Final del recreo

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Es triste que toque el timbre y se termine el recreo.
Pero más triste ver para atrás, pensando que estamos en una especie de final.
Vivimos como si ya estuviéramos muertos.
Es triste que, estando vivos, ya nos sintamos sin vitalidad.
Pasamos de jugar a ser quien queramos, a jugar a ser todo lo contrario.
Nos creemos ese cuento de que ya no somos ni podemos ser.
Ya el juego terminó, no hay lugar para seguir imaginando.
Ah, imaginando.
Que triste ver que la imaginación llega a un límite,
que no podemos vivir en ella.
Que triste, para el que puede tocar los sueños,
ver que el peso de esas ilusiones tan lúcidas no es más que la realidad.
Ver que no puede subirse a ese barco y ser pirata,
Ver que no puede escapar con Peter Pan e irse a nunca jamás.
Que triste tener que ver para atrás y tener nostalgia de una vida que todavía tenemos,
añorando el aire que creemos nos hace falta, cuando estamos respirando nuevos vientos, en los que no sabemos volar.
Que triste tener que despreciar tanto la propia imagen en el espejo,
reprocharle faltas que no tiene,
reprocharle no ser alguien más.
Antes nos vestiamos de aventuras inventadas,
podíamos ser:
viajeros
duendes
héroes
hadas.
Antes
¿Por qué era solo antes?
¿Por qué se ve tan mal soñar?
Si nos la pasamos inventando escenarios en nuestra cabeza,
que nos hacen mirar atrás con tristeza,
que nos hacen sentir cada etapa del duelo por oportunidades que nos hacen creer perdidas,
si nos hacen creer que, viviendo, ya no tenemos vida.
Y que triste que,
cada vez más,
lo sentamos de más jóvenes
Ni el pleno medio del camino del Dante estamos transitando,
¿Y ya nos quieren hacer creer que es el final?

Pintar Amor en mi PielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora