Parte 1

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Quiero hablarles de mi gran amor de verano que tuve con 17 años y que recuerdo con cariño (ahora tengo 52). Se llamaba Mayte y era de Mérida. Venía a mi pueblo todos los veranos y teníamos un grupo de amigos que se reunían todos los veranos. En el pueblo, y en verano, todo era divertido, sin horarios, nuestros padres nos dejaban a nuestro aire totalmente... Nos lo pasábamos muy bien.

Mi May era extrovertida, divertida y estaba un poco loca, una locura sana, de esas que te hacen reír. Era la alegría de cada verano. La conocíamos desde pequeña, a ella y a todos los que venían desde otros puntos del país a veranear a nuestro pueblo. Pero ese verano, el de los 17 años, fue en el que Mayte y yo nos descubrimos.

Éramos todos una "pandilla" unida a pesar de vernos únicamente en los meses de verano. Cuando Mayte llegó el pueblo la encontré más guapa que nunca. Bueno, más bien de repente la observaba de otra forma. Me gustaba cómo se movía, le veía dulce y su locura sana me empezaba a volver loco (de amor) a mí. No tenía mucha experiencia con las chicas, no sabía ligar, mi vida era muy normal, estudiaba y poco más (es que eran otros tiempos) pero de repente al verla sentí algo diferente.

Me costó acercarme a ella por esa inexperiencia que les cuento, y también porque ella parecía pasar totalmente de mí. Fue un verano divertido, lo recuerdo tan bonito. ¡Por las tardes al río a bañarnos y después de cenar con los chicos, con poca cosa estábamos a gusto, nos reíamos, jugábamos a las cartas, esos veranos fueron los mejores! Pero aquel terminó siendo único.

Poco a poco pude ir acercándome más a Mayte. Al final, una noche, nos quedamos solos y nos fuimos a dar un paseo. Es todo como muy de cuento, además al recordarlo con los años no sé si he terminado idealizándolo, pero así quedó en mi recuerdo.

Llegamos hasta el río donde solíamos ir a bañarnos por las tardes y nos tumbamos en la hierba. Era una noche perfecta, ¡Pero perfecta en verdad! Muchas estrellas en el cielo, temperatura agradable, ella.

Nos besamos y fue precioso. Éramos dos niños y se notaba, inexpertos, les digo que eran otros tiempos. Yo nunca había llegado a tanto con una chica, solo había dado un par de besos sin importancia, pero ella era diferente. Al final, terminamos haciendo el amor ahí mismo, fue una noche súper especial, la recuerdo con mucho cariño y a ella también.

Pasamos juntos el verano, nos hicimos "novios" pero como pasa en estos casos, y por eso son amores de verano... terminó en cuanto desapareció el calor. Ella se marchó a Mérida, nos mandamos alguna carta, pero todo se enfrió. Al verano siguiente volvió, y volvimos a estar juntos, y vuelta a empezar, pero al siguiente ya vino con su novio y todo terminó. Y no pasaba nada, sabíamos que tenía que ser así, no sufrió nadie, al revés, fue todo natural y bonito. Y si, reconozco que algo me pellizcó por dentro cuando la vi con él, pero sabía que lo nuestro no era un amor duradero. Pero sí el más bonito, al menos, para mí.

Y así, después de aquel verano ninguno de los dos volvió a saber del otro, no me casé, pero si tuve una hija preciosa que adoro con todo mi ser, salí del pueblo para estudiar, pero nunca regresé, hasta ahora, que, después de más de veinte años he decidido llevar a mi hija a conocer el lugar donde crecí y fui tan feliz.

-Bienvenida al pueblo –le digo a mi hija una vez que termino de estacionar mi coche afuera de la que un día fue la casa de mis padres –Esta es la casa de los abuelos

-Esta linda –me responde –Le avisaré a mamá que ya llegamos, no ha dejado de mandarme mensajes

-Vale hija, yo bajaré las maletas

Veo a mi hija salir del coche y entrar a la casa de mis padres y suelto un pequeño suspiro, este lugar me trae tantos recuerdos, muy buenos, claramente. Aunque, para serles sincero, desde la mañana tengo una rara sensación en el pecho, como si algo estuviera olvidando algo, no sé, es difícil de explicar.

- ¡¿Manuel?!

- ¡¿Humberto?!

-Sí, carajo que gusto verte –salgo del coche y me acerco al hombre para saludarlo y darle un fuerte abrazo, Humberto fue parte de mi "pandilla" hace tantos años –Que elegante señor Mijares

-Por lo visto no has dejado de decir estupideces –ambos soltamos una sonora carcajada y deshacemos aquel abrazo - ¿Cómo estás? Tiempo sin saber de ti

-Yo sigo aquí, en el mismo lugar y con la misma gente

-Ay cállate Juan Gabriel –reímos - ¿Qué tal la vida por aquí?

-Igual que siempre, no ha habido muchos cambios

- ¿Y la pandilla?

-Algunos ya murieron, otros, al igual que tu salieron a estudiar y nunca más volvieron –suspiré –Pero me da mucho gusto verte y saber que estas bien

-Es mutuo el sentimiento

- ¿Vienes con tu familia?

-Con mi hija, se llama Aimé y...

-Papi tengo hambre –vi salir a mi hija de la casa, se había recogido el cabello y venia en dirección hacia mí –Mi madrina no hizo el súper, la despensa y el refrigerador están vacíos –hizo un puchero que a Humberto y a mí nos causó mucha risa –Buenas tardes

-Buenas tardes señorita

-Hija, él es Humberto, es un viejo amigo

-Mucho gusto –dijo él y ella solamente sonrió asintiendo con la cabeza –Si me permiten una sugerencia, en el centro han abierto un nuevo restaurante, la comida es muy buena y te la preparan al instante

-Gracias por la sugerencia, creo que la tomaremos –mi hija asintió –Nos estamos viendo amigo

- ¿Cuánto tiempo estarán aquí?

-Tres semanas, luego Aimé se va con su mamá

-Bueno, entonces espero podamos salir un día

-Así será

Sin más, Aimé y yo despedimos a mi amigo y metimos las cosas a la casa, todo estaba como lo recordaba salvo unos pequeños cambios que mi hermana había hecho después de la muerte de mis padres, pero si no supiera de esos diminutos cambios, juraría que por la casa no había pasado el tiempo.

- ¿Te gusta?

-Es muy bonita, pá, no entiendo cómo es que no conocía la casa de los abuelos

-Larga historia, pero te la contaré más tarde ¿te parece si ahora vamos a cenar?

-Sí, solo me cambio de zapatos y nos vamos 

LA PLAYADonde viven las historias. Descúbrelo ahora