Capítulo 3

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Me desperté y no había nadie en la habitación, así que fui a dar una vuelta por el hospital, y terminé en la cafetería al lado de una enfermera y un dos chicos que parecían de mi edad.

Al instante me parecieron atractivos, no por su físico, de echo ni si quiera pude verles la cara pero me transmitían buenas vibras.

Aún no había terminado mi desayuno, cuando mi padre se sentó con migo.

-Eli, te tengo que contar algo...

Parecía nervioso, no le dije nada más así que continuo.

-¿Sigues sin recordar nada?

-Bueno... Yo desde hace uno dias, recuerdo... algo.

-¿Algo?

-Mas bien, sensaciones. El frío, el miedo, el olor...

-Entiendo, pero me refería... A algo... físico.

Eso me extrañó, que quería decir, ¿algo físico...?

-Es decir, algo que no fueran sentimientos.

-La verdad, lo único de lo que me acuerdo es de eso... Bueno, y de...

-¿De...?

-¿Puedo hacerte una pregunta?

Estaba súper nerviosa, creo que se notó con mi tono de voz, pero pareció no percibirlo o eso me hizo creer.

-Si, por supuesto.

-¿Por que no està mama con nosotros?

Agachó un poco la cabeza, pero de todas formas contestó -Tu madre, ha estado enfermera, estos últimos años, no se si te acordarás, ella tenía cáncer.

Si, si me acordaba.

Espera, ¿que había dicho? Tenía, tenía, eso quiere decir que...

-Ella murió, ¿ verdad?

-Si - lo dijo con un tono tan apenado, que lo abraze de inmediato, aunque ni siquiera la recordaba.

                                   ***

En menos de una horas se celebraba mi cumpleaños, que al parecer mi padre había invitado a medio hospital, de echo con cualquier persona, animal o cosa con la que hubiera visto.

La fiesta se celebraba en el parque de delante del hospital, y desde mi ventana ya iba viendo cómo la gente salía del hospital, reuniéndose en una mesas de plástico que habían puesto para picotear.

Yo aún no sabía bien que ponerme, no tenía nada a parte de unos shorts y una camisa ancha además del camisón de hospital, y me negaba aque me sacarán fotografías de mi 16 cumpleaños vestida así.

Decidí ir a la caja donde conseguí esos shorts y camisa, para ver si habría algo más posible.

Ahí me veía a mí, rebuscando medio loca en la caja de lo perdido media hora antes de mi cumpleaños.

No encontré nada, pero por suerte pude convencer a mi padre para que fuera a la ciudad y me comprara algo bonito.

Al final estuve media hora tarde en mi propio cumpleaños, pero nada me importaba en ese momento, estaba conociendo a mucha gente nueva, de echo, vinieron los dos chicos de la cafetería de el otro día y puede hablar con ellos aunque uno no me haguera ni caso.

El más amigable era Henry,  tiene 17 y es como de mi estatura, con el pelo moreno y lleva puesto unos pantalones vaqueros con una camiseta despreocupada con una gorra. El otro... Se llamaba Pol, era alto, como de metro noventa y iba muy parecido a Henry en el tema de la vestimenta.

La diferència entre ellos es que, Henry es amable y simpático mientras que Pol, ni siquiera es capaz de nombrar su propio nombre, Henry lo tubo que decir por él, con la escusa de que era muy vergonzoso.

Henry me felicitó y se despidió, arrastrando a su amigo detrás, que por supuesto tampoco despedirse, al parecer no tenía lengua.

Mi cumpleaños 16 fue uno de los mejores de mi vida, y el único que recuerdo, me lo pasé en grande y había hablado y conocido a mucha gente, así que estaba feliz.

Ahora estaba en mi habitación escribiendo en mi diario todo  lo que me había ocurrido en los últimos días y como iba en mis días de hospital, porque mi terapeuta me dijo que era bueno que escribiera lo todo lo que me pasaba, porque según ella es muy terapéutico.

Ya casi era de noche cuando alguien llamo a la puerta. La verdad hasta me había acostumbrado, no sé quién es, pero llamaba dos o tres veces y entraba en mi habitación, nos quedábamos un tiempo mirándonos y se iba. Pero esa noche... Me sorprendió que no habría el mismo la puerta sin siquiera un "puedes entrar", así que yo misma me levanté  de la cama, respire ondo y abrí la puerta.

-¿Que haces aquí, Henry?

-Bueno, me aburría, y tu padre me dijo cual es tu habitación así que, aquí estoy.

-Ah- Nos quedamos un tiempo mirándonos, y alguien paso por el pasillo, porque al instante despegamos miradas.

-Bueno, ¿Quieres entrar, o has venido a quedarte ahí fuera?

Entro muy deprisa, pasando por debajo de mi brazo, apoyado en el marco de la puerta.

-Bueno, ¿Y que estabas haciendo?

-Nada

-Ah, pues yo me iba ya a dormir...

-¿Puedo quedarme aquí?

-No

-Por favor, mi compañero de habitación ronca mucho y a ti te sobra una cama...

Eso era verdad, pero apenas lo conocía para que se quedará en mi habitación toda una noche...

No sé porqué pero asentí, Henry al instante dejo su cara triste para sonreír de oreja a oreja, y se abalanzó sobre la cama que había al otro lado de la habitación.































No Sé Cómo Ponerle Donde viven las historias. Descúbrelo ahora