Capítulo 2

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Las pequeñas hojas caían lentamente al frío piso, como una clara advertencia de que la llegada del otoño se avecinaba.

Las calles comenzaban a sentirse frías, y las pocas personas que se encontraban caminando en ellas portaban chaquetas grandes y gorros esponjosos. Cualquiera de ellos tendría el cuerpo entumido y con pocas ganas de moverse.

Todos, menos él.

Un claxon resonó lo suficientemente fuerte para hacerlo dar un brinco mientras cruzaba la calle, pero sin detenerse solo realizó una pequeña reverencia al conductor en forma de disculpa y siguió con su camino.

Iba tarde, muy tarde. El temblor en su pequeña mochila demostraba lo rápido que corría. Llevaba solo dos semanas en ese trabajo, y ahora por detenerse a tomar un par de fotografías iba a perderlo.

Pero era algo que no podía evitar, amaba tomar fotografías. El sentimiento que se instalaba en su pecho al momento de presionar el dedo contra el botón de su camara no tenía comparación.

¿Como puede negarse a hacer algo tan apasionante? ¿como puede solo evitarlo y negar algo que su ser pide a gritos? Es como si él mismo se prohibiera respirar...

Es una necesidad tan importante como el simple movimiento de sus párpados al cerrarse para dar un pequeño aleteo en sus ojos.

Y por esa necesidad se encontraba ahora mismo cruzando un pequeño parqué, (específicamente de perros) para cortar un poco el camino.

La pequeña gota de sudor bajando lentamente por su frente solo podía ser reflejo de la alta temperatura que estaba sufriendo su cuerpo ahora mismo y no era para menos. Tenía un pequeño gorro tipo esquimal color blanco, que cubría casi por completo su frente, con dos solapas que protegían sus orejas, la mandíbula y la parte inferior del mentón.

En la parte de su torso traía un simple polo blanco, pero encima portaba una chamarra grande (por lo menos dos tallas más de las necesarias) con pequeñas figuras geométricas de diferentes colores; como amarillo, verde, azul y rojo.

Y para finalizar un simple pantalón negro, con un par de zapatillas converse del mismo color.

Recibía miradas extrañas de las personas con las que se cruzaba, no sabía si era por su ropa o porque corría cada vez más rápido. Pero no le importaba, su amigo le había conseguido este trabajo en el nuevo restaurante hace solo dos semanas. Y no podía perderlo.

La paga era buena, y en días festivos (solo habían tenido tres días feriados en el restaurante) las propinas que le dejaban eran en exceso grandes. Incluso se atrevía a decir que un día recibió más dinero en propinas que en su propio sueldo.

Por esa misma razón tenía que mantener ese trabajo, pues su escuela y gastos no se pagaban solos. Ya estaba a una calle de llegar; si entraba por el estacionamiento le daría más tiempo para cambiarse y su jefe no lograría ver a que hora estaba llegando.

Lo lograría. Ya estaba por entrar, había esperanzas.

Oh tal vez no.

Un fuerte dolor en su cabeza, solo eso sintió; y cuando se dio cuenta ya estaba sentado en la acera.

Un completo idiota se cruzó en su camino; ¿Ahora que hacía? ¿Lo ayudaba, o solo se iba?

No tenía tiempo para ayudarlo, iba tarde.

Pero el tipo de traje seguía en el piso, ¿tan fuerte fue el golpe?

Se levantó y sacudió muy por encima su chamarra, para después estirar su brazo derecho con la palma abierta y así poder ayudarle a levantarse. Pero lo que recibió como respuesta fue un manotazo.

--Deberias ver por dónde caminas-- hablo el pálido casi en un susurro mientras se ponía de pie.

-- ¿Disculpa?-- preguntó incrédulo

-- ¡¿Que no ves por donde caminas?!--su voz salió casi en un grito.

El chico rubio dio un pequeño brinco al escuchar su ronca voz gritándole.
¿Por qué le gritó? Era por su culpa que llegaría tarde.

¡El trabajo! Diablos, por el fuerte choque que tuvo olvido hacia donde se dirigía. Así que sin decir una sola palabra más, recogió su camara del suelo y entro a toda velocidad por el estacionamiento, dejando a un Yoongi enojado y completamente confundido.

-- ¡Señor!-- un fuerte grito lo hizo salir de su trance.

Volteó para encontrarse con Pratic corriendo hacia él.

-- Le compré unas pastillas para su dolor de cabeza... ¿Señor?--

Pero Yoongi no estaba en sus cinco sentidos.

Ese chico, se veía tan patético con ese gorro ridículo. Pero por alguna razón lo hacía ver aún más adorable.

Después se encargaría de investigar quién era y lo llevaría por un trago igual que al resto. Fácil.

Eso era lo que él pensaba, y que equivocado estaba.













"No te rindas, no pierdas la esperanza, no te traiciones"











Holaa! Tal vez aún no haya nadie leyendo esto, pero tengo tiempo haciendo capítulos de está historia.
De verdad espero les guste. (Me estoy esforzando)
<3


Empresario por accidente.Where stories live. Discover now