¿Por qué no haces lo mismo?

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—Please Alex.

—No.

—Alex, please, please, please.

—Que no Alfredo deja de estar jodiendo.

Alfred frunce el ceño en cuánto Alejandro rueda sobre la cama para darle la espalda prefiriendo poner atención al juego de su celular, odia cuando el mexicano actúa indiferente y si no fuera porque realmente necesita  un favor de él no seguiría ahí humillándose e implorando por su ayuda

—Hazlo por nuestra amistad Alex... —súplica con un tono más afligido.

Alejandro bloquea su celular, se incorpora sobre el colchón mirando a su amigo de rodillas en el suelo, y esa imagen no le conmueve en lo más mínimo. 

—¿Cómo tú le diste importancia a nuestra amistad yendote con ese  francés dejando a Matt plantado en su partido de hockey y después a mí durante el partido de fútbol? Fueron nuestras primeras veces como titulares, eran momentos importantes y aunque lo sabías no estuviste ahí —reclama.

Alfred tuerce los labios ante el recordatorio.

—Sólo fue una vez.

—Fueron tres... —el mexicano hace una pausa antes de ponerse a contar usando los dedos —fueron cinco veces burro. Olvídalo, no pienso ayudarte a ponerle los cuernos a tu novio. 

Ahí viene el puchero por parte de Alfred, a lo que el mexicano sólo rueda los ojos.

—No es mi novio porque yo quiera y lo sabes.

—Sólo sé que tu familia buscó un compromiso arreglado con los Braginski y da la graciosa casualidad que su hijo resultó ser tu alfa destinado —sonríe  burlón —y según escuché entraste en celo tan pronto lo viste —suelta una carcajada al imaginar el bochorno que debió haber pasado la familia Jones con su hijo omega en celo.

—Si entre en celo —reitera Alfred levantándose y empujando a Alejandro esperando que así se callara —pero no me he acostado con ese tipo, tampoco he dejado que me marque, ni dejaré que lo haga.

—Es tu prometido.

—¡Pero conocí primero a Francis! —exclama como si con eso dijera todo —el amor no debe ser sólo un papel e intereses de por medio, el amor debe ser libre, y yo me enamoré de Francis mucho antes de conocer al hijo de los Braginski. 

—Bueno si consideras amor a los revolcones que se dan —comenta Alejandro y siente que su amigo le mira feo —puede que Francis despertará tu interés, pero el ruso ese,  despertó tu instinto es por eso que son destinados.

—Me importa una mierda lo de los destinados, no me casaré con ese tipo y punto. 

—Te comprendo mi amigo —dice poniendo su mano sobre el hombro de Alfred —de cualquier forma no te ayudaré a ponerle los cuernos —tan pronto lo dice toma su celular y retoma la partida del juego ante la mirada ofendida del otro. 

Alfred bufa, piensa hacer una rabieta como último recurso para fastidiar a Alejandro y lograr su cometido, no obstante, un mensaje por parte de Francis hace que prefiera dejar en paz al mexicano por el momento. 

Alejandro lo ve salir, es como un perro moviendo la cola ante el encuentro con su dueño. Una vez que el rubio  cierra la puerta, bloquea su celular y lo deja caer sobre el colchón,  después cruza sus brazos detrás de su cabeza mirando el techo,  perdiéndose en sus pensamientos. 

Aprecia a Alfred, es algo así como un hermano odioso, que a pesar de todo quiere.  Comprende que no quiera casarse con alguien que recién acaba de conocer,  no obstante,  no le hace gracia la idea de ser él quien entretenga al ruso cada vez que al gringo se le dé por irse con Francis. Ahora que se pone a reflexionar en ello, comienza a sentir pena por el hijo de los Braginski, siendo que también fue comprometido con un desconocido, que no lo quiere y trata de evitarlo desde el día que se conocieron, cabe mencionar  que se trata de su destinado. 

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