tal ansiedad, que cualquiera diría que Valeria y Manuel eran mis amigos, o incluso miembros de mi propia familia. De la ansiedad pasaba a reírme, luego a angustiarme... También me indigné, me enojé y censuré comportamientos. Hubo un momento específico de la trama en el que, no les miento, me sentí invadida por las náuseas y experimenté mareos. Como dicen los anglosajones, estaba totalmente emotionally invested, y anduve de la mano de los personajes a lo largo de toda la historia.

Y el final... ay, el final me dejó llorando, conmovida y con el pecho inflado, nomás del puro orgullo que sentía por Valeria y por Manuel.

¿Mi veredicto? VUELEN, VAYAN Y LÉANLA. Si sale en físico y pueden permitírselo, CÓMPRENLA.