Capítulo 2

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Era domingo

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Era domingo. Las clases de la semana habían terminado desde el viernes. Ahora Jungkook estaba a punto de terminar su turno en la pastelería donde trabajaba como ayudante. Los días de la semana habían transcurrido con normalidad y sin la presencia del impertinente Park Jimin, invadiendo el espacio personal de Jungkook cada mañana. Jeon se había sorprendido a sí mismo, inesperadamente, buscándolo en los alrededores, cuando llegaba a la universidad. Hasta cierto punto, se le había vuelto costumbre tener a Park revoloteando a su alrededor. Para alguien como él, siempre solitario y de pocos amigos, las conversaciones con Jimin, por más irritantes que fuesen en ocasiones, eran de las pocas oportunidades para escuchar su propia voz.

No lo extrañaba. Sería ridículo pensar eso, era solo una cuestión secundaria a la costumbre y la resignación. Pronto todo volvería a ser como antes, y ni siquiera recordaría la voz de Jimin, o su sonrisa que hacía a sus ojos volverse medias lunas, o sus gruesos labios, que se veían tan sensuales cuando los mordía, o su esbelta y hermosa figura, con ese redondo trasero siempre marcado por sus ajustados jeans.

«¡Qué mierda estoy pensando!».

Jimin era un periodista, aún no se graduaba, pero por rumores se había enterado de que estaba haciendo pasantía en uno de los diarios más importantes de la ciudad. No era más que otro de esos carroñeros de primicias, que solo pensaban en sus intereses, y no tenían intenciones de cambiar nada con sus artículos. Todos eran iguales, llegando con sonrisas y apariencias falsas, llenando de mentiras las mentes de sus oyentes. Engañaban sin pudor. Jungkook lo sabía, su cuerpo lo recordaba. Confiar había sido su error. Tener esperanza había sido un error. Confesar todos los maltratos que sufrió en su infancia había sido un error. Todo se tergiversó con un fajo de billetes de por medio, la verdad fue enterrada y él se ganó la golpiza de su vida.

Sacó su mente de los oscuros recuerdos de su pasado, cuando el tono de llamada destinado para Kim Taehyung, hijo de su salvador y la única persona en quien confiaba, se escuchó desde su carpeta. La llamada entrante solo significaba que era momento de empezar la usual rutina de fin de semana.

—Tae, ¿a qué hora empezaremos?

—Ya estoy en el laboratorio, puedes venir cuando quieras.

—En una hora estaré ahí.

Al ver a Jeon listo para irse, Jung Hoseok, el dueño del local, como siempre, le entregó la materia prima y chucherías sobrantes del día; era una de las pocas personas que sabía lo que Jungkook hacía con esos dulces, y como parte de un acuerdo mutuo y silencioso, se los entregaba cada fin de semana, de todos modos se perderían si nadie los consumía.

Jungkook se bajó de su bicicleta y subió las escaleras hasta su pequeño departamento. No tenía mucho, solo era un cuarto en el que había acomodado un cocina con lo básico, una cama, un clóset y una pequeña mesa que usaba para comer y estudiar; usaba el baño público de la esquina, el lugar era higiénico y barato. Era lo más que un huérfano como él podía permitirse mientras pagaba sus estudios. Más de una vez, Seokjin, padre de Taehyung y su padre adoptivo, le había ofrecido seguir viviendo con ellos. Pero en cuanto había alcanzado la mayoría de edad, Jungkook había decidido seguir por su cuenta, ya demasiado habían hecho por el y demasiado les debía.

Criminal candy ❀ 𝐣𝐤𝐦 ~ 𝔽𝕚𝕟𝕒𝕝𝕚𝕫𝕒𝕕𝕒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora