Es sábado por la noche. Mi teléfono vibra en el bolsillo interior de mi chaqueta, lo ignoro y salgo del ascensor, camino hacia la puerta de mi apartamento la cual se abre antes de que abriera la cerradura, del otro lado de la puerta se encuentra mi compañera de piso con el celular sobre la oreja...
—Justo te estaba llamando—dice con una sonrisa en el rostro.
—Aquí me tienes ¿Para qué soy buena?
—En realidad te iba a decir que me voy a mudar con Steve...ahora.
—¿Me abandonas?
—He estado hablando con Steve por meses, y ya sabes—me mostró su anillo de compromiso.
—Está bien, de acuerdo. No tengo ninguna objeción—me abrazó y luego me miró con una gran sonrisa—. ¡Wow! Tus ojos resplandecen.
—¡Lo sé! Estoy muy feliz con esto, Steve y yo vamos a dar un paso muy importante.
Me abrazó de nuevo, sonreí levemente—. ¡Hey! No vomites arcoíris en el pasillo, por favor.
Ella carcajeó—. Tonta.
—Llámame cuando llegues, ¿vale?
—Vale, chao—me tiró un beso como lo hacen las reinas en los desfiles, la despedí con la mano.
Por suerte no me quedaría sola. Boss estaba conmigo, un pastor inglés o la gran bola de pelos andante, discutí mucho para que pudiera quedarse en el edificio pero ahora tengo el único apartamento insonorizado. Eso fue hace dos años, cuando regresé después de terminar mi maestría.
Tantas cosas han pasado...
Boss estaba al final del pasillo cuando me vio, salió corriendo y me saltó encima. Estoy acostumbrada a que lo haga, puedo con él; siempre y cuando mantenga el equilibrio, es casi de mi tamaño cuando se para en dos patas.
—Oh, oh, buen chico. Boss, sentado—se sentó frente a mí, revolví los pelos de su cabeza, sacó la lengua y sonreí, lo amo mucho—. Vamos, chico—nos dirigimos al estudio, lo primero que hice fue cerrar las cortinas y lo segundo fue prender el ordenador. Dejé el móvil en el escritorio y seguidamente lancé la chaqueta al sofá, me quité las botas, medias y el jean. Antes de conectar la llamada corrí a la cocina por un paquete grande de doritos y un sixpack bien helado que había dejado en el refrigerador hace tres días, y por supuesto, traje un hueso para mascotas. Este sábado estaban todos en línea.
—¡Monos! ¡Llegue yo!
—Apareció la que es.
—Menos mal.
—¡Aleluya!
—La basura de Peter no sirve para daño.
—Paul no ayuda tampoco.
—¿Yo qué hice ahora?
—Eh, JP, ¿te animas a mazmorra?
—No le tienes que preguntar.
—Cállate basura, eres de cartón.
—Déjame al niño quieto me haces el favor—dijo con voz aguda.
—Que va, maricón.
—Uhhhh, ¿y te vas a dejar decir así, Dean?
—Bueno, ya. Parecen niños—dije exasperada—. ¿Vamos a jugar o qué?
—¡Ay! Lo dice la que aún tiene peluches.
—¡Son decorativos!
—Sí, sí, claro.
—¿Ya van a empezar ustedes dos?
—Cállese sapo—dijimos a la vez.
—¡Ae!—dijeron todos.

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Las vidas secretas de Jenna
Любовные романыCuando una vida tiene tantas restricciones, no hay mayor deseo que escapar de ella. Por ello, Jenna tiene las suficientes para respirar la libertad que tanto le gusta. Aunque le traiga un sin fin de problemas, no hay nada que no puede resolver. Sin...