Capítulo 42

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— ¡¿Te haz vuelto loco?! ¡¿Cómo se te ocurre aparecer así?!

— ¡Te he estado llamando y no me haz contestado!

— Te podían haber matado en cuanto pusiste un pie aquí - me llevo las manos a la cara y niego repetidamente — Estás loco Adam.

— Lo siento princesa pero no tenía tiempo de formalidades — se encogió de hombros.

— Lo encontré yo, por suerte — avisó Ismael.

— Gracias a tu guardaespaldas el chico logró entrar, pero tú y yo vamos a hablar detenidamente de esto hija — avisó mi padre apuntándome con un dedo.

— Lo siento — me encogí de hombros con aire inocente.

— ¿Alguien me explica que pasa aquí? — preguntó Jason mirándonos a todos — ¿Quién es este? — señaló a Adam.

— Nada de este, soy Adam el hijo menor de Ronan — respondió el susodicho.

Segundos fueron suficientes para que todos los chicos de la casa estuviera a punto de irse sobre él pero Déborah y yo nos pusimos por delante.

— ¡¿Que están haciendo?! Este idiota las tuvo secuestradas — nos gritó Samuel.

— Adam no ha hecho nada — repliqué.

Todos me miraron como si me hubiera salido otra cabeza.

<< Entendible>>

Bueno si.

— Adam evitaba que Alan abusara de mi, no van a hacerle daño, así que tranquilos — les dijo Déborah y por sobre su hombro miró a Adam y le regaló una sonrisa agradecida. El respondió el gesto de la misma forma.

— Me hubiera gustado poder evitarlo del todo — aclaró en un susurro que solo nosotras oímos.

— Hiciste todo lo que pudiste, que es mucho más de lo que alguien había hecho por mí.

— ¿Entonces no es malo? — agregó Lucas.

— No, Adam ha estado ayudándome a acabar con su padre y el resto de la organización.

— Por eso estoy aquí, era un suicidio pero tenía que hablar con ustedes.

— ¿Que está pasando? — habló Sebastián por primera vez y cuando giré a mirarlo lo encontré atravesandome con la mirada. Me estremecí de pies a cabeza. No le había contado nada de esto, a nadie solo lo sabía Ismael porque me había descubierto y creo que entendía lo que debía estar pensado mi novio.

— Mi padre y mis hermanos están a punto de atacar — respondió — Van a montar una masacre porque están hartos de que Edward frustre muchas de sus operaciones. Nunca vi a mi padre de esa forma estaba fuera de sí y estoy seguro de que no le importará nada más que verlos muertos a todos.

— ¿Cuándo? — preguntó mi padre .

— Se están preparando ahora mismo — aseguró Adam.

Mis ojos se abrieron involuntariamente y miré a mi padre quién se giró hacia André y dijo con una tranquilidad escalofriante.

— Prepara las tropas, está noche habrá una guerra.

<< Como pedir un vaso de agua >>

Casi.

La casa se volvió un caos en cuanto salimos de allí, comenzaron a sacar todo tipo de armamento y las órdenes volaban hacia todos lados siendo cumplidas en el menor tiempo posible. En menos de 15 minutos habían camionetas entrando una detrás de otra, la gente de Marcus tardó un poco más en llegar pero también estaban allí. Todos sus hombres se inclinaron en cuanto Thomás apareció y repitieron las acción conmigo, mi amigo y yo nos miramos entendiendo lo que significaba aquello, me veían ya como parte de ellos. Aún no me había casado con Thomás y ya habían jurado su lealtad a nosotros.

Toda persona de la familia que no sabía pelear fue llevada al búnker bajo la casa, con muchos de nuestros operadores técnicos, Saúl y Emily estaban allí junto a mi tía, mi hermana, Déborah y las familias de mis amigas. Christian obligó a Camila y Julia a entrar también y se lo agradecí, las chicas sabían disparar pero jamás habían estado en algo tan peligroso como esto.

Edward Dickinson estaba en medio de todo el desorden dando órdenes, planeando movimientos, montando el plan B, C, D y posiblemente todo el abecedario.

Hasta que horas después todo se calmó, así de fácil, la mansión fue sumida en un silencio aterrador. Todos estaban en posición y Saúl estaba monitoreandolo todo, listo para darnos la alerta.

Álex y Lucas se encontraban a unos pasos de mi, armados, listo para luchar una guerra que no era suya.

Samuel, Sebastián y Alejandra estaban fuera con todo su ejército, apoyados por muchos de nuestros hombres.

Adam, Thomás e Isamel estaba conmigo liderando a los hombres de Marcus quién estaba con mis padres y el resto de nuestras fuerzas.

— ¿Estás seguro de esto? —le pregunté a Adam — , siguen siendo tu familia, entendería si no quisieras pelear.

— Estoy seguro, desde que llegó Stefan a la familia tengo miedo de ellos. Alan ahora tiene alguien a su nivel de locura y mi padre se divierte con ellos. Es asqueroso, repugnante y sin dudas un infierno. No lo soporto más princesa. Te pido que acabes con esto de una vez, si de verdad la redención existe ellos deben morir ahora, antes de que sea imposible redimirme ante el mundo por no haber hecho nada jamás para detenerlos.

— No te culpes por lo que ellos han hecho — replico — Sus pecados son solo suyos.

— Ya no, he sido cómplice y participe por años. No te imaginas las cosas que me han obligado a hacer. Me doy asco a mi mismo.

Dolor, eso veía en sus ojos. Un dolor agudo, profundo. De ese que te dice que no mereces vivir que el mundo sería mejor sin ti. Adam se culpaba por lo que habían hecho ellos y por lo que había sido obligado a ser. Hasta ahora no había visto la carga sobre sus hombros. Lo han destruido con el tiempo y ahora el piensa destruirlos a ellos para intentar alivianar esa culpa.

— Objetivo aproximándose — la voz de Saúl resuena por nuestros auriculares y la tensión se fortalece.

Una sensación comienza a recorrerme el cuerpo y la reconozco como adrenalina, me siento invencible, deseosa de acabar con todos ellos.

<< Eso es lo que nos vuelve tan peligrosas >>

¿El deseo de matarlos a todos?

<< La seguridad de que no vamos a morir, sino a matar >>

— Objetivo a 300 metros — informa Saúl.

— Comienza la cacería — anuncia mi padre dando la orden.

Salimos de la casa y nos detemos en la puerta, las decenas de coches aparca frente a nosotros y es que los hemos dejado pasar hasta aquí. Estamos justo en medio de la tormenta, ya deben notar que han perdido el factor sorpresa y que ahora es nuestro juego.

Nosotros ponemos las reglas, movemos las fichas y los tenemos atrapados en medio del tablero.

Ismael carga consigo una bocina enorme que enciende y la música suena a todo volumen por los altavoces. Doy un paso al frente mientras tarareo la canción y con toda la chulería que soy capaz de imprimir apunto al conductor de la primera camioneta, respiro ondo, fijo la vista en el objetivo y disparo atravesado su cabeza.

Seguidos de eso los disparos resuenan a mi alrededor y comiendo a reírme como una desquiciada.

— ¡Comienza el juego! — sonrió hacia la nada porque estoy segura que Alan, Ronan y Stefan están viéndome.

Las balas pasan por mi lado y mis amigos contraatacan con ferocidad. Lanzo un beso al aire antes de tomar el arma y disparar a los coches.

Entre Amor y ArmasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora