Capítulo 29

1.2K 73 3
                                    

— Vine a ver a una amiga —respondió Ian.

— Bien, pues ya la viste, ahora te puedes ir — dijo Nadir, mientras se adentraba más a la habitación.

¿Por qué tenía que ser tan grosero?

— Pues la verdad es que no había terminado de hablar con Fabi — volvió a decir Ian, mientras se paraba de su sitio, quedando frente a Nadir.

Ambos se miraban fijamente, pareciendo ser rivales en vez de amigos. Ante su extraño enfrentamiento, no pude evitar fijarme en las intimidantes poses de ambos. Ian era alto, pero no más que Nadir. Ambos eran musculosos e imponentes, todos unos adonis, atractivos a la vista de cualquier chica.

— Yo creo que sí acabaron.

— Nadir —intervine finalmente en dicha conversación que no iba a ningún lado. — ¿Querías algo?

No me gustaba que la primera vez que venía a verme, era generando una innecesaria discusión.

— Quiero hablar contigo —dijo, dirigiendo esta vez su mirada en mí. —A solas, preferiblemente.

La rivalidad entre estos dos es un tema que dudo entender en algún momento de mi vida. Se llenan la boca diciendo que daban la vida los unos por los otros, pero después te los encuentras discutiendo por tonterías.

— Ian nos dejas, por favor —pedí, intentando que el ambiente dejara de transmitir unas vibras tan malas. Ian, afortunadamente, se retiró sin decir ni una palabra, pero dirigiéndole una última mirada a Nadir.

Un incómodo silencio se instaló en la habitación, una vez me quedé sola con Nadir.

Mentiría si dijera que no quería que viniera, de hecho llevaba semanas esperando su visita, pero no así. Nadir era una persona que me dejaba sin paciencia con gran facilidad, quitándome a su vez todas las ganas que tenía de verlo.

No seré mentirosa y no negaré que estaba esperando su visita, pero al ver que las semanas pasaban y él no venía, una pizca de decepción fue creciendo en mi interior, tanto que al tenerlo ahora aquí delante de mí, no sé si me alegra o me molesta.

— Ya estamos solos —dije, rompiendo el silencio. — Ya puedes hablar.

— Creo que la que más tiene que hablar aquí eres tú —dijo él, dejándome totalmente confundida, a la vez que anonadada.

— ¿Cómo dices?

— Lo que oyes —dijo mientras se acercaba más hacia donde me encontraba. — Te dejé descansar y recuperarte todas estas semanas, ahora quiero que me expliques cómo fue que se te ocurrió coger una maldita moto.

— Yo...

— Y no solo eso — siguió hablando, logrando que todo mi cuerpo se contrajera. — Te atreves a coger una jodida moto, grande y pesada, poniéndote en peligro a ti y a Roque. —su tono era fuerte, a pesar de su bajo volumen. Estaba enojado, y no podía culparlo.

— No pretendía que todo esto pasara — dije apenada, recordando ese horrible día.

Intenté borrar ese día de mi cabeza muchas veces. No quería recordar el accidente ni el cómo había puesto en riesgo la vida de Roque, pero sobre todo, no quería recordar a Paul...

Nadie sabía nada, y pretendía que jamás lo supieran. Puede que mis ganas de ocultarlo todo fuera una estupidez, pero no quería involucrar a nadie con las horribles intenciones de Paul.

— Lo que pretendías o no, no me interesa. Pusiste en riesgo dos vidas y eso no es una tontería que se perdona como si nada — su fuerte tono me daba ganas de llorar. Sabía que lo había hecho mal, pero que me lo recordara, me hacía sentirme peor. — Mejor dime, ¿qué pasó ese día? — preguntó, logrando que todo mi cuerpo se tensara.

Falsas Verdades (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora