One Shot

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- hmmm... Ah... Es delicioso — se podía escuchar cómo recitaba un hombre en la profundidad de su cocina — pero sigue sin ser perfecto.

El dueño de la franquicia KFC estaba desesperado ya que las ventas de su negocio de pollo frito decayó un 1,2% en el último mes, una cifra nunca antes vista desde la inflación del 2008.
Se cuestionaba qué era lo que estaba provocando tal desafortunado declive y, llegó a la conclusión de que era por la antigüedad y simple deleite de sus recetas, por lo cuál decidió encerrarse en su hogar a preparar todo tipo de salsas y condimentos para poner al pollo; desde sabores salados, dulces, ácidos e incluso fantásticos, pero ninguno llegaba a encender esa chispa de sabiduría con la cuál sabría que podría aniquilar a las otras cadenas de comida rápida apenas se lanzara el nuevo producto, nada funcionaba, al menos no hasta que fué a un bar en el centro de la ciudad donde habitaba.

Mr. KFC se sentía abrumado por no poder aclarar las cosas en su mente, por lo cuál decidió ir a tomar un par de tragos (o probablemente los suficientes para olvidar el hecho de que estaba carente de creatividad culinaria) a un bar ubicado en un callejón el cuál parecía de mala racha, se adentró solo porque escuchó a sus amigos hablar del bar alguna vez.

“Midnight Paradise” se podía ver en el letrero neón que anunciaba el nombre del bar al lado de una pequeña puerta a la cuál podías acceder bajando un par de escaleras, giró la perilla y apenas abrió la entrada un ambiente a tabaco, alcohol y sudor se desprendió rápidamente alrededor de su entorno, a su vez su gesto de molestia por el repentino ajuste de su sentido del olfato y su buena apariencia hizo que captara la atención de la mayoría de las personas dentro del bar, las cuales se fijaban en su camisa blanca y pantalones negros, ambos un tanto ajustados y bien planchados.

Se adentró en aquel lugar y su primera petición al cantinero fué un trago de Tequila blanco, el cuál hacía que su garganta ardiera en relajación, desesperada por más alcohol. Mr. KFC fué pidiendo más licores distintos con el pretexto de que era en la búsqueda de un nuevo sabor para sus platillos, quizá lo era, pero lo que más deseaba en ese momento era olvidar tan siquiera que la comida existía.
A su lado se encontraba una persona espectante a su desesperación, puesto que su atractivo y la manera tan rápida y peculiar en la que consumía cada vaso de licor le eran muy emocionantes, sobre todo por la edad que aparentaba Mr. KFC

— No pareces ser de por aquí — recitó aquella persona

— No lo soy, nadie me conoce fuera de mi casa o empresa.

— Bueno soy Denis, un gusto.

— Mr. KFC

— ¿En verdad te apellidas como la franquicia de pollo frito? — intentó decir Denis torpemente al aguantar una risa burlesca

— Me apellido como la franquicia ya que esta me pertenece.

— oh — dijo aquella persona para proceder a tomar un shot de alcohol pesado tratando de procesar que tenía a un multimillonario bebiendo a su lado, perteneciente de la empresa que cocinaba su pollo preferido desde la niñez

Ambos empezaron a recitar los capítulos de sus vidas entre sí debido a los efectos del alcohol, Mr. KFC era quien estaba más afectado por este ya que era un inexperto por lo ocupado que lo mantenía el mundo tan perfeccionista de la cocina y los negocios.
Charlaron un rato más y el señor KFC finalmente liberó su frustración culinaria contándole a la persona a su lado cómo se sentía y su propósito en el bar, Denis lo comprendía pero su reloj marcaban las 11 de la noche y debía trabajar al día siguiente, por lo cuál, se despidió del cocinero.
Este (alcoholizado) se opuso con Denis ya que era la primera persona a la que se le acercaba gratamente en mucho tiempo, además de que se metería en problemas con la prensa de manera humillante si se enteraban que su creatividad en la cocina había caído por los suelos, por lo cuál decidió invitar a la exhausta persona a pasar la noche en su hogar donde le brindaría lujos para mantener la boca cerrada.

Pasaron varios minutos y ambos agotados tomaron rumbo a la carretera en una camioneta para finalmente llegar a un vecindario de casas lujosas cerca del bosque, el viejo no se andaba con rodeos sobre su fortuna.
Aquella casa era una un tanto apartada del resto, esta poseía un estilo rústico y sencillo para no captar la atención de personas maliciosas, tenía una piscina en el patio trasero y una vista hacia la ciudad, algo simplemente magnífico de presenciar por las noches.

Denis estaba merodeando por el lugar mientras que Mr. KFC preparaba un par de copas de vino para cerrar con broche de oro la noche, además de preparar una cena ligera con un par de Omellettes decorados con una delgada porción de salsa dulce por encima, relleno delicadamente con vegetales finamente picados por el interior.
Ambos tomaron asiento en la mesa circular que había en el centro del comedor, quedando uno frente al otro y así mismo, dando paso al nuevo deleite de Denis, la habilidad culinaria de un desconocido con el que había apenas hablado unas horas atrás, su comida hizo que cada una de sus papilas gustativas se exaltaran en emoción y en desesperación, sentía ganas de devorar el plato de una sentada, tenía una sensación demandante y provocadora a cada mordisco que daba a aquella comida en el cubierto sostenido por su mano, soltando silenciosos gemidos de placer por la degustación que estaba haciendo aquella noche, junto al gran vino que se encontraba al fondo de su copa.

— Te encanta ¿No es así? — Recitó KFC sonriendo levemente

— Esta es la mejor cena que he tenido en mi vida, eres increíble — dijo Denis llevándose inmediatamente otro bocado de aquel omelette

— Iré directo, necesito tu ayuda, si puedes venir aquí después de trabajar te pagaré. — KFC sonaba serio con su dicha, aunque tenía planeado decirlo delicadamente después de cenar, el alcohol le estaba afectando.
Denis se cuestionaba para qué necesitaba su ayuda, el contrario le recordó las cosas que le había contado anteriormente en el bar para después aclarar que solo degustaría sus experimentos de cocina para tratar de encontrar la escencia que le faltaba, a lo cuál Denis aceptó sin dudar, no desperdiciaría la oportunidad de obtener tal placer a través de la comida hecha por un experto.

Pasaron los minutos y ambos se encontraban a desplomarse en la cama matrimonial en el cuarto de KFC, este vivía solo y como nadie iba a verlo más que para asuntos de negocios no poseía un cuarto para huéspedes. Denis le deseó las buenas noches al mayor para proceder a dormir, dando así fin al tan agitador día.

O al menos eso hasta que dieron las 2 de la mañana.

Mr. KFCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora