Prejuicios

IX

Dolió como cualquier primera vez, la rubia apretó los ojos mientras dejaba sus manos en los brazos de la azabache la cual intentaba entrar en su pareja la cual estaba aún apretada, Kara se quejó y Lena se detuvo preocupada de haberla lastimado; cuando el dolor comenzó a desaparecer miró a su compañera a los ojos dándole a entender que podía seguir. La ojiverde comenzó a empujar suavemente con sus caderas logrando liberar los gemidos de la ojiazul, comenzó a recordarle entre jadeos que ella había sido elegida entre todas las mujeres ella sería una perfecta duquesa y con ello la rubia se dejó llevar por el pacer el dolor ya no existía; su prometida aprovechó para llevarse uno de sus pechos a la boca, en definitiva podía sentir algo así como el cielo.
Los empujes de Lena iban incrementando cada vez, agradecía que en ese momento todo estuviera oscuro porque significaba que era menos probable a ser atrapadas en pleno acto; los movimientos sesearon cuando las paredes de Kara apretaron el miembro que tenía Lena ambas se llenaron la una a la otra, una de fluidos y la otra de semen. Después de que la duquesa se vaciara sobre su pareja se acosto a un lado de la rubia la cual terminó con la cabeza en el pecho de esta.

—debemos volver cuánto antes

—detesto tener que salir de nuestra burbuja

—tendremos demasiado tiempo después de la boda Lena con nuestra hija

—y las que vendrán... por cierto mi padre me ha propuesto algo que nos conviene para Nia

—¿que es?

—será reconocida como mi primogénita en caso de que no tengamos un varón ella herederara todo y se pasará a su primogénito

—¿no le darán la espalda?

—para ellos es su primer nieta y mi padre es aún quién decide

—¿no tuviste hermanos?

—si, uno... pero desapareció después de que nuestra hermana más pequeña naciera con un miembro... según mi padre dijo que no quería tener fenómenos como hermanas y que entonces se fue

—eso es horrible

—¿tu crees que soy un fenómeno? En metrópolis el perjuicio de lo que soy aún da vueltas

—no me importa con que hayas nacido, me gustas y siempre será así

Lena acarició la mejilla de Kara mientras seguían en su pequeña burbuja, pero tuvieron que salir de ella para volver al interior de la casa, para suerte de ambas no notaron cuando Kara estuvo desaparecida salvo claro por su familia, la ausencia que si notaron fue la de Lena bueno por parte de las mujeres arrastradas que le exigían bailar con ellas ya que había puesto su nombre en sus tarjetas; por supuesto a la azabache no le quedó de otra más que cumplir. Por supuesto que las otras mujeres se lanzarían a coquetearle, Lena no haría más que mirar hacia un lado con molestia ya que lo que más quería era que esa noche ya terminara para hablar con su prometida antes de que cada una durmiera en sus respectivos cuartos y tal vez en la mañana dar un paseo después del desayuno.