𝗧𝗛𝗘 𝗪𝗢𝗟𝗙 𝗜𝗡 𝗦𝗛𝗘𝗘𝗣'𝗦 𝗖𝗟𝗢𝗧𝗛𝗜𝗡𝗚 (pausado)

I: Orfanato.

Lee Siyeon, la oveja negra en el orfanato, o más bien, el lobo en aquella "manada" de inadaptados.

Siyeon fue dejada en un orfanato a causa de la muerte de sus padres, y al no tener más familiares cercanos que los que le dieron la vida, los trabajadores sociales la mandaron directamente allí.

Aquella pequeña no sabía qué ese era el comienzo de su infierno.

Al llegar a aquel lugar, el trato por parte de sus compañeros y el personal no fue el mejor, golpes e insultos era a lo que se tenía que acostumbrar con el paso de los días.

La primera noche fue horrible, mantuvo sus sentidos alerta y durmió con un ojo abierto. Le asustaba estar allí, el recuerdo de sus padres no dejaba su mente en paz, las imágenes de como eran asesinados a sangre fría se repetían una y otra vez en su cabeza, como una película.

Sé limitó a no llorar, debía ser fuerte sí quería sobrevivir en el orfanato, no deseaba ser producto de burlas durante su estancia. Debía esconder cualquier tipo de sentimiento, mantenerse alerta en todo momento, todos allí le demostraron el primer día que no tenía que confiar en nadie, que no debía dormir sí quería seguir con vida, era vivir o morir, no había vuelta atrás, no habían segundas oportunidades, no en ese infierno en el que se estaba adentrando.

Había niños desde cinco a dieciocho años. Los más pequeños dormían todos juntos en una gran habitación, éstas estaban divididas por edades.
Los niños casi preadolescentes dormían en otra habitación, y los preadolescentes dormían junto a los casi adultos.
Estos corrían más riesgos que los demás infantes, cualquier cosa podría suceder en ese cuarto.

Siyeon sé sentía ahogada, vigilada e impotente.

Ahogada por el lugar en el que estaba. Vigilada por todos los que estaban en ese gran cuarto. Impotente por no haber podido hacer nada en el momento que sus padres fueron asesinados.

Pero de algo estaba segura, buscaría y aniquilaria a aquella persona que fue el causante de la muerte de sus progenitores.

La primera semana fue horrorosa, el poco alimento que le daban era robado por sus compañeros de cuarto, blasfemias y golpes fue todo lo que recibió.

Todos allí se odiaban mutuamente, y no era para menos darle una bienvenida a los recién llegados.

Aquella "bienvenida" consistía en hacerle la vida imposible la primera semana de llegada, robarle cada una de sus pertenencias y provocar daño tanto física como psicológicamente.

Siyeon no fue menos en esa bienvenida, fue blanco fácil desde que cruzó la puerta del orfanato, sería objeto de burlas durante toda su estadía, ganándose el odio de todos poco a poco, y en especial el de Kim Minji.

Aquella morocha de unos dieciséis años odió a Lee siyeon desde el instante en que la vió entrar al lugar. Fue su objetivo desde el principio, le haría la vida imposible hasta que saliera de allí, sí es que en algún momento lo lograba.

Su primer encuentro con Kim no fue agradable, la muchacha que no pasaba del metro sesenta y siete la recibió con burlas e insultos, haciéndola sentir miserable y sola.

Minji se hizo odiar desde el momento en que cruzaron palabras.

Los meses pasaron y fueron una lenta y dolorosa tortura para Siyeon, los abusos por parte de Kim no cesaron, cada vez eran más, pedir ayuda en un lugar como ese era un suicidio, todos allí te traicionaban o te utilizaban para su propio beneficio.

(...)

La castaña fue despertada por un fuerte empujón, el cuál la hizo caer de la cama, ya sabía de quién se trataba, sé le hizo costumbre a la pelinegra despertarla así por las mañanas. Lee describía a Kim Minji en tres simples palabras: Bruta, odiosa e hija de puta.

— Levántate, engendro, no tenemos todo el maldito día. – Dijo aquella morocha cruzada de brazos junto a sus compañeras que estaban detrás de ella, presenciando aquel acto con una risa burlona.

— Qué gran forma de despertarme, Kim. Adoro tus gritos por la mañana. – Murmuró entre dientes la castaña aún en el suelo, sé levantó rápidamente acomodando sus prendas y el edredón de su cama.