|Prólogo|

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木ノ葉隠れの里 [Konohagakure]

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木ノ葉隠れの里 [Konohagakure]

—¡Hermosa y bella paz!... —Se mecía de adelante y atrás una y otra vez sobre sus talones mientras cerraba sus ojos, aspirando profundamente el viento que corría a su alrededor.

—¡Qué hermosa vista!, ya ha pasado mucho tiempo, ¿no?.

El corazón le revoloteo como sí un colmenar estuviera alebrestado dentro de su pecho.

—¡No deberia estar aquí!. —Mejillas encendidas al verlo por el rabillo se su ojo.

—Ya estoy aqui, así que no hay problema. —Estiró sus dedos por sobre su cabeza fingiendo desinterés.

Una brisa cálida recorrió los cabellos de aquella mujer, revolviendolo sobre su rostro.

-"El aroma que tiene su cabello siempre me ha llenado de paz". -pensó él acercandose aún más para ponerse a la par donde se encotnraba ella de pie.

—Deberia estar en su casa, aprendiendo a ser un buen líder.

—Deberia estar en casa, para aprender a ser una buena esposa.

Una sonrisa molesta resopló en sus labios. —¡Eso sonó muy mal!.

—Es lo que se espera de un pobre díablo como yo, ¿no?.

—Deberia medir sus palabras o podría golpearlo en éste mismo instante.

—¡Deberia convertirse en mi esposa en éste mismo momento!. —La tomó por la cintura cálidamente mientras hundía su nariz entre sus cabellos embriagandose de su delicioso aroma.

—¡No me subestime, mí señor!.

—Realmente no sé, sí amo ésta aldea porqué usted viene se ella, ó la amo a usted porque proviene de esa aldea.

—Deberia dejarse de ridiculeces, mí señor, la aldea por sí misma es hermosa. —Sonrio acunando sus manos en las suyas sobre su abdomen.

—Desde aquí, desde este ángulo. —se apartó ágilmente de ella colcoandoae a unos paso detrás para ampliar su panorama —puedo observar las dos cosas que más amo, la aldea y la mujer que se va a convertir en mi mujer.

—¡Vamos a ser padres!.

Una brisa fresca chillo a su alrededor dejando posterior todo en silencio mientras la mirada del joven de cabellos negros se humedecido y una sonrisa estúpida pero llena de amor lleno su rostro como un ángel.

Ante la noticia inesperada, la aldea de Konohagakure, no era más que un paraíso para aquellos amantes reales y de amor inquebrantable.

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