Capítulo 9 - LA VÍCTIMA

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 Estoy sorprendido de cuánto licor puede consumir, Sofía no tiene fondo. Llevamos una semana en Barcelona, pero ha parecido más tiempo, una mujer de redes sociales es lo que tengo a mi lado, publica lo bonito, aparenta una vida perfecta, a penas para esta familia, ahora entiendo por qué la eligieron como mi esposa.

Todos los días desde que emprendimos viaje, se ha alcoholizado hasta perder el sentido, de vez en cuando tenemos sexo, pero nada relevante, mi desempeño no es el mejor y eso la molesta, no entiendo como hay hombres que, sin escrúpulos, se van acostando con la primera que se le cruza. Yo tengo mis principios muy claros y si no existe un mínimo de atracción o empatía, no lo hago.

Es una mujer caprichosa, bastante autoritaria, se pone violenta cuando algo no sale como ella quiere y pierde el control con facilidad, así es quien me acompañará hasta que la muerte nos separe.

Es nuestra última noche en España, mañana partimos a París, yo, solo quiero ir a los museos, ella, quiere ir a las discotecas de moda...

Hoy no ha bebido, pero su cara de molestia no me permite establecer conversación, quisiera al menos, tratar de conocerla un poco, ella no lo permite, creo que tal vez, en el fondo, pueda tener algo que me agrade.

Parezco niño, maravillado con la hermosura de los paisajes que veo en el camino, ella ni se inmuta, total, es una mujer de mundo y me imagino que ha pasado muchas veces por aquí.

No terminamos de descargar las maletas cuando va saliendo con una botella de licor en la mano.

—¿Vas a seguir bebiendo?

—¿Y cómo qué otra cosa podría hacer?

—Vamos a conocer la ciudad.

—La conozco al derecho y al revés, lárgate mejor, total, aquí no me sirves de nada.

Hago caso a sus palabras y me marcho.

Ya que estoy solo, decido ir de tour por los museos, cada obra es más fascinante que la anterior, me adentro en el mundo de cada cuadro y me imagino aquella escena que inspiró al pintor, en ires y venires, escuché una voz familiar...

—¡Sebastián!

—¿Alexia?

—Si, soy yo, vaya, ¡qué guapo! —Vociferó acercándose con los brazos abiertos.

—El mismo chiquillo de siempre.

—No es cierto, estás diferente, oye, —Hizo una pequeña pausa —Si no estás ocupado, ¿te gustaría ir a tomar algo?

Yo sabía a donde iba esto, sin embargo, decidí aceptar.

Me lleva al hotel donde se está hospedando y entramos al bar, entre copa y copa me cuenta sobre su vida y sus ocupaciones, debo decir que amo el entusiasmo con el que habla, siempre me subía el ánimo.

—Por ahí vi que te casaste, pero te veo aquí solo, ¿dónde dejaste a tu vieja?

No puedo mentirle, ella me ha visto en momentos muy vulnerables de mi vida, así que desahogo mis frustraciones en esa conversación.

—Te tengo la solución, saca el dinero que más puedas y escapemos juntos.

—¿Escapar? Qué idea tan absurda.

—Bueno, entonces sigue viviendo de apariencias.

Ella lo veía tan fácil y en parte lo es, pero no me atrevo, temo a mi padre de tal manera, que, aun siendo un hombre hecho y derecho, prefiero someterme a sus órdenes.

—Ya que no quieres escapar, por lo menos, vamos y recordemos viejos tiempos, —Me dice mientras me arrastra a su cuarto.

Es feo comparar, pero, el mejor sexo de mi vida lo he tenido con Alexia, siempre hemos conectado muy bien y aunque desde el principio se habló de no meterle el corazón, sé que estoy enamorado.

Si tan solo pudiera desempeñarse así con mi esposa, tal vez las cosas serían diferentes.

En la noche regresé al hotel, con un gracias y sin un número telefónico o una dirección donde encontrarla.

Al llegar, Sofía estaba enloquecida, rompiendo cosas, la gente del hotel estaba por llamar a los policías, yo intervine para evitarlo y subo de inmediato a la habitación para saber que sucede.

—¿Dónde estabas?

—En la ruta de los museos, como no quisiste ir.

—Nos vamos ya de este lugar, esta gente no sabe tratar a sus huéspedes como merecen.

—¿Por qué lo dices?

—Yo pago y deben hacer lo que yo quiera.

El gerente del hotel, me explica la situación, Sofía se encontraba en el área familiar de descanso del hotel y se molestó porque le señalaron que allí no podía fumar ni beber, para ella, el más grande insulto...

Encargo a las asistentes de empacar maletas y bajo a la recepción junto con el gerente, pido disculpas una y otra vez por el comportamiento de mi esposa y dejo una fuerte cantidad de dinero para cubrir los daños.

Regreso por Sofía y apenas puede mantenerse en pie, me recibe con insultos y al ver que no le presto atención, me lanza la botella de whiskey en la cara, con tal mala suerte que esta se rompió y me cortó, yo, alcancé a girar un poco la cabeza y a cubrirme medianamente con las manos, estas recibieron el mayor impacto, sangré mucho y me llevaron al hospital más cercano; ella solo gritaba que ojalá me muriera por poco hombre.

Me preguntaron cómo me hice la herida y no se me ocurría nada para responder, finalmente dije que iba corriendo con una botella en la mano, tropecé y caí, en el impacto esta se rompió y yo me corté.

Ahora, siento miedo...

LOS HOMBRES TAMBIÉN LLORAN (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora