capítulo O2

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Jungkook seguía nervioso cada vez que miraba su tren aparecer a la vuelta de la esquina.

Así estaba la cosa: Jungkook, puede que a veces de forma intencional, se dejaba llevar con el pequeño empujón que el tren daba para frenar, porque, de alguna forma, el mismo torso siempre lo salvaba de caerse. Y le encantaba.

Luego de muchas veces -habían pasado algunas semanas- de caer en ese mismo lugar, finalmente se atrevió a levantar su vista para ver al dueño, también su salvador, de esos fuertes y seguros brazos.

Jungkook casi se desmaya ese día.

¡El hombre era perfecto! ¡Perfecto! Sentía que la baba se le caía siempre que lo miraba. Sus ojos cafés oscuros, pero también cariñosos, siempre estudiaban su rostro y sonrojo cuando tenía uno de esos días donde tomaba valor suficiente para verlo. Esos labios gruesos le habían regalado suficientes sonrisas como para que Jungkook deseara besarlos. Y esa nariz que tanto ocasionaba un extraño deseo en sí de dejar un besito en ella. Y esa voz, por favor, quería escucharla cantándole una canción de cuna antes de irse a dormir todas las noches.

Bueno, bueno, es bastante obvio que Jungkook había desarrollado un pequeñísimo -en realidad muy grande- crush por ese hombre. Y estaba nervioso porque hoy, después de tanto tiempo, le iba a preguntar su nombre. Si es que su propia voz no lo traicionaba o simplemente su cobardía era lo suficientemente grande para quedarse con la pregunta para sí mismo y morir con la duda.

Hizo lo de todos los días: se subió al tren, se acomodó en el mismo lugar y con una de sus manos, se sostuvo del tubo, aunque no muy fuerte, así podía tropezarse accidentalmente sin ningún problema. Era un buen plan, no lo juzguen.

Y pasó.

El tren frenó, Jungkook se dejó llevar con el movimiento y cayó contra el mismo torso de siempre, unas gentiles manos lo envolvieron de la cintura y una sonrisa se le fue dada a cambio.

"Cuidado, pequeño"

Oh, sí, también le decía ese tipo de apodos.

Vamos, ¿cómo no enamorarse?

"Lo siento" repetía lo de todos los días, sosteniéndose de los brazos fuertes que estaban a su alrededor.

"No es un problema"

"Está bien, um..."

"Taehyung"

Ahí estaba. Ya podía morir en paz.

"Está bien, Taehyung" sus arruguitas, que estaban acompañadas por sus ojitos felices, aparecieron.

El castañito, tan cómodo como podía estar entre esos brazos, no se dio cuenta de cuando el tren volvió a dar marcha. Tampoco planeaba apartarse. Bueno, sólo si se lo pedían. Pero nadie lo hizo.

"¿No me dirás tu nombre?" le murmuró Taehyung tiempo después.

"Oh, sí" bajó su mirada. "Um, me llamo Jungkook"

Taehyung apartó un momento la mano que tenía en su cintura para guiarla hasta su mentón, levantándolo, gentilmente, para que lo mirara a los ojos.

"Un placer, Jungkook"

"Un placer, Jungkook"ㅤ

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Meses. Habían pasado meses desde que entablaron su pequeña, aunque no fuera un acuerdo, rutina.

Jungkook ya no se dejaba llevar con el freno, no, ahora más bien buscaba a Taehyung y aún muy tímido, se refugiaba en sus brazos, aferrándose a su torso para mayor agarre. Taehyung los sostenía a los dos cuando llegaban a una estación, siempre con la mano en la cintura del otro, cuidando de que no se cayera.

Tuvieron muchísimas conversaciones durante todo ese tiempo. Jungkook descubrió que Taehyung tomaba el metro para llegar a su trabajo, que constaba en ser modelo, aunque no de pasarela, por eso siempre iba tan bien vestido. Y aunque ganaba bien, también le contó que prefería tomar el tren que ir en coche, ya que el tráfico era de pesadilla. Jungkook le contó que él tomaba el tren para ir por sus libros a una biblioteca que quedaba cerca de su estación, apenas saliendo de ella. Y que tenía que ir diariamente porque, aunque estudia su universidad en casa -por algo que no quiso explicarle-, muchas veces tenía que sacar fotocopia de sus trabajos, otras veces iba por sus libros y otras pocas a entregar tareas que eran enviadas por correo. Así que, prácticamente, tenía que ir diario.

También conocieron muchos gustos del otro, la mayoría de ellos teniéndolos en común. Por ejemplo, ambos tenían la comida italiana como su favorita. Haciendo hincapié en la pizza. Tenían un raro gusto por los libros en físico, aunque preferían leer virtualmente ya que era más práctico. Taehyung le contó a Jungkook que odiaba el frío pero que amaba la ropa de esa época. Jungkook estuvo totalmente de acuerdo.

Poco a poco fueron entablando una gran amistad, con la facilidad de sentirse cómodos con el otro, aunque no se hubieran visto nunca fuera del metro. Pero Taehyung, ese día, quería cambiar eso último por completo.

Así que, con Jungkook ya en sus brazos, decidió hacerle la pregunta. Sintiéndose nervioso.

"Jungkook" llamó suavemente, como siempre.

"¿Sí?" murmuró el castañito, lo bastante ocupado dormitando en su pecho, con su rostro entero escondido entre el espacio de su hombro y cuello.

Taehyung sonrío, enternecido.

"Yo, uhm" dudó. "¿Te gustaría tener una cita conmigo? Ya sabes, vernos afuera de este lugar"

Eso, de algún modo, pareció despertar a Jungkook, quien rápidamente se levantó de su cómodo escondite para mirarlo a los ojos, como si estuviera loco o tomándolo de tonto.

"¿Quieres..." tragó, suspirando luego. "¿Quieres tener una cita conmigo? ¿Verme afuera de este lugar? ¿No estás bromeando?" dijo una pregunta tras otra, no dándole tiempo al otro de responder.

"Koo, respira" Taehyung se río de manera suave. "Sí a tus preguntas menos a la última. No estoy bromeando, quiero tener una cita contigo"

"Oh" Jungkook sonrió, asintiendo rápidamente con su cabecita, su liso cabello saltando ante el movimiento. "Entonces si quiero tener una cita contigo, Taehyung"

a little bit more little  :  taekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora