Celoso

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Se dice entre los viejos y los creyentes más devotos, que una sola lágrima de un ángel podría ser tan catastrófica como benéfica. Una sola lágrima podría desencadenar un Tsunami, la cura a la muerte, crear un nuevo universo o el propio caos.

Él por su parte, había sido llamado un ángel desde sus memorias más dolorosas. Y, ciertamente, cuando una lágrima salía de sus orbes bermellón una catástrofe llegaba. Aquella gota salada se deslizaba sobre su mejilla y un golpe, un insulto o el sólo ser ignorado era la grave consecuencia.

Y ahora, podía ver nuevamente como aquel tipo de maldición surgía una vez más.

Inko lo sabía, su mirada llena de reproche lo decía todo y, cuando exigió hablar con ambos desde el arco del comedor, tanto él como Deku quedaron atónitos. La mujer tomó asiento frente a ellos poco después, y él sólo podía pensar en nada. Su mente permaneció en blanco cuando la mujer preguntó a Deku finalmente por el tiempo que llevaba con tal chiste.

Y entonces, la primera lágrima salió. Fue sutil y nadie se percató de ella; ni él mismo, pero había certeza en él al pensar en que aquello no se trataba de un chiste, estaba por mucho lejos de serlo, y eso claramente lo ofendió. Deku pareció guardar silencio mientras que él, miraba expectante a las palabras de su novio. Un silencioso quejido se le escapó tras verlo callar y otra lágrima se resbaló por su mejilla; esta vez no tan discreta. Y tras unos instantes, la mirada perdida y profunda de Deku no tardó en hacer contacto con la suya.

El orgullo estaba algo impregnado en su alma —tal vez demasiado—, pero al llegar el final del día, Katsuki sabía reconocer que no era tan fuerte como deseaba. Y sin embargo, en ese mismo instante quería pararse y gritarles, Deku no decía nada y eso lo irritaba. Aun así, tenía la certeza de que lo suyo no era un chiste, sabía que, de un tiempo a la actualidad, él en verdad comenzó a desear algo serio con Deku. Odiaba que sus emociones fueran invalidadas de tal forma, pero él era listo y sabía cuándo retroceder.

Indignado se levantó casi de inmediato, con la cabeza dolorosamente agachada en vergüenza y con sus labios pronunciando un bajo "lo siento" a Inko. Tal vez nadie podía ver las cosas como él dado su carácter, ni siquiera Deku; pero finalmente, Katsuki quería lo mejor para el mayor.

De eso se trata el amor ¿No? Pensó.

Katsuki no era ningún cobarde, sin embargo, se encontraba ya listo para escapar, tal vez se trataba de algún estúpido instinto de supervivencia o quizá era aquella vocecita que le anunciaba entre gritos como nada terminaría bien. Pero incluso antes de poder sacar el segundo pie y huir, se vio frenado por la mano callosa del peli-verde quien tiró inmediatamente de él, forzándolo a tomar asiento donde antes.

De haber estado en alguna clase de novela, Katsuki hubiese jurado que el ambiente desprendía partículas, el fondo se volvería estúpidamente rosa y una melosa tonada sonaría sutilmente. Pero no era el caso, en su lugar, veía lo agrio de la situación, con Deku ahora hablando y perjurando que ambos se habían hecho de un trato, así como de la misma forma en que conocían las consecuencias de sus actos bajo la dura mirada de la mayor.

En todo el alegato, Inko se esmeró en dar énfasis de cómo era Deku quien salía perdiendo, y odiosamente estaba de acuerdo en algunas partes. Sin embargo, al verse mencionados sus padres, Katsuki se vio en la obligación de aclarar como siempre algo que consideraba a su favor hasta entonces —y que lo llevaba a tener aquella relación—.

–Legalmente soy responsable de mis actos, si su desacuerdo es tan grande, la invito a lanzar una demanda contra mí —respondió rápidamente –Pero ni siquiera eso va a cambiar lo que quiero —Concluyó con mayor firmeza, alzando la mirada y viendo de frente a la mayor.

O K T H Â [DekuKatsu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora