Capítulo 4

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Como cada viernes, después de cenar, nos reunimos en la sala de los espejos. Llego la última, así que cierro la puerta al entrar. Veo que ya están las once alrededor de la camilla metálica. No habrán empezado sin mí, seguro. Me acerco y se separan para dejarme un hueco. La chica del viernes pasado está ahí tumbada, amordazada, y atada a la base. No se mueve, y a diferencia de la mayoría, nos mira con desafío, no con miedo. Eso me da más morbo.
-Irika, desnúdala -dije fríamente.
Esta obedeció, y la chica no opuso resistencia.
-¿Cómo se llama? -preguntó Daryl
-Anthea -contestó ella misma, deshaciéndose de la mordaza. Había sonado desafiante, segura.
Dena se apresuró a ponerle otra vez el trozo de tela, pero la frené.
-Así mejor -dije sin apartar la mirada de sus pechos, ahora ya libres.
Cuando Irika terminó de quitarle las bragas, volvió a su sitio. Ya podíamos empezar.
Como líder, yo era la última en aprovecharme de ella, antes de realizar el sacrificio. Di un paso al frente, y me frené.
-¿Piensas oponer resistencia? -le pregunté con una pequeña sonrisa
-Sé quiénes sois, y lo que vais a hacer conmigo. Sé que no tengo escapatoria, así que pienso disfrutarlo más que tú. -contestó también con una sonrisa.
Me había dejado de piedra, aunque no dejé que se notara. Me acerqué a ella y la desaté, primero de manos, y luego de pies. Me senté encima suya, y la empecé a besar, primero en los labios, pero cada vez descendiendo más...
Al acabar, la volví a atar, me vestí, y regresé a mi lugar en el círculo.
-Jean, apaga las luces. Daryl, enciende las velas. Paige, lee. -ordené.
Una hora más tarde, Anthea yacía muerta sobre la camilla, y el sacrificio estaba terminado. Sin duda había sido una chica curiosa. Una más.
-¿Alguna idea para la próxima? -preguntó Irene.
-Yo he visto a una rubia de segundo curso que nos podría valer. -dijo Asteria
-Vale, pues ve a por ella. -respondí.
-Asteria espera. -instó Norah
-¿Qué pasa?
-El próximo viernes es 31, Alessa.
Lo había olvidado, sin duda hoy estaba despistada. El trato con las monjas del internado, a cambio de su silencio, es matar a una no virgen cada vez que el viernes caiga en 31.
-Joder, pues coged también a una no virgen, ¿ideas?
-Hay una morena nueva, la que estaba a tu lado en la cena, Alessa, esa fijo que no lo es, además está bastante bien.
-Se llama Galatea. -dijo Daryl.
Escuchar su nombre me hizo estremecer. No podía dejar que la cogieran. ¿Qué me pasaba con esa pava? Ni idea, pero no tenía tiempo para descubrirlo ahora, si no espabilaba, iban a cogerla.
-No, ella no. -dije yo tajantemente.
Todas se quejaron, mierda.
-¿Por qué ella no? -preguntó Irika.
-No me gusta. -Sabía que estaba perdida, aunque fuera la líder, en el momento de decidir, mi voto contaba igual, y eran mayoría.
-A mi me gusta más la del pelo azul, os lo llevo diciendo desde el año pasado. -intervino Jean.
Salvada.
Empezaron a discutir, y se me ocurrió una idea.
-Hermanas, callad. Irika, tú irás a por Galatea, y Jean, tú a por como quiera que se llame. La primera en volver con su chica, que la encierre detrás, y será la que usaremos. Ahora tengo que irme, nos vemos aquí el viernes.
Ninguna protestó, me sentí aliviada. Se quedaron hablando sobre quién vigilaba mientras Jean e Irika se iban, lo que me daba bastante tiempo de ventaja.
Salí corriendo hacia los jardines, donde estábamos antes, para esconder a Galatea, pero cuando llegué, me dijeron que se había ido a la habitación. Mierda. Volví sobre mis pasos, lo más rápido que pude, cuando me encontré con Irika. Me escondí detrás de una armadura, y me quedé observándola. Se dirigió a los jardines. No malgasté más tiempo, seguí corriendo por detrás de las armaduras y tapices, hacia su habitación. Hacía ruido pero mejor eso a dejar que me vieran. Ya la veía, estaba abriendo, entrando. Era mi momento, aproveché para lanzarme tras ella, y cerrar la puerta. Me coloqué sobre ella, en la cama, para que no pudiera gritar. Ahora tenía que pensar una manera de esconderla.

La muerte en la otra aceraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora