Capítulo 2 - Tentaciones

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ADVERTENCIA: HAY UNA PEQUEÑA ESCENA SUBIDA DE TONO.

Han pasado ya 6 meses del juicio y la condena a muerte de la prófuga de los Engelhardt. Los Siete Grandes le dieron unas merecidas vacaciones a Edelina por sus grandes servicios para atrapar y enjuiciar a quienes violaron el Supremo Estatuto.

-¡Ahora sí podrás disfrutar de París madre! -exclamó Aaron.

-Preferiría estar haciendo mi trabajo como matriarca de la familia. -contestó ella..

-¡Vamos madre, relájate! Haces demasiado por esta familia y sabes bien que mereces estas vacaciones.

-Es más satisfactorio para mi, dedicar mi tiempo a los asuntos de la familia, que vacacionar. -bufó la matriarca. Deberíamos retomar tus prácticas para cuando ocupes mi lugar.

-Eso sí los Siete Grandes me escogen entre mis primos. -respondió Aaron.

-¡Oh vamos hijo! Tienes más talento para ser el siguiente líder de la familia que cualquiera de tus primos. -dijo Edelina.

-¿Sin presiones verdad? ¿Y qué si quiero dedicar mi vida a otra cosa?. -cuestionó el joven.

-Lo que sea que desees seguir en tu vida, puedes hacerlo al mismo tiempo que dirigir la familia. -respondió Edelina con tono de sentencia.

-Claro como tú has hecho con tus pasatiempos. -replicó Aaron- Ya que tu estarás pendiente de los asuntos familiares, iré a recorrer París.

-No vuelvas tarde, en la noche iremos a dar un paseo por el río Sena y seguiremos esta conversación.

Aaron no respondió y se dispuso a recorrer y conocer las bellezas de la Ciudad del Amor. Había oído que el jardín de Monet en Giverny, era ideal para desconectarse del ajetreo de la ciudad. Estaba parado en el puente, observando el estanque plagado de nenúfares, cuando oyó una voz femenina

- Hola, ¿será que puedes ayudarnos?

Aaron volteó en dirección de aquella voz, y cuando sus ojos hicieron contacto con las muchachas, quedó perplejo ante la belleza de ambas.

-¿Hola? ¿Puedes ayudarnos o no? -preguntaron nuevamente.

-Eh, sí, claro, ¿en qué puedo ayudarlas? -dijo Aaron

-Tenemos que subir un par de cosas a nuestro nuevo departamento, y nuestros nuevos vecinos no son muy amables. -le respondieron

-De acuerdo las ayudaré, ¿estamos lejos de aquí?

-No, solo son un par de calles hacia abajo.

-Bien, en ese caso, las sigo. Por cierto mi nombre es Aaron Engelhardt.

-Somos Laurelei y Brandy Tenteinet, un gusto conocerte. -contestaron las muchachas..

En la entrada al departamento, Aaron vió un par de cajas pequeñas junto a la puerta.

-¿Eso es lo que hay que subir? Son solo dos cajas pequeñas - dijo asombrado.

-Si es solo eso. -contestó Laurelei.

-Pero contienen cosas delicadas y pesadas. -agregó Brandy.

Aaron recogió una de las cajas, la cual le pareció muy liviana, aún así no dijo nada.

-Bien, ustedes vayan delante y yo las sigo.

-Perfecto, es por aquí. -respondieron las muchachas.

El trío ingresó al departamento, las chicas le indican a Aaron que deje la caja sobre la mesa de la sala de estar, que luego irían a buscar la caja que quedó debajo. Así lo hizo Aaron, pero al darse vuelta ellas habían desaparecido.

-¿Laurelei? ¿Brandy? ¿dónde están?. -preguntó mientras las buscaba.

-Estamos aquí en la habitación. -le respondieron. Ven por favor.

Aaron se dirigió a la habitación, y al pasar por la puerta, las muchachas estaban sobre la cama, vestidas con lencería erótica. Aaron volteó enseguida y se disculpó con ellas.

-Lo siento, debí golpear antes de entrar.

-No te preocupes, nos vestimos así para ti. -respondieron las muchachas. Nos vestimos así para ti, para agradecerte tu ayuda.

Las hermanas se levantaron de la cama, se acercaron a él y empezaron a recorrer su cuerpo, mientras gemían apasionadamente en sus oídos.

-Por favor chicas, esto no es necesario. replicó Aaron.

Trató de zafarse, pero no pudo, comenzó a sentir como sus tentaciones más fuertes, a las que no podía resistirse, comenzaban a apoderarse de él. Sentía el calor de las manos de las mujeres, iban recorriendo su cuerpo, desde su pecho hasta su miembro, el cuál se había puesto erecto por la situación.

-Ahora vamos a divertirnos un poco. -dijo Laurelei mientras metía su mano en los pantalones de Aaron.

-¡QUITEN SUS INMUNDAS MANOS DE MI HIJO! -gritó Edelina.

Con un leve golpe de su cayado sobre el suelo, alejó a las mujeres y las esposó contra la ventana.

-Mamá ¿qué haces aquí? ¿cómo me encontraste? -preguntó asombrado Aaron.

-Una madre siempre sabe dónde están sus hijos, ahora vístete y alejate de ellas. -ordenó la longeva bruja. Ellas no son quienes dicen ser, estamos en presencia de dos das Tier, bestias amorfas que toman forma humana y encarnan las más profundas tentaciones de sus víctimas, haciéndoles caer en ellas y se apoderan de su vitalidad hasta matarlos.

-Unos minutos más tarde y tu hijo era polvo. -dijeron a carcajadas las muchachas

-¡Callense malditas bestias! -respondió furiosa Edelina.

-¿Qué harás con ellas? -preguntó Aaron.

-Como su delito es mayor, pero no lograron su objetivo; las llevaré a la mansión y le pediré a Etfield que les quite la vida. -le respondió.

-¿Así de simple? ¿Sin juzgarlas? -volvió a preguntar algo extrañado.

-No es necesario un juicio, no han llegado a cometer un grave delito. -alegó ella.

La matriarca volvió a golpear el suelo con su cayado, y viajaron a la mansión para poder deshacerse de aquellas bestias horribles.

TRADUCCIONES

das Tier: bestia.

El Legado EngelhardtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora