Una mañana normal en la finca del Pilar del Viento al menos eso parecía hasta que el dueño que terminaba de entrenar aparecio con una pequeña bola de pelos en la entrada del lugar.
En frente de el un azabache adormilado que acaba de despertarse. Aún con un pequeño rastro de baba en un lado de su labios y el cabello alborotado.
Aúnque el sueño se fue al ver un pequeño intruso en los brazos de su pareja.
Tomioka y los perros no era algo que podían estar juntos siquiera en una oración. Llevando así a una pequeña discusión entre ambos pilares.
— No, no, sácalo. Aleja eso de mí, Shinazugawa.
— Idiota, no voy a sacar al perro solo por que lo dices.
— Eso es una cosa mortal.
—Acaricialo, no te hará nada.
— Bien...
¡Guaf!
La pequeña mascota del albino se había abanlazado sobre el azabache, y este por inercia solamente atinó a correr por la finca.
— ¡Mierda! Tomioka, espera.
—¡Quitamelo! ¡Rápido!
. . .
—¿Ya estás mejor?
— Si...seguro.
Luego de perseguir a Tomioka con el perro por el patio por unos minutos, el aspecto tal cuál del perro como del azabache no era la mejor.
Incluso en el cabello del Pilar del Agua se podían encontrar algunas ramas y hojas y el pequeño animal, solamente tenía unas cuántas manchas de lodo y ramitas.
Obviamente el albino no dejo que el azabache entrara con ese aspecto a su finca, así que lo envío a que tomara un baño.
—Shinazugawa...¿crees que puedas ayudarme con el cabello?
—Ah si, ven.
El de cabello blanco había terminado de bañarse junto al pequeño perro que se encontraba durmiendo encima de una sábana para que no tuviera frío en la esquina del cuarto que compartían.
— ¿Cuándo te desaharas de ese perro?
— Nunca, puto.
— ¡Oye!
—Mi finca, mis reglas. El perro se queda.
— El perro me odia.
—Todo el mundo te odia.
— Suenas como Shinobu.
Luego de terminar esa plática ambos abandonaron la habitación para preparar la cena.
—Hagamos un trato, Sanemi.
—Te escucho, Giyuu.
— Si te quedas con el perro, voy a poder invitar a Kamado a la finca.
— Ni lo sueñes.
— Pero-
No pudo terminar su oración ya que fue interrumpida por su acompañante, que lo había acorralado en una de las paredes.
Teniendose cara a cara, el albino con una de irritación y el azabache bueno el con su misma cara seria de siempre.
— Kamado no puede entrar a mi finca, ni de broma, y el perro se queda.
— Kamado y sus amigos son mis amigos. Además son buenas personas.
— Excusas.
— Anda come, Tomioka.
Durante la cena, cortesía del dueño de la finca, solamente hablaron casualmente y Shinazugawa tratando de evitar el tema de Kamado.
— Vamos a dormir.
—Bien..
Ambos fueron a recostarse, aunque el de cabello negro estaba un poco deprimido porque el albino no dejaba que su Tsugoku* llegara a la finca.
Sanemi podía sentir el ambiente pesado, solamente opto por abrazar al contrario por la espalda, ya que el antes mencionado le daba la espalda en forma de enseñar su enojo e incomformidad.
— Te dejaré traer a los mocosos. Pero si me rompen algo los hecho a patadas.
— Gracias, Sanemi.
Dicho esto último, Giyuu se voltio para abrazar y recostar su cabeza en em pecho del chico con cicatrices, y asi por fin caer en brazos de Morfeo.
El albino por su parte solamente observo por unos minutos al contrario, para tener en sus labios plasmados una pequeña sonrisa sutil.
Dejandose llevar por el sueño y caer dormido.
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