Chapter V:

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Me desperté porque comencé a oler un extraño hedor proveniente del piso de abajo, corriendo fui a ver cuál era el problema. El olor provenía de la cocina, y allí me encontré a Timothée, con mi delantal, lleno de harina, e intentando con todas sus fuerzas apagar la estufa. Me acerqué a él, sin decirle nada, y giré un botón, haciendo que se apagase. La cocina estaba hecha un desastre total, pero no pude evitar reír por la escena. El chico me miraba algo confuso, completamente manchado de diversos ingredientes.

–Quería hacerte un desayuno sorpresa, como haces tú siempre, pero no ha salido exactamente como quería.

–No pasa nada. – le dije comenzando a recoger el desastre. Me parecía increíblemente lindo que hubiera intentado cocinar para mí, era su forma de demostrar que, aunque le costará admitirlo, también me tenía cariño.

–Bueno, vístete, vamos a desayunar fuera, yo invito.

–No hace falta, puedo hacer algo.

–Shh, deja que te mime un poco, también mereces algo de tranquilidad.

–Como digas.

Subí a mi cuarto para vestirme. Cogí lo primero que vi, algo simple pero bonito, que realzara mis rasgos.

Bajé de nuevo, Timothée estaba en el salón esperando mi llegada. Me agarré a su brazo y pusimos rumbo al pueblo. Le conté sobre una pastelería que tenía los mejores pasteles de toda Italia y decidimos ir allí. Aunque aún tenía una duda sobre todo esto.

–¿No te importa que vaya a haber paparazzis como la última vez?

Negó con la cabeza.

–Armie tiene una entrevista hoy, estarán entretenidos con él, y se queda alguno por aquí, no pasa nada.

No me esperaba su respuesta, sonaba muy calmado al respecto, supongo que había aceptado que era lo que era, y si quería conservar su fama no había otra opción.

En poco tiempo llegamos a nuestro destino, era bastante pronto por lo que apenas había gente. Pedimos lo que íbamos a comer y nos sentamos a tomarlo. Para nuestra mala suerte, la camarera que nos atendió hace unos cuantos días, que coqueteó muy indiscretamente con Timothée, entró también en la pastelería.

–A lo mejor no nos reconoce.

–¿Es que no viste como estaba cuando te veía? No hay manera de que no te detecte.

Y fue exactamente como yo dije, al ordenar su pedido y salir de aquel pequeño local, hizo contacto visual con nosotros, y se acercó con una sonrisa falsa.

–Hola, no sé si me recordáis, os atendí hace unos días en el restaurante de allí. – dijo señalando con su mano la localización del lugar. – Cuando pagaste te dejé una cosa en la cuenta, pero creo que no la debiste de ver.

Oh, dios mío, ¿Tan desesperada está? Toma la indirecta, chica.

No había manera, Timothée estaba muy obviamente incómodo, por lo que decidí actuar yo.

Suspiré, con indignación.

–¿No lo pillas? Deja a mi novio tranquilo ya, no quiere nada contigo.

La sonrisa de aquella chica se desvaneció rápidamente con ese comentario.

–¿Sois pareja? – preguntó, sin querer saber la respuesta.

–Sí, en una semana hacemos dos años.– mentí mientras arrimaba más mi silla a la de mi falso novio, que miraba la escena intentando contener su risa.

–Pero…

–Ningún pero, nada va a venir contra nosotros, y mucho menos una niñata como tú.

Se quedó callada, no sabía que responder, por lo que nos echó una última mirada y se fue.

«I will remember everything.» Timothée Chalamet y tú. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora