Los Arboles Gemelos |Maitake|

Cuando llegaste tu...

—No deberías entrar ahí—.

Mikey se sorprendió e inconscientemente sus manos soltaron la barda, cuando noto que caería hizo un intento inútil por volver a sujetarla, causando que incluso levantara polvo del golpe al caer al suelo, por suerte para el este estaba cubierto de pasto así que aligeró la caída pero aún así le dolió.

Después de sacudirse la cabeza empezó a recorrer con la mirada buscando a la persona que le había hablado antes, pero no vio a nadie aunque el que fuera de noche y todo estaba oscuro no ayudaba nada "¿Acaso fue mi imaginación?" Pensó.

Lo dejo de lado como un delirio por haber dormido mucho, así que retomo de nuevo su postura para subir por esa barda, el celular no era de ultimo modelo pero ahora no tenía el suficiente dinero para comprar otro, escalo hasta llegar al borde de la barda, cuando iba a impulsarse para saltar fue interrumpido... de nuevo.

—Te dije que no deberías entrar ahí— una exclamación con tono acusador resonó.

Mikey nuevamente se sobresaltó y volvió a caer al duro suelo, levantándose de nuevo encorvado acariciandose la espalda, esperando de alguna forma reducir el dolor del impacto y maldiciendo por lo bajo.

Con el ceño fruncido y los labios curveados volvió a peinar el area de alrededor con la mirada, de nuevo no encontró nada inusual, solo veía pasto y árboles resoplando por las ondas de viento, Mikey se exasperó.

—¡Ya basta! ¡Sal de donde sea que estes o te golpeare por creer que puedes burlarte de mi!— exclamó a la nada. Hubo silencio... unos largos 10 segundos de silencio que desesperaron al pelicenizo, cuando estaba a punto de gritar nuevamente fue interrumpido.

—Yo estoy aquí— sintió decir justo a su espalda, volteando rápidamente y alejándose como precaución, vio una silueta delgada y promedio, cabello corto que parecía revolotear con el aire y gracias al brillo de la luna llena, unos iris azules que le miraban con intriga.

—Que rayos?! ¿¡Quie-

—No deberías entrar ahí, está prohibido, lo ves?— señala a un letrero de metal en la barda que describía No entrar, zona restringida — Romper las reglas esta mal, debes seguirlas—.

—Deja de interrumpir todo lo que digo de una buena vez— regaña Manjiro— Además, a ti que te importa si entro ahí o no, una maldita ardilla se robó mi celular y lo quiero de vuelta—.

El muchacho desconocido, que ahora notado por el más bajo pelinegro, soltó una carcajada reprimida— Lo se, lo vi todo— Manjiro alza una ceja— Parece que tuviste una dura batalla contra una ardilla, ¿Un formidable oponente eh? me sorprende que sigas vivo—.

—¿Te crees muy gracioso no?— el más bajo tenia una vena palpando en su cien.

El chico pelinegro solo río un poco— Perdona perdona, no era enserio; Aunque de verdad no puedes entrar ahí, es peligroso— exclama— Aunque si aun quisieras ir por tu teléfono ya sería muy tarde, por el tiempo que has estado conversando conmigo la ardilla ya debe estar a medio kilómetro de aquí—.

Mikey abre los ojos sorprendido como si apenas notara ese detalle—Tsk, debería cobrarte el teléfono a ti, es tu culpa que se haya ido idiota—.

—A mi no me mires, te salve de que te impusieran una demanda por invadir zonas privadas, deberías agradecerme... Y no te pagaré nada—.

El pelicenizo se sobresaltó cuando vio que la silueta del contrario empezó a alejarse.

—¡¿A donde vas?!— vocifera con tono enojado intentando intimidar al chico unos metros enfrente de el, cosa que no funciono del todo cuando este se volvió a mirarle con una mirada neutral pero afilada.