Uno

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 Él era el capitán América, pero nunca evaluó ni creyó elegir que eso conllevaría poner en peligro a quienes amaba.

Él hubiera aceptado cualquier cosa, pero no estar en ese momento, con su hija en brazos, viendo como el avión comenzaba a caer en picada sobre el hielo. No quería aquello, pero solo cedió todo para retroceder con la pequeña niña de cinco meses en sus brazos; ella lloraba, seguramente se debía porque la turbulencia y el ruido del avión la golpeaba fuertemente en el oído.

Steve se sentó en el espacio que creía más seguro y le cubrió los oídos. Las lágrimas de él caían, de impotencia y lástima sabiendo que no había nada que pudiera hacer por aquella bebé, su hija biológica.

—Lo siento, cariño— él no se permitió cerrar los ojos porque no quería perder ni una imagen de ella— . Pude hacer más, es cierto— su voz se comenzó a quebrar, observándola. Definitivamente era su hija, y podía asegurar que la razón a la que no se parecía a su madre era por su suero; la niña tenía sus cabellos débiles rubios pero notorios, también sus ojos azules brillaban el doble con los de su padre. — Oh cariño— murmuró apegando su frente a la de ella, y ese fue el último tacto que sintió.

(...)

Abrió sus ojos levemente, y cuando su cabeza fue lo suficiente para comenzar a funcionar, se sentó adolorido. Aturdido con la radio, echó un ojo a la habitación y se detuvo al ver a la bebé durmiendo. Abrió levemente su boca al acercarse hacia la bebé; era su hija, podía asegurarlo viendo cada detalle. Llevó su mano temblorosa hacia el cuerpo en incubadora y extendió la mano hacia el agujero para introducir su mano; estaba caliente ahí dentro, pero la piel de ella estaba apenas cálida.

¿Por qué Peggy no estaba con ella?

El partido chilló y él giró alarmado, desviando su cabeza hacia la enfermera que entraba con una sonrisa—Buenos días, o es de tarde, tal vez.

—¿Dónde estamos?

—Ustedes están en un hospital de Nueva York—miró a la niña, y Steve hizo lo mismo, pero aún aturdido con la radio. Observó la ventana con ruidos que no había escuchado.

—¿Dónde estamos? ¿De verdad?

—Temo que no lo entiendo.

Cada nervio comenzó a correr por su espina—Ese partido es de mayo del 41. Lo sé, yo estuve ahí—se levantó tomando la incubadora de forma protectora— Lo preguntaré otra vez, ¿Dónde estamos?

—Capitán Rogers...—dos oficiales entraron por la puerta, y Steve los pateó hacia atrás, rompiendo una especie de estructura y tomó la incubadora con cuidado.—¡Cuidado con la niña!

Claro que iba a tener cuidado, era su hija. Empujó a quien pudo, y salió hacia la calle aturdido con la infraestructura. Quedó varado en la calle, observando todo hacia los costados hasta que autos lo rodearon. El hombre caminó hacia él, solo para soltarle la cruda realidad: había despertado setenta años luego.

Y su cuerpo solo se destensó cuando el llanto hizo que todos miraran la incubadora—Si quieres a tu hija bien, deberá venir con nosotros.

Y con poca confianza, no se apartó de ella mientras procesaba que lo único que había salvado a aquella niña era los genes de él.

No era fácil despertarse siete décadas luego, así que no se negó a una habitación para él y su hija. Y como siempre, las cosas no son gratis en el mundo capitalista en el cual vivían; no era que se quejaba del sistema, pero desearía que fuera más fácil. Y al estúpido trato que le propusieron, aceptó con la condición que juraran proteger a esa niña.

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⏰ Última actualización: May 01, 2022 ⏰

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Where is my mom?// Romanogers  AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora