Extra

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—N-, No puedo ser más directa. —musitó tímidamente la pequeña albina.

—Tú puedes, querer es poder. —Frente a ella una mujer sonreía ferozmente—. Si no lo haces tú no lo hará él. Ten confianza en que tus encantos ya llegaron a su corazón.

En una habitación de karaoke, Kanata y Shinobu estaban finalizando una reunión estratégica.

—Ya lo tienes en el bolsillo, ve con él.

—Senpai...

Su contraparte solo sonrió y alzó su dedo pulgar.

No dijo nada y abandonó la habitación, dejando adentro a Kanata.

Sola, incomprendida y temerosa del futuro, la Ubuyashiki agarró su cabeza y tiró levemente de su cabello blanquecino.

¡No puedo ser más directa con él! ¡Moriría de vergüenza!

Nivel de dificultad del próximo paso: Imposible para el corazón de doncella de Kanata.

Genya, solo ámame y no me hagas decirlo...

Un gran suspiro escapó de ella.

Tras calmarse un poco, se puso en pie y recogió el teléfono propio que había dejado en una mesa que había entre los asientos del karaoke.

Había quedado con su amor platónico de ir a comer en una nueva cafetería de gatos que había abierto en cercanías a la casa del Shinazugawa.

Tuvo que caminar un rato, pero no podía permitir irse en taxi o algún otro transporte; no le faltaba dinero, pero se le saldría el corazón si miraba a Genya tal y como estaba en esos momentos.

—¿Kanata?

—¿¡Hya!?

Escuchar de repente la voz del joven de cresta la asustó a niveles insospechados.

—G-, Genya-kun. Qu-, Que sorpresa, creí que nos veríamos en una hora. ¿Qué haces por aquí? No pareces vestido ¿compras? ¿Ibas para tu casa? ¿Te interrumpo? —habló, y cada vez aumentaba su velocidad de recitación.

—Calma, calma.

Genya ríe y deja su mano sobre la pequeña cabeza de Kanata, acariciándola tan pronto puede.

—Estaba haciéndole un recado a Aniki ¿Qué haces tan temprano?

En una maniobra, quizás descarada para muchos, la mano de Genya se desliza por su cara hasta tirar levemente hacia arriba el mentón de Kanata, causando una risa en ella.

—Estaba nerviosa y me vestí rápido.

—¿Una hora? —preguntó extrañado.

—Una hora. —respondió ella segura.

Quedan en esa posición unos segundos, hasta que Genya se averguenza de hacer algo tan impropio de sí mismo y se aleja.

—Lo siento.

Kanata ríe. —Fue idea mía, no te preocupes. Gracias por recordarlo.

Si alguna vez él le acariciaba la cabeza, tendría que sostener su mentón. Esa había sido el único requisito que ella le exigió frente a la manía de Genya de mimar su pelo.

—¿Quieres ir a casa? Mamá estará contenta de volver a verte.

—¿Será...?

A pesar de la gran seguridad de Genya, Kanata dudó.

—Está bien, ven conmigo.

Él tomó su mano y tan pronto ella lo siguió, la soltó.

Al sentir esto, Kanata frunció el seño e hizo una mala cara.

—¿Deberíamos ser novios? —comentó vagamente con descontento.

Sin embargo, al caer en cuenta de lo que dijo, tapó su boca de inmediato con ambas manos.

No me escuchó ¿verdad! —Miró hacía él, estaba rojo hasta las orejas—. ¡Carajo!

—Si eso quieres.

Él caminó.

Ando más rápido que de costumbre, dejando abandonada a una Kanata con su pequeña boca abierta.

*grititos incomprensibles*.

Al final del día, Kanata fue formalmente presentada como novia de Genya.

Con brincos y saltos - GenKanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora