Único

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El rubio entró al departamento que compartía con su marido el cual se asomó con sus habituales pantalones deportivos cortos que dejaban a la vista las pecosas y bien fornidas piernas del héroe, camiseta suelta, un mandil rosita y con la sonrisa más hermosa que iluminaba cada día de la existencia de Katsuki.


— ¡Bienvenido a casa! Llegaste a tiempo, estoy terminando de hacer la comida ¿Cómo te fue hoy, Kacchan? – El entusiasmado pecoso fue en dirección a su esposo, ayudándolo a quitarse la chaqueta que llevaban era invierno así que al rubio le gustaba


Ambos se dirigieron a la cocina donde al fin el rubio se dignó a hablar — ¡Me fue como la mierda! Un villano imbécil uso su quirk en mí con el puto ojeroso, me quede con ganas de darle una maldita paliza, pero ya verás cuando el efecto pase lo iré a sacar de la cárcel para explotarle la puta cara


El chico de rizos verdes servía la comida, mientras escuchaba a su marido, sin duda se veía molesto, se retiró su mandil para sentarse frente al rubio, lo veía bien, nada nuevo, absolutamente nada diferente, ni en cuerpo ni en personalidad
— Bueno Kacchan... ¿Qué les hizo su quirk?


El rubio empezó a comer furiosamente con su entrecejo arrugado por su expresión de perro rabioso enfurecido porque le quitaron la comida, aunque en este caso era al revés, la comida era la que sufría las consecuencias de su furia.



— Nos cambió el puto quirk, ahora el idiota ojeroso debe estar en poco movimiento para no sudar ni tampoco friccionar sus manos o el estúpido va a explotar al otro lado del país porque no será capaz de controlar mi quirk


La boquita del pecoso se abrió, demasiado impactado por la noticia, seguro ahora debía haber alguien cuidando de Hitoshi, ya que el quirk de Kacchan no era tan controlable como el de lavado cerebral.


— Y me prohibieron hablar, obviamente no puedo no hablarte porque empiezas a imaginar estupideces, nerd – El aludido sintió su carita arder mientras la comida se le quedaba en las mejillas poniéndolas más gorditas, porque sí, a veces era un poquito dramático cuando se trataba de su amado y lindo esposo.


— ¡Puedes practicar conmigo, Kacchan! Sé que jamás me harías daño, así que después de la comida y un buen baño puedes practicar conmigo, sería injusto que no puedas hablar ¿Saben cuánto durará el efecto?


El rubio negó ante la última pregunta, aunque no le parecía mala idea practicar, quizá así podría incluso ir a su trabajo, el cual le había dado el permiso de faltar cuando él ni siquiera lo pidió, no le dio la tunda de su vida al villano porque estaba en shock, no podía hacer sus explosiones además que tuvo que tranquilizar a Shinso el cual estaba haciendo explosiones como loco sin poder controlarlo.


Continuaron comiendo, lo bueno es que ambos amaban los silencios que a veces había en casa y solo necesitaban llamarse para saber si necesitaban algo, así que no era una situación extraña, no por el momento.


Fueron a la bañera, donde Katsuki se dejó mimar por su esposo, siendo bañado como si de una mascota se tratará, pero amaba las manos de Izuku recorrer su cuerpo lavando con cuidado y devoción mientras le decía lo mucho que lo amaba y le daba besos o caricias "Me lo merezco" Pensó Katsuki recordando el día de mierda que había tenido, claro que merecía que su esposo lo llenará de amor.


Cuando estaban secando su cuerpo, aún desnudos, Katsuki llamó al pecoso
— Izuku ¿Podrías pasarme mi crema corporal? – Pidió amablemente, cosa que ya era más habitual, el rubio había aprendido a no ser TAN demandante a la hora de pedir algo, pero solo con su adorable y pecoso marido.


- ¡Claro, Kacchan! – El joven estaba terminando de secar sus ricitos con una toalla, mientras otra rodeaba su cintura, pero entonces el pecoso se quedó quieto, el rubio arqueó una ceja mientras aclaraba su garganta


— Izuku, dame la crema corporal – Como si recién lo hubiera escuchado, el pecoso tomó el objeto y caminó con calma hacía su esposo, el cual notó como esas esmeraldas que tanto amaba habían perdido color, como si fuera un zombie, uno muy adorable.


Maldijo para sacudir al pecoso para que reaccionará, cuando este lo hizo volteo a los lados algo confundido
— ¿En qué momento me moví?


El pecoso apenas razonó un poco, abrió su boquita para luego reír por lo absurda que era la situación, si con Hitoshi caía fácilmente en la hipnosis con Kacchan estaba destinado a la perdición, siempre le respondía hasta sus bufidos.


Mientras Izuku pensaba eso, algo cruzó por la mente de Bakugo, algo muy pero muy sucio, aunque si su pecoso accedía no le veía problema, sus manos rápidamente fueron a la cadera del pecoso y lo tiro a la cama, acomodándose sobre él.


El de ricitos apenas soltó un gritillo de sorpresa mientras su rostro tomaba un lindo color rojizo por la posición en la que se encontraban ahora
— Dijiste que me ayudarías a practicar, Izuku... ¿Lo harás, Nerd?


El de pequitas asintió haciendo rebotar sus ricitos, sin vergüenza, Katsuki empezó a besar el cuello contrario, haciendo que las manos con cicatrices de Midoriya se enredaran en sus rubios cabellos, jadeando, los labios de su esposo eran su debilidad.


Se pusieron de pie para quitarse las únicas molestas telas que cubrían sus fornidos cuerpos; Las toallas en sus cinturas.


— Izuku... ¿Serás un buen esposo y vas a complacerme? – Preguntó el rubio relamiéndose los labios por ver el precioso cuerpo del chico de cabellos verdosos, entonces observó esos bonitos labios durazno abrirse.


— Lo haré, Kacchan – Los iris verdes perdieron color de manera rápida, entonces Katsuki supo que había logrado controlar el quirk, parecía que era bastante sencilla, por lo que recordaba, a Hitoshi lo que le afectaba era intentar controlar a un gran número de personas.


Él solo quería controlar a Izuku, así que eso iba a hacer, se quedó pensativo, se acercó a un cajón que tanto él como su marido conocían muy bien, sacó un bote de lubricante y un dildo de buen tamaño, entonces se acercó al pecoso.


— Ponte en cuatro, cariño, alza ese bonito culo – El pecoso solo obedeció, su pecho pegadito a la cama, los deliciosos y gordos glúteos repletos de pecas, sin esperar, el rubio abrió el lubricante, echando una porción mucho más que generosa en medio de las nalgas de su esposo.


Sus dedos empezaron el trabajo, acariciando la entrada anal para luego abrirse paso en la misma, los gemidos contrarios no se hicieron esperar, entonces el rubio se quedó pensando en algo ¿Por qué estaba preparando él a su marido?


Sacó sus dedos y se sentó al borde de la cama, con un pañuelo limpio sus dedos del viscoso líquido mientras sonreía con altanería dándole el lubricante y juguete a su novio, alcanzando su celular, del cual abrió la cámara poniendo a grabar, acarició su propia erección gruñendo.



— Prepara tu entrada Izuku, usa tus dedos, quiero ver tu culo abierto – El de pequitas permaneció en la misma posición, su mejilla quedo contra la fría cama, una de sus manos fue a su trasero, abriéndolo para la vista de su esposo.


La mano libre no tardo en ir a su entrada, metiendo un dedo en su interior, los gemidos del pecoso eran exquisitos, cuando el rubio se aburrió, terminó el video, quizá sería lo único que grabaría pero sí que deseaba tener fotos eróticas de su esposo
— Detente.


Se acercó a su esposo, alcanzó el juguete anal ingresándolo lentamente en el interior del de ricitos verdosos, el pecoso había arqueado su espalda, su cuerpo temblaba, sintiéndose totalmente perdido por el placer, más que por la hipnosis.


Como esperaba, el pecoso sabía lo que pasaba, no estaba inconsciente, solo estaba en trance así que disfrutaba demasiado lo que estaba ocurriendo, suspiraba, gemía y solo sentía como su interior era atacado por el juguete con tamaño similar al pene de su esposo.


Fue jalado y observo la sonrisa malévola de su esposo rubio, estaba más que maquinado todo lo que le iba a hacer.



— Ponte de rodillas y abre la boca – Sin esperar el de ricitos se dejó caer y separó sus labios, abriendo su boca


El rubio dirigió su erección a la boca del pecoso, ingresando lentamente, dejando salir un gemido largo, lleno de satisfacción.


La mirada esmeralda pérdida, el rubio abrió sus piernas para darle más acceso a su novio, su mano se posó en los ricitos verdosos para darle suaves embestidas, se sentía muy excitado, su pecoso estaba totalmente a su merced pero no quería hacer todo el trabajo.


Sin vergüenza, le dio un suave golpecito a la mejilla de su esposo el cual reaccionó y su precioso rostro tomó color por notar que tenía la erección de su esposo profundo en su boca y en su trasero estaba un consolador, haciéndolo sentirse totalmente lleno.


— Anda, usa esa deliciosa boca, sino volveré a controlar tu bonito cuerpo


El de pecas solo obedeció, se sentía caliente ahora, mucho más excitado, había empezado a mover su cabecita, sus manos usaron los fuertes muslos del rubio como soporte.


El sonido de chapoteo, por el líquido preseminal y la saliva mezclándose, era exquisito además que el rubio disfrutaba de ver a su esposo mover su cadera en busca de placer con el juguete sexual.


Izuku hizo un adorable bizco, sintiéndose demasiado excitado, llevando la erección de su esposo más profundo, logrando llegar a su garganta.

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