TRAICIÓN

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CAPÍTULO 1

La caída no fue tan dura como esperaba. Se había visto suspendido en un cielo similar al del mediodía, sujeto por una fuerza invisible. Luego, empezó a caer. En el mundo real, sus huesos se habrían quebrado en pedazos. Pero aquello no era el mundo real.

Se levantó, apoyando una mano sobre el suelo cubierto de hierba. Le parecía hierba, sí, pero algo en el tacto le hacía saber que no era real. Del mismo modo, la luz, el aire... Todo se asemejaba a estímulos reales, pero estaban revestidos de un matiz que los volvía artificiales.

Cuando levantó la mirada, descubrió unos ojos negros mirándole fijamente. No tardó en reconocerlo y, antes de que pudiera decir nada, se abalanzó sobre él.

El chico le sujetó de las muñecas y, cuando quiso darse cuenta, lo había inmovilizado contra el suelo. Él seguía debatiéndose, pero una voz le hizo detenerse:

- ¡Michael, ya está bien! ¡No es un enemigo!

Michael miró anonadado a aquella chica de pelo rizado castaño. No podía ser.

El chico que lo retenía se levantó, al ver que se había calmado. Cuando cesó la presión, Michael se levantó corriendo y fue a abrazarla.

- Dios mío, estás viva... - le susurró al oído.

Ella le correspondió el abrazo. Maya también lo había echado de menos.

Entonces, recordó el motivo de por qué había ido a Lyoko y se volvió furioso de nuevo hacia Xana.

- ¿Por qué has entrado en Lyoko? ¿No se suponía que debías de sacarla?

- Es una historia bastante larga – dijo sin apenas interés.

- Podemos contártela, a no ser que quieras seguir comportándote como un troglodita.

Aquella tercera presencia le sorprendió. Junto a ellos, había aparecido un chico, quizá un poco más mayor que ellos, pero no tanto como Xana. Era rubio y le llamó la atención sus ojos verdes. Llevaba un mono blanco con líneas azul celeste que serpenteaban a lo largo del mismo.

Fue cuando reparó que todos iban vestidos de una manera extraña.

- No me digas que te has dado cuenta ahora – dijo Maya divertida al entender la confusión de su amigo.

Ella lucía un vestido rosa y rojo que empezaba en su pecho y que le hacía aguas hasta un poco más arriba de las rodillas. Iba descalza y su pelo tenía un terminado rojizo. Parecía salida de un cuento.

Xana, por su parte, llevaba un traje de combate negro. Era simple y austero, sin más detalles que el cinto que le colgaba en la espalda, del que sobresalía el mango de lo que parecía una espada.

- No me mires tanto a mí y échate un vistazo ti – le espetó.

Maya se rio y no tardó en entender el por qué. ¿Cómo no se había dado cuenta de las pintas que llevaba? En la parte superior, vestía una especie de sudadera de manga corta dividida en dos tonos distintos de morado, uno más claro que el otro, separados por la silueta de un trueno negro. Abajo, llevaba unos pantalones vaqueros de los mismos colores que la parte superior, junto con unas botas negras hasta la altura de los tobillos. Le gustaba el morado, pero aquello era ridículo.

- Te queda bien – trató de tranquilizarle su amiga. – A mí también me pasó lo mismo, pero te acostumbras.

- Gracias, supongo.

- No es por nada – interrumpió el chico, que aún no sabía quién era – pero no soy yo quien tenía prisas.

Michael y Maya cambiaron su semblante. Xana seguía igual.

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⏰ Última actualización: Oct 23, 2022 ⏰

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