shikamaru

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—Deberías dejar de orinarme.

Sasuke abre los ojos a medias, observando la mata de pelos rosados que saltan de aquí para allá en toda su cara haciéndole cosquillas en la nariz, aun así él estaba más que cómodo en aquella posición, el único problema sería que ella lo acaba de despertar en medio de la noche para tener una plática moralista. Y eso le arruinaba la comodidad. Los pelos empezaron a hacérsele insoportables, su cuerpo pegado al de ella empezó a calentar demasiado y de pronto se sintió demasiado sofocado.

Separó su cuerpo del de ella, volteó dándole la espalda, agarró un poco más de la sábana, se tapó hasta la barbilla e intentó dormir.

Sakura observaba a su chico con la boca abierta, indignada por tal cierre de una conversación que ni siquiera había comenzado, decidida a no darse por vencida, se acercó a él, incorporándose hasta quedar sentada y abrazó sus rodillas.

—Como dije, deberías dejar de orinarme como si fuese de tu propiedad.

—Yo no te estoy orinando —replica el hombre de repente, Sakura observa como el muchacho la vuelta, destapándose con el rostro tenso—, pero esos idiotas parecen no entender que saliste del mercado hace mucho.

—¿Disculpa? ¿Salir del mercado? ¿Cómo así?

Sasuke bufó.

—Mala elección de palabras —masculla irritado.

—Ya lo creo.

—Sakura —advierte en tono neutro—, solo cierra la boca y duérmete.

Ella puso un puchero poco antes de sentir los labios del Uchiha sobre los suyos, abrió la boca incitándolo a seguir. Sasuke no se hizo de rogar, sintió a la chica acomodarse hasta quedar echada, con él sobre ella.

El gemido que le arrancó sirvió como un potente estímulo para Sasuke, quien agarró la parte superior del infantil pijama de la Sakura con la intensión de sacárselo. Dejó su estómago desnudo, besando su cuello, siguió destapándola poco a poco hasta sus pechos. Poco antes de sacar la prenda por completo, la puerta sonó una vez.

Sasuke apartó las manos de Sakura quien intentaba bajarse nuevamente el camisón para liberarse.

—Ignóralo —musitó él, volviendo a su trabajo de desnudarla.

La puerta sonó otra vez, con más urgencia, Sasuke gruñó furioso cuando su compañera ganó la batalla de detener el acto.

—Disculpen la intromisión.

Escucharon el sonido de la puerta abriéndose en el primer piso. Sasuke reconoció la voz de inmediato, y Sakura también, frunciendo el ceño se levantó de la cama, saliendo de la habitación apresurada, dejando a su aún con ganas pareja en la cama, con el rostro bañado en disgusto.

—¡Shikamaru!, ¿qué sucede? —escuchó la suave voz de la peli-rosa.

—Lamento mucho buscarte a estas horas, te necesitamos en el centro de investigación. Eres la única que se me ocurrió buscar, tienes una mente muy intuitiva y necesitamos a alguien más que nos ayude. Tal vez tus conocimientos nos ayuden. ¿Crees que puedes venir?

Apretando la mandíbula salió de la cama, si Sakura no lo mataba ahora, lo mataría él luego. Maldito bastardo. ¿No podía esperar un par de horas más? Era tan tarde que el hoy se había transformado ya en ayer; esto era una falta de respeto. Trató de recordar cuándo diablos no puso seguro a la puerta de entrada, pero cuando lo hizo trató de olvidarlo al ser el culpable de aquello.

¿Qué idiota se atrevía a pisar terreno del Clan Uchiha, de madrugada, sin invitación? Colgaría un cartel de persona no grata con la foto del Nara en la entrada de la villa Uchiha.

—Es muy importante, ¿verdad? —suspiró Sakura en el momento que entró al recibidor.

Observó la escena. Sakura se encontraba de pie en medio de la habitación, luciendo encantadoramente desalineada mientras trataba de espabilarse. A un metro de ella se encontraba Shikamaru, sin la decencia de parecer arrepentido por la interrupción.

Y luego cuando asesinaba a sangre fría, la culpa la tenía uno, ¿verdad? Era por gente como Nara que existían asesinatos sin pudor alguno.

—Lo siento —respondió. ¡Mentira! Ese maldito perezoso no lo sentía, su expresión impaciente parecía esperar que Sakura aceptara de una vez por todas, y eso solo le molestaba aún más.

Sakura volteó a verlo, notando su presencia. Fue ahí que pudo apreciar el rubor en las mejillas de ella, producto de lo que había sucedido en la habitación minutos atrás. Si solo no hubiera aparecido ese

—Está bien —aceptó ella, lanzando un suspiro—. Iré de inmediato.

Le vio sonreírle mientras se despedían, algo pinchó horriblemente en su pecho. Mierda.

No sabía qué estaba esperando: que pateara el culo desvergonzado del Nara y lo mandara a volar hasta Suna, ¿tal vez? O puede que aceptara ir una vez amaneciera. Pero no, allí estaba ella luego de cerrar la puerta, lanzándole una mirada de disculpas.

—Sasuke-kun…

—Hmp.

—No te enfades —pidió la chica; eso solo lo enfadó más. No podías pedirle a una persona molesta que no se molestara, era ilógico, estúpido, sobre todo porque aún tenía un problema en la parte baja que al parecer fue olímpicamente ignorado por los demás y que no tendría una pronta solución.

—¿Ahora elijes a un cerebrito por encima de mí? —masculló volviendo a su habitación.

—No es verdad —se apresuró ella, siguiéndole—, tú también eres un cerebrito.

No sabía si aquello era un cumplido, pero al Uchiha solo le dieron ganas de golpearse la cabeza contra la pared de la casa, en su lugar solo envió una mirada envenenada hacia su chica.

—¿Mala elección de palabras? —sonrío ella con nerviosismo, al detectar que había cometido un tremendo error.

Sasuke no le respondió, se limitó a entrar en la habitación y cerrar de un portazo la puerta. Sakura observó durante medio minuto la entrada, con la boca abierta, sin poder creer lo que había pasado. Aquel arrebato de celos había atacado nuevamente. Quiso quedarse para platicar, pero tenía trabajo que hacer.

Que él no se quejara: ella también quería terminar aquello que interrumpieron.
COMTINUARA ........


Los celos de elDonde viven las historias. Descúbrelo ahora