Conforme vamos creciendo y acumulando experiencias, nuestra manera de pensar y ver el mundo va cambiando, distorsionando de acuerdo a lo que nuestra psique esta percibiendo. Todo aquello que vemos, oímos y olemos van dejando una huella, tanto buenas como malas.
Pero cada persona es diferentes, viviendo sus vidas de manera paralelas a la de los demás, aunque muchas veces las experiencias sean las mismas, las maneras que las enfrentamos será diferente, dependiendo de las capacidades de cada quien, marcando un inicio y un final distinto.
Por ejemplo, tenemos dos madres que pierden a sus hijos, pero, ¿El dolor será igual? Puede ser, pero, también se toman en cuenta los diferentes factores que influyen.
¿Se llevaban bien?
¿Realmente había amor ahí?
Muchos dirán, que obviamente había amor, las madres siempre quieren a sus hijos. Pero no, la vida nos enseña que no todos se sienten igual. La naturaleza humana es tan compleja, es más fácilmente creer en el amor maternal de los animales que el amor maternal en los humanos.
De esas dos madres, probablemente solo una sienta el verdadero dolor, aquella agonía que sofoca su garganta, como si miles de rocas cayeran sobre su pecho, haciendo que algo tan simple como el de respirar sea tan difícil y doloroso.
Esta situación es solo un ejemplo de muchos otros. Ya sean amigos, familia o hasta simples conocidos.
Y eso nos lleva a pensar, en una guerra, cuando la muerte toca tu puerta de manera constante, nuestras mentes entran en un estado delicado, se vuelven unos equilibristas que caminan sobre una cuerda floja en cada momento, que con un mal paso caerán al vacío donde no hay retorno.
Cuando uno pierde a una persona que realmente aman, sus mentes comienzan a fragmentarse. Una madre que pierde su hijo, aquella que realmente sentía un amor profundo por aquel fruto de sus entrañas, perderá la cabeza, presa del pánico y del dolor.
Una familia unida comenzará a dividirse. Cuando sus ideales no son compartidos.
Algunos saben perdonar y vivir con aquellas heridas que han marcado sus almas. Por qué algunos lo hacen. Viviendo sus vidas felices, aprendiendo a perdonar y dar nuevas oportunidades a lo que la vida nos da.
Pero otros no pueden, viven sus vidas con heridas sangrantes, con el rencor y el odio latiendo de manera constante en sus almas. Les es imposible perdona, que prefieren dañar a los que son felices, para así poder satisfacer momentáneamente sus miserables y patéticas vidas, por qué para esas personas, los culpables de sus problemas son los demás, son aquellos que viven con una sonrisa, dejándolos a ellos vivir una vida horrible y oscura. Por qué esas personas les es imposible pensar que los verdaderos culpables de esas vidas miserables y patéticas son ellos mismos.
Por qué cada quien tiene las riendas de sus vidas, cada quien tiene el derecho de manejas sus vidas a su antojo, sin dejar que nadie los obligue a tomar otros caminos. Y estás mismas personas, se creen con el derecho de cambiar las vidas de los demás, por qué, como dije; "Si los demás pudieran cambiar sus vidas y dejarlos vivir una vida de mierda, ¿Por qué ellos no podían?".
— Herms, vamos. Los demás ya nos están esperando. — la castaña soltó una risa sutil escuchar la voz fastidiada de su marido.
— ¡Mamá tardas más que Cissy! — escuchó la voz de su hijo mayor.
Hermione rió por lo bajo, al escuchar las voces desesperadas de su familia. Se miró una vez más en el espejo, asegurándose de que todo estuviera en su lugar y orden.
— Ya voy, son unos desesperados. ¡Por Merlín! — exclamó más que divertida mientras salía de la habitación, mirando como su marido estaba recostado en una pared con los brazos cruzados. — Ya estoy lista cariño. — sonrió mientras acercaba su rostro al del blondo y le dejaba un pequeño beso en los delgados y fríos labios del contrario.
— Estás hermosa como siempre querida. — sonrió el hombre mientras admiraba a su esposa. — Definitivamente soy el hombre más afortunado por tenerte como esposa, señora Ministra.
Hermione soltó una leve risa mientras acercaba más su cuerpo al de su marido, mientras rodeaba su cuello con sus delegados brazos.
— No, yo soy la mujer más afortunada por tenerte a mi lado, y hacerme una mujer sumamente feliz.
El rubio acarició el rostro de su esposa, mientras sonreía.
— Si seguimos así, nunca vamos a terminar y llegaremos tarde al baile de Hogwarts, recuerda que los mellizos tienen su presentación. — acercó su rostro, dejando sus narices rozar y sus frentes juntas, mientras cerraba sus ojos. — Y yo soy el afortunado, por qué eres mi esposa y la madre de mis cuatro hijos. — dijo para rápidamente dejar un beso en los carnosos labios de su esposa y tomarla de uno de sus brazos para comenzar a caminar, con una aturdida y sonrojada castaña. — Vamos cariño, nuestros dos hijos mayores están por hacer un hoyo en el suelo del vestíbulo si no nos damos prisa.
Esa noche prometía ser maravillosa. Una noche mágica.
Una noche que jamás olvidaría.
Una noche que marcaría la vida de más de uno.

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Viaje al pasado
FanfictionSu viaje comenzó sin que nadie lo esperara. Fue un ataque por la espalda, alguien dando su vida por salvarlos, y alguien en lágrimas pidiéndoles que vivieran. - Solo hagan lo correcto.