Prólogo

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- Hinata... despierta. - susurro una mujer en el oído de su dormida pequeña.

- Hm... ¿Mami? - los perlados ojos de la niña se abrieron mirando a su progenitora.

- Tenemos que irnos cariño. - dijo la mujer mientras guardaba ropa y comida en un pequeño bolso.

- ¿A dónde vamos? - pregunto la niña a su madre con curiosidad.

- Iremos de viaje dónde una amiga de mamá, ahí estaremos a salvó. - dijo la mujer poniéndole un grueso abrigo a la niña.

- Debes ser obediente, ¿de acuerdo cariño?

- Si. Le are caso a Mami - la mujer sonrió besando las mejillas sonrojadas de la pequeña.

- Muy bien. Esa es mi princesita- tomando en brazos su hija, camino hacía la pequeña ventana del dormitorio.

Con sumo cuidado la abrió y salto, cayendo ágilmente sobre la nieva, ajustó el pequeño bolso sobre su hombro y olfateo buscando algún olor cercano que pudiera delatarla, la pequeña observó su alrededor con alegría, era la primera vez que salía al exterior. Todo era nuevo y hermoso a sus inocentes ojos.
Luego desvió la mirada a su madre que lucía preocupada y nerviosa. Hinata colocó sus diminutas manos en las mejillas de su madre y ladeando la cabeza pregunto.

- Mami, ¿mami está bien? - la mujer apretó sus labios y cerró sus ojos conteniendo un sollozo y luego miro a su hermosa pequeña.

Un regalo enviado por la luna, su más preciado tesoro era tan inocente, tan frágil y tan pequeña en comparación con otros cachorros. Debía huir con ella, llevarla a un lugar donde pudiera ver el sol y el cambió de las estaciones. Un lugar donde su pequeña pudiera ser feliz.

- Si, mami está bien. - susurro la mujer mientras apretaba los brazos alrededor de su hija.

Hinata sonrió y abrazó el cuello de su madre, mientras esta comenzaba a correr hacia el espeso bosque, corrió sin descansó por horas hasta los límites del territorio cuando un olor que ella conocía a la perfección la hizo aumentar la velocidad. Pero un gran lobo le impidió seguir su camino haciéndola retroceder.

- Nunca pensé que tendrías la agallas para hacer esto Hana. - Habló un hombre de cabello negro.

- Hiashi... - susurro Hana con miedo dándose la vuelta.

- ¿Creíste que no me daría cuenta? Yo sé todo lo que pasa en mi manada. - gruño Hiashi mostrando sus colmillos a la mujer. - Esa niña me pertenece, aunque es repulsivo que llevé mi sangre aun puedo darle un buen uso.

- ¡¡NO!!, No permitiré que lastimes a mi hija. Primero tendrás que matarme. - Gruño la mujer en respuestas

- Entonces no me dejas otra opción, tendrá que ser como dices querida. - Dijo Hiashi y en un abrir y cerrar de ojos le quito a la pequeña de sus brazos y se la entregó a uno de sus guardias.

- ¡MAMI! - el grito de su pequeña izo que su loba interior aullara en señal de protección a su cría.

La mujer gruño lanzando el bolso a un lado mientras comenzaba a cambiar de forma dejando ver a una gran loba gris en posición de ataque, el hombre no se quedó atrás y también cambio de forma a un lobo mucho más grande de pelaje castaño.

Ambos lobos se lanzaron de frente al ataque, mordiéndose y lanzando arañazos, la loba mordió una de las patas delanteras del contrario manchando su hocico con sangre mostrando sus colmillos en advertencia. Hiashi rugió molesto en respuesta y devolvió el ataque ambos se atacaban sin descansó infligiéndose múltiples heridas. La pequeña se removió inquieta en los brazos del guardia estirando sus brazos hacia donde se hallaba su madre apenas en pie.

- NO, DEJA A MI MAMI. - Grito la pequeña - POR FAVOR...

La loba miro a su hija con desesperación, sabía que esta pelea no podría ganarla, desde un principio lo sabía. Pero no podía ni daría marcha atrás, ella lucharía hasta el final por su pequeña.
Con salto la loba callo sobre su oponente y mordió su hombro, Hiashi sacudió su cuerpo haciendo caer a la loba hacia un lado y sin piedad atacó el cuello de Hana quien aulló de dolor tratando de liberarse del agarre. Pero el lobo no la soltó y en un frío movimiento rompió su cuello.

Hiashi soltó el cuello de Hana y volvió a cambiar a su forma humana, recogió su bata colocándosela mientras caminaba en dirección a la niña que gritaba sin parar.

- NOO, NO. DÉJAME IR CON MAMÁ.

- ¡¡CALLATE!! - Grito Hiashi - Mantén la boca cerrada maldita mocosa.

La pequeña tembló ahogando un sollozo mirando donde yacía el inerte cuerpo de su madre.

- Ko, lleva a esa cosa al sótano. Encierra la en la habitación del fondo y mantenla ahí. No la dejes morir, me será de mucha utilidad en unos años más.

- Como usted ordene, Hiashi-sama.

Mi LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora