Capítulo 7: Nuevas conexiones

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TIFFANY SMITH

Me encontraba en el sillón rojo de madera en mi habitación. Este, era un sillón unitario lleno de algodón y muchos detalles que marcaban cuadros y flores junto a la tela. Junto a este, aparcaba una mesita pequeña del mismo color y los mismos detalles del sillón, en el cual, asentaba a veces el libro que estuviese leyendo para no olvidar cual lectura reanudaba el siguiente día. Cuando el día o las horas me estresaban demasiado, o la furia y la soledad me atormentaba. Este sillón, era el asiento con la comodidad que ningún otro sillón brindaba para mi espalda. Además de la paz y la relajación que te brindaba este, me traía mucha concentración a la hora de leer, la suavidad impedía incomodarme en horas de lectura la cual era la ideal para mí.

Dejé el libro en la mesita que en esos instantes había agarrado para terminar de leer. Se trataba de mi libro favorito con unas pocas hojas para culminar aquella historia, una historia que deseaba que esa fantasía se haga realidad en mi vida. La había leído demasiadas veces que había perdido la cuenta de este y el interés de contarlo. Una vez dejado el libro en su lugar me levanté del sillón y me fui al escritorio en donde ahora me esperaban unas largas lecturas en español y textos incomprendibles de lecturas inéditas que se acumularían en mi cabeza sin saber que son.

Saqué algunos cuadernos de la mochila que había llevado hoy y los coloqué en el escritorio. Saqué algunos bolígrafos, marcadores, pinturas y acuarelas que guardaba en ella para hacer los deberes y dar color algunos dibujos, encendí la portátil que se encontraba en mi escritorio, puse la clave y abrí el buscador de Google. Ahora tenía todo listo en la mesa para proceder hacer mis deberes mientras el silencio me acompañaba con un fino y leve sonido del viento haciéndome compañía en la hora solitaria de mi vida. Bajé las cortinas de mi ventana dejando mi habitación a oscuras, cerrando el paso de la luz natural. Encendí la pequeña y costosa lámpara de cristal de la habitación iluminando una parte de mi pieza de luz artificial mientras abría un cajón de mi escritorio. De ella saqué unos caramelos de chocolate. Mis favoritos. Los cuales mi madre los compraba en el supermercado. Quité la envoltura de un caramelo para luego lanzarlo a mi boca y sentir la dulzura con mis papilas gustativas mientras este se apegaba en mi paladar crenado escenas mágicas en mi mente.

Inicié con la primera asignatura de a semana la cual era Química. La lectura y la investigación no sirvieron de mucha ayuda, puesto que no encontraba la información específica sobre el metal alcano. Después de un largo rato de quemar y matar uno por uno a mis neuronas frente a la portátil, y maldecir miles de veces en mi mente, pude darme cuenta que el alcano estaba formado por la unión de elementos y no era un metal de la tabla periódica como lo estaba buscando. Que hipocresía la mía al creer que era un metal de la tabla periódica y no darme cuenta que era una mezcla. Al final de todo lo sucedido, la rabia y la risa sobresalía de mis labios como fuego por lo cual, decidí salir de mi habitación sin culminar ninguna de las tareas pendientes.

Bajé las escaleras lentamente creando pequeños crujidos en la madera barnizada, que se mesclaban con otros sonidos cercanos a este, era satisfactorio poder oír los gritos de la madera mientras las iba pisando. Me dirigí a la cocina en donde encontré a nuestra ama de casa (Lupe) quien se encontraba haciendo el respectivo aseo del lugar. Su rostro dulce y amorosa era notable en ella. No la había visto desde que llegué a casa y peor aún cuando almorcé. Supuse que debía estar en otros rincones haciendo la limpieza de la casa.

- Buenas tardes Lupita -comenté- ¿Cómo está?

- Hola Tiffanita, yo bien gracias ¿Y cómo está con las tareas mi niña? -levantaba las cejas mientras dibujaba en su rostro una sonrisa enorme en lo cual la comisura de sus labios

- Gracias por preguntar, por el momento bien, solo he bajado por un vaso con agua para refrescar mi mente y volver hacerlos.

- Tranquila mi chica -respondió- ve a tu cuarto y yo ya te llevo el vaso, pero con leche y unas cuantas galletas para darte energías esta tarde. Por algo estoy yo cariño, para servir su familia ¿te parece bien?

Nuestro último deseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora