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Cuando regresaron a Busan, acordaron que Jimin se iría a vivir a la casa de Jungkook para mejor comodidad del Omega y para tranquilidad del Alfa. Al principio Jimin se negó rotundamente, pero Jungkook lo convenció de que era la mejor opción, al final el rubio aceptó con la condición de que en cuanto diera a luz y pudiera trabajar para ayudar con los gastos de la casa. Por su parte, el Alfa prometió respetar sus tiempos en el hospital sin doblar turnos para pasar el mayor tiempo posible con su Omega. Ya no doblaría turnos a menos que fuera muy necesario o se tratase de una emergencia.

Así pasaron los meses. Meses en los que Alfa y Omega trabajaron en el cortejo. El tiempo había pasado tan rápido que Jimin ya estaba en la semana treinta de gestación.

Cuando las madres de Jimin se enteraron de lo que pasó con el Alfa que lo maltrataba, a quien prácticamente ellas lo habían entregado, se sintieron muy arrepentidas y se pusieron en contacto con su hijo para pedirle disculpas. Sin embargo, solo aceptó las disculpas, pero no las perdonó, o eso decía el Omega, porque al final de cuentas eran sus madres.

La razón por la que lo emparejaron con ese Alfa era por negocios, su madre Alfa acababa de fundar una empresa y necesitaba socios para llevarla a flote, uno de ellos acordó poner todo el capitán faltante y negociar con ella a cambio de juntar a sus dos hijos. Sin opciones, aceptó.

Gran error.

Kyungsoon frente a las madres de Jimin siempre se comportó muy educado y con buena ética, incluso era bueno con Jimin los primeros meses, pero poco a poco esa máscara de amabilidad fue cayendo dejando ver su verdadero yo. Jimin incluso sabiendo que no era toda la culpa de su madre, porque él se había enamorado de ese Alfa, y que además lo necesitaba para hacer prosperar el negocio, decidió callarse pensando que en algún punto las cosas volverían a cambiar y todo sería como en un principio. No fue así.

Aunque Park no quisiera aceptarlo, no les guardaba rencor, así que cuando aparecieron en la casa del Alfa, en dónde ahora vivía, después de escuchar que ellas no sabían nada y pedir disculpas, Jimin dijo que no las perdonaba y las corrió de su hogar y les dijo que no las quería volver a ver en su vida; pero a pesar de haberlo dicho, no lo sentía. El Omega era el ser más puro que jamás pudo existir y en su corazón las había perdonado desde hace tiempo.

Jungkook no sabía nada de eso. 

Su vida había mejorado un doscientos por ciento desde que había conocido a Jungkook. Lo trataba de lo mejor y siempre lo ponía como su prioridad. No solo al principio de la relación.

Una de las cosas que más le gustaba era que todos los días saliendo del trabajo compraba un paquete de mochis solo para él. Al final de cuentas era un Omega mimado. SU Omega mimado.

Justo ahora se encontraba acostado en la cama sobando su tripita ya bastante abultada, como si su vida dependiera de eso. Su celular empezó a sonar. Estiró su mano para tomar su celular de la mesa de noche y respondió. Todo sin dejar de acariciar su vientre.

—Diga.

Hola, cielo.

—Kookie. —sonrió inconscientemente— ¿A qué debo tu llamada tan temprano? ¿Todo bien por allá?

Jungkook siempre le hablaba a la hora del almuerzo para saber cómo estaba, pero aún no era la hora del almuerzo.

Todo perfecto, pero esa última pregunta debería hacértela yo a ti, bebé. ¿Todo bien?

—Ammh, sí, todo perfecto. ¿Por qué? —su voz denotaba verdadera confusión.

Me dijo Seokjin que tenías cita con él hace media hora.

Lovely Bond || KᴏᴏᴋMɪɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora