Capítulo II

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Rei despedía con su mano al aire desde las puertas del castillo, viendo a su marido y algunos hombres alejándose con lentitud. La albina sonreía con diversión al ver lo mucho que su esposo giraba la cabeza para verla, casi como esperando que ella cambiara de opinión y le hiciera regresar. Era divertido verlo de esa manera.

Soltó un suspiro cuando finalmente los perdió de vista.

- ¿A dónde fue papá? – preguntó la pequeña Fuyumi, quien, junto a sus otros hermanos, estaba a un lado de su madre – Dijo que no saldría de casa hasta que el bebé naciera.

- Fue a resolver un problema al Reino de los Dragones – respondió con una sonrisa, agradecía que sus hijos no supieran de las constantes disputas que existían entre Enji y Mitsuki, no quería que sus pequeños estuvieran envueltos en discusiones que actualmente nos les incumbía – Pero está un poco preocupado por la llegada del bebé, pobre. Debe estar sufriendo tanto justo ahora.

- Si estuviera tan preocupado no hubiera ido – respondió Touya con fastidio, sentado a lo indio en el suelo mientras hacía gestos al sentir a Natsuo tirando de su cabello – Pudo haber ido otro día.

- Era importante cariño, hay cosas que a veces son más importantes...

- ¿Más que la familia? – preguntó la niña con curiosidad, levantando a su hermanito menor del suelo para tomarlo de la mano.

Y Rei no supo cómo responder a eso exactamente. No quería prometerles a sus hijos o meterles ideas de las que no estaba totalmente segura, pues hablar es sencillo, pero actuar no lo es tanto y eso ella lo sabe mejor que nadie.

Tan sólo les dedicó una sonrisa llena de dulzura y cariño hacia sus críos y dio media vuelta, para volver al interior de su enorme hogar.

- Su padre tardará un poco en volver, ¿No quieren ir de paseo al pueblo?

- ¡Sí! – Fuyumi se acercó a su madre corriendo, mientras que Touya se levantaba y cargaba a Natsuo sobre sus hombros para así, entrar al castillo todos juntos.

- ¡Sí! – Fuyumi se acercó a su madre corriendo, mientras que Touya se levantaba y cargaba a Natsuo sobre sus hombros para así, entrar al castillo todos juntos

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- Manténganse atentos – Enji lideraba al grupo de 10 hombres que llevaba con él. No necesitaba que muchos lo acompañasen, teniendo en cuenta que la misma reina había pedido su presencia, además de que tenían un tratado de paz que ambos querían mantener, la verdad no necesitaba de mucha protección. Pero había cosas de las que aún tenía que cuidarse.

Los bosques del Reino de los Dragones estaban repletos de criaturas y plantas que para ellos eran desconocidos. A pesar de que muchos de ellos eran inofensivos, no significaba que todos lo fueran, pues aún recuerda que durante su juventud existieron casos de personas que caían dormidas debido a un extraña flor cuyo aroma actuaba como una especie de somnífero que te hacía caer en la completa inconsciencia, corriendo el riesgo de que algún animal te encontrara y devorara si ese fuera el caso.

Por eso prefería ir acompañado.

- Disculpe, alteza – un chico de cabello azul oscuro y ojos del mismo color, se acercó a cabalgar a un lado del robusto hombre, quien tan sólo lo miró de reojo – Espero y no sea demasiado imprudente de mi parte preguntar pero, ¿El hombre a quien venimos a buscar realmente es de nuestro reino?

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⏰ Última actualización: May 08, 2022 ⏰

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