Recuerdos y Acuerdos.

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Irritado.

Esa palabra definía su estado de humor; aunque para muchos era algo de siempre. El murmullo de sus compañeros, el ruido de la tiza contra la pizarra más lo somnífera voz de su profesor lo tenían a él con su pluma en mano, haciendo mil y un garabatos sobre su libreta mientras trataba de ignorar el pequeño dolor sobre su cadera.

Tal vez había sido mala idea tentar su suerte con aquel sujeto, más aún cuando el dolor seguía atormentándolo, pero el solo recordar todo, le causaba un cosquilleo en su vientre, e inconscientemente, le hacía poner una sonrisa boba que ocultaba de inmediato a penas se daba cuenta, y sobre su cadáver se mostraría de esa forma.

Y precisamente por ese motivo, es que su “grandiosa” idea había causado preocupación en muchos. Las múltiples marcas de mordidas y chupones sobre su cuello eran cubiertas por vendajes, y para terminar por hacerlo más “creíble”, optó por usar algunas benditas sobre su mano que cubrían nada, decoradas con un poco de maquillaje sobre sus nudillos; cortesía de su mejor amiga.

Más de uno suponía que se trataba de un accidente, y agregando el profesional maquillaje sobre sus manos, uno que otro terminaba por creer que era solo una simple pelea, nada de qué preocuparse en realidad, pero si tan solo supieran el trasfondo de aquello, seguro sería atormentado por lo que restaba de su ciclo escolar.

Y estaba lejos de querer eso.

El timbre anuncio el fin de la clase, con su maestro dejando un par de tareas y abandonando la clase casi de inmediato. Suspiró, aquello no estaba siendo para nada alentador, pues sus dos días de ausencia le habían costado un enorme retraso en sus estudios, cosa que lo irritaba aún más. Como de costumbre, se vio rodeado por sus amigos en un instante, con las mundanas platicas de siempre mientras trataba de repasar un poco, y aunque no lo mencionara, le agradaba aquellas presencias.

“Hey Kirishima, ¿En serio no nos contaras que le pasó?” Cuestionó una chica de piel aperlada y hebras rosadas, tomando asiento sobre la mesa del mencionado.

“Ya les dije todo lo que sé, no sé en qué momento obtuvo todos esos vendajes” Mencionó el pelirrojo, otorgando una mirada directa hacia Katsuki; quien seguía con la mirada fija a su cuaderno.

Quizás era un poco cruel de su parte, ya que ni siquiera había sido capaz de contarle su pequeña aventura a su fiel amigo, pero aún con eso, no se sentía con las fuerzas para hacerlo, y el hecho de haberlo ocultado por más de dos semanas hacia más fuerte el impacto y, lo que era aún más fuerte, es que lo habían hecho dos veces ya.

A parte, sus platicas dentro del club eran fugaces, con él llevando copas de alcohol y dándole la bienvenida a los nuevos clientes, mientras Kirishima se preocupaba por proteger la integridad de todos y comer, no había momento exacto para hablar. Las tareas los mantenían igual de ocupados, haciendo que ni siquiera una sesión de estudios entre ambos pudiese surgir; aun cuando el pelirrojo lo intentaba.

La gota que colmó el vaso fue el día en que se presentó, con un par de vendajes y un mal caminar, sacando de quicio al pelirrojo, quien saltó sobre él con la intención de quitarle las vendas y ver el estado de su amigo, sin embargo, un par de golpes fue lo único que obtuvo; y estaba de más decir por qué.

Tres pares de ojos se posaron sobre su persona, escaneándolo de arriba abajo, tratando de analizar sus muecas y comprender que había provocado el miserable estado del rubio, pero nada salía, incluso en esos momentos, Katsuki podía jurar percibir un olor a quemado salir de sus cuerpos, pero como de costumbre, los ignoró.

Las horas pasaron con prisa, abrumándolo clase tras clase al ver su mal desempeño, llegando al punto de su desconexión total, llevándolo a tomar asiento en la esquina del aula y garabatear nuevamente cualquier banalidad sobre su cuaderno. Su mente se hallaba en las nubes, y si debía ser más preciso, en un par de orbes verdes.

O K T H Â [DekuKatsu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora