¡San, no digas la D Word! | [Sanwoo]

03

Wooyoung se había encontrado con sus amigas en el evento. Se divirtió mucho con ellas. Comieron, rieron y compraron merch, mucho merch. El chico decidió escribirle a su amigo para que este vaya a buscarlo, era muy de noche y no quería volver solo, Yeosang aceptando de inmediato. Y ahí estaban, en el auto del rubio escuchando los últimos lanzamientos de sus grupos favoritos en el estereo, Wooyoung con su mano llena de bolsas repletas de posters, photocards, stickers, entre otras cosas.

-Creo que ASAP tiene todo para ser la canción del año.-Opinó Yeosang, concentrado en el camino.

-Ya. Pero ¿qué tal Dun Dun? Es muy buena.

-No me convence...

-A tí nunca te convence nada.

Yeosang rió, su amigo permitiéndose colocar su playlist, Dreamlike comenzando a sonar dentro del vehículo.

-Oye... ¿Qué le ocurrió a tu amiga? La vi pidiendo fotos de su ult en Twitter.

-Cortó con su novio. No lo sé, cosa de gente con vida amorosa.

Wooyoung revisaba su celular, respondiendo algunos mensajes de sus amigas. Yiren y Hayoung peleaban porque esta última logró comprar la última polaroid de Eunbi, rió ante las absurdas propuestas que daba Yiren para que la chica le regale, o venda, aquella fotografía. Mientras tanto, su galería se llenaba de fotos de Hitomi, cortesía de Jaehee, quien intentaba levantarle el animo a la bebé grande del grupo, Ningning.

-¿Y tú conoces al novio?

-Nunca lo he visto, pero creo que Ning lo tiene en su bio... Debería borrar eso.

Sin pelos en la lengua, le escribió a su amiga diciendo lo que pensaba, la chica aceptando, Wooyoung tenía razón.

El corazón de San seguía doliendo. Aún no podía creer que la chica que tanto amaba ya no estaba con él. Sabía que Ningning tenía razón cuando le decía que no le prestaba atención cuando hablaba. Pero no era su culpa distraerse con cualquier insecto que volaba cerca de su rostro. Era estúpido.

-¿Ahora qué haré con ese palo de luz que compré?

Estaba recostado en su cama, mirando el techo de su habitación. Escuchando las notificaciones llegar a su teléfono. Probablemente eran sus amigos peleando por algo tonto, o su hermano pidiéndole algún favor. Le daba igual, luego leería todo.

Un pequeño bombillo imaginario se encendió al lado de su cabeza cuando una brillante idea llegó a su cerebro. Tomó su computadora, su lata de Coca-Cola y comenzó con su plan.