† Capítulo 1 †

36 4 4
                                    


Ashley Brown:

29 de Abril del 2018

Como cada día, como cada noche me encontraba escribiendo. Mi rutina para muchos era muy aburrida, pero para mí, era de lo mejor. Claro, en la mañana salía a conectarme con la naturaleza, en la tarde iba al Starbucks de la ciudad y en la noche veía películas comiendo palomitas, para luego acostarme, medicarme o escribir. Pues sí, solía crear maravillosos mundos.

Estaba haciendo demasiado frío. Decidí quedarme a escribir por un rato y platicar con Darla, mi mejor amiga, quién se había ido a otro país.

—Volviste a lo de antes... —suspiró, pensé que se refería a escribir pero...— Debes dejarlo ir, Ley —susurró mientras yo miraba hacia un punto fijo en el techo.

No contesté solo miré la taza de café que permanecía en la mesa, así como también imaginé que esa misma podía caer en mí porque estaba en la orilla, yacia caliente. Rodé un poco la taza y luego bebí un sorbo.

—¡Voy! —respondió Darla ante el llamado de su madre. Cortando así la comunicación.

Respiré profundamente, cerré la laptop. Apagué el celular, no quería llamadas, de mis padres sabía que volverían en tan solo horas, quienes me habían dejado a mi hermano a mi cuidado.

Mientras Tyler, mi hermano, dormía, salí de la casa a respirar un rato, a veces el ambiente en la casa no me ayudaba.

La noche era increíblemente hermosa.

El sonido de un auto aparcar me alertó, pensaba que eran mamá y papá que llegaban del trabajo, pero no, resultó ser un chico fornido, guapo, no pude observar bien su rostro, ni su pelo. Él bajó de su auto junto a una chica más o menos de  mi edad, de tonalidad blanca. Me miraron por un rato y solo se reían de mí, a cada nada, eso me colocó mal y yo...

—¿Ley, amor estás bien? —preguntó mamá mientras me colocaba un pañuelo en la frente.

—¿Qué sucedió? —pregunté mirando a papá quien me extendía una taza de té, para tranquilizarme.

—Solo es una fiebre, cariño —respondió él, cubriéndome con el edredón.

Era una fiebre, eso quise creer. Pero la imagen de aquel chico, junto a esa chica, me daba vueltas en la cabeza, ¿de dónde eran?

Ví que mamá y papá iban a salir de mi habitación cuando los paré en seco.

—Mami, papi, duerman conmigo por favor —rogué, porque no me gustaba dormir sola cuando sentía que me observaban.

—¡Yo también quiero! —gritó Tyler, saliendo debajo de mi cama. Ni idea tenía que hacía ..., lo miré y tenía toda la boca llena de chocolate, se comió mi chocolate. Estaba enojada con Tyler, pero no serviría de nada.

—Está bien, vengan —dijo mi padre.

En la mañana siguiente, me levanté sintiendo algo caliente tocar mi espalda, Tyler se había hecho pis, como siempre.

Me levanté, caminé hacia el baño, tomé mi cepillo y lavé mis dientes.

—¡Ley, tengo hambre! —gritó Tyler y por la rendija de la puerta pude ver cómo saltaba en la cama.

—¿Qué desea el príncipe? —pregunté con sarcasmo.

—Emparedados, waffles, sándwiches y... —no lo dejé terminar.

—Lo decía en sarcasmo —hablé saliendo del baño.

—¿Qué es sangrano?, ¿Con qué se come? —preguntó con inquietud, era demasiado tremendo con tan solo diez años.

Si me negara a respirar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora