Parte 2

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Ese instante en el cual no sabes si salir corriendo, pedirles a todas las brujas del universo que te conviertan en estatua, o simplemente poner cara de "yo no fui" y hacerte la despistada, cosa que le salía muy bien a Anni. Como también sabía que no podría engañar con ninguna de ellas al muchacho que se le acercaba sin cambiar su expresión.

Se conocían desde niños y desde niños él había sido su tormento. Cuando fue a estudiar al exterior tuvo una extraña sensación, entre alivio y desesperación, y esta última era la que más la incomodaba.

_No pierdes esa costumbre de ser inoportuna y ruidosa.

Anni apretó sus labios para recordarse no estallar con una palabrota, después de todo aquel maniático era el hijo rebelde del lugar.

_ Perdón, no sabía que estaba aquí, me retiro... Disculpe.

Antes de que pudiera dar un paso más Kay le arrebató su cuaderno de tapas de cintas. Y el desastre se desató. Cuando él intentó abrirlo ella se le fue encima. Resultado los dos en el suelo, ella sobre él.

_ ¡Mierda! _ dijo Anni al dar su cara sobre el pecho de Kay, quien comenzó a reírse estruendosamente. Eso enojó aún más a Anni que soportaría cualquier cosa menos que se atreviera a leer su cuaderno. Trato de ponerse de pie y tomar el cuaderno.

Kay la tomó de los brazos y la atrajo nuevamente hacia él.

_ Calma niñita, debes tener muchos secretos aquí como para desesperarte tanto por este simple cuaderno.

_ Suélteme, es un atrevido, no me importa que sea el hijo de los señores, le romperé la cara si no me suelta y devuelve mi cuaderno_ esto dicho todo con el mismo aire y la furia que se encrespaba en su mirada solo a unos centímetros del rostro de Kay.

_ No voy a soltarte_ dijo él abrazándola de tal manera que no podía mover sus brazos.

Anni tomó nuevamente aire para gritar cuando Kay atrapo su boca en un beso. Los ojos de Anni parecían desorbitarse, aquel maldito no podía estar robándole su primer beso de aquella manera.

Una corriente eléctrica se apoderó de su cuerpo, frio invierno y de repente un fuego abrazador que la hizo transpirar. Fueron segundos, pero para ella fue como si hubiese viajado a pie por todo el mundo en una ráfaga de segundo. Su primer beso no podía ser así... O ¿Sí?

Sintió que Kay separaba sus labios lentamente de los de ella, sus ojos permanecían cerrados, eso no podía ser, decían que cerrar los ojos era disfrutar el beso... ¡Noooooo! Ella lo odiaba.

Abrió lentamente sus ojos, se vieron por unos segundos, silencio, eternidad. Ella se puso de pie, sin decir una palabra, él hizo lo mismo. Le entregó el cuaderno, sonrió de lado y como si nada hubiese pasado con sus manos en los bolsillos, se fue de la biblioteca. Anni cerró sus ojos y tomó lentamente aire abrazándose a su cuaderno. Para él no había pasado nada, quizás, para ella había sucedido todo...

Llegó a su cuarto, ni siquiera encendió la luz. Se sentó en el suelo junto a su cama y abrazó sus piernas, descansó su frente sobre ellas y trató de calmar el huracán que tenía en su alma. ¿Cómo había sucedido aquello? Sus pensamientos eran remolinos insistentes, que clamaban por explicación, porque claramente ese desgraciado debía disculparse y ... ¿Qué estaba pensando? Kay Melker disfrutaba haciéndola enojar.

_ ¡Maldito loco! _ dijo entre dientes cuando en realidad querría haberlo gritado, no era justo, su primer beso... Eso no quedaría así, claro que no. Se puso de pie, no pensó, estaba demasiado enfurecida e irracional para hacerlo.

Cuando Kay la vio parada frente a él al abrir la puerta de su habitación, no se sorprendió, al contrario, solo estaba esperando que lo hiciera.

_ ¿Bien?

Las cuatro Annas, la aventura de vivir.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora