Capítulo 2: 𝐀𝐥𝐞𝐫𝐭𝐚.

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{ Ruby odiaba muchas cosas, pero especialmente, odiaba las visitas inesperadas

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{ Ruby odiaba muchas cosas, pero especialmente, odiaba las visitas inesperadas. }

Dos insistentes golpes en la puerta principal de su caravana hicieron que se levantase de repente, sentándose en la cama. Casi tirando su cigarro sin querer, decidió devolverlo a su sitio entre sus labios, o lo que quedaba de él.

Se levantó con desgana y caminó hasta quedarse delante de la puerta, cogió la escopeta de dos cañones que tenía apoyada en la pared en una esquina, a la derecha de la puerta, y abrió las recámaras de los cañones para comprobar que hubiese cartuchos y lo cerró después de confirmarlo.

Dio una calada al cigarro, pasándose una mano por su cabello azabache, quitando los mechones de pelo rizado que habían caído delante de su cara mientras la caravana volvía a retumbar por culpa de otros dos golpes en la puerta. Agarró con práctica una pequeña escopeta en su mano derecha y con la izquierda abrió súbitamente la puerta, devolviendo esa misma mano rápidamente para agarrar mejor el arma mientras exhaló el humo sin quitar el cigarro de su boca, sólo alcanzando a ver el borroso contorno de la persona que tenía en frente.

Lo único que logró distinguir mientras el humo no se esparcía fue lo que parecía ser una figura masculina, lo suficientemente alta para que ella tuviese que alzar levemente su cabeza para mirarle a la cara, y que dicha figura masculina no estaba ni levantando los brazos en forma de súplica para que ella no disparara; no parecía preocupado.

Cuando se disipó del todo, pudo observar claramente la mayoría sus rasgos, todos menos los escondidos por sus gafas de sol. Su camisa blanca estaba arrugada, su corbata negra ligeramente torcida, y sus pistoleras daban a entender su profesión.

— Buenas tardes, —habló con una voz grave y un tono serio, bajando por pocos segundos su mirada de la cara de Ruby hacia la escopeta— ¿tiene usted licencia para esa arma?

La azabache bajó el arma, soltándola de una mano pero no dejándola, aún en silencio. Tomó entre su dedo pulgar e índice el cigarro después de darle su última calada y lo apagó en la encimera de mármol falso, dejando la colilla allí mientras exhalaba el humo.

— ¿Vino aquí solo a preguntarme eso? —preguntó esta vez la mujer, volviendo a mirar al hombre a los ojos, o por lo menos a las gafas.

— No, —contestó con el mismo tono y expresión— venía a preguntar si había visto por aquí algún payaso últimamente.

Volvió a escucharse solo el silencio y los cantos de los pocos pájaros que había en el exterior. Por la parte de él parecía un silencio que daba cabida a dar una respuesta a su pregunta, para ella era un silencio de incredulidad. Lo más seguro era que le estuviera tomando el pelo, ¿no?

Sin decir nada, hizo el ademán de cerrar la puerta con la misma mano con la que la había abierto. La puerta no llegó a cerrarse, chocando con algo. Ruby miró hacia abajo, en donde un zapato negro obstruía su cierre. Soltando un suspiro de exasperación, dejó el arma en su sitio; siempre la dejaba allí. Por mucho que le gustase el norte, no sabía quién podía ser el siguiente en llamar a su puerta y con más razón en un sitio como en el que vivía, en el que por lo menos 3 de cada 4 personas eran drogadictos o tenían demasiadas deudas las cuales pagarían de cualquier manera, últimamente había un aumento de robos en casas por la zona.

— ¿Sería usted tan amable de apartar su pie? —la chica preguntó con una falsa amabilidad e ironía en su tono.

— No, —contestó cortantemente él, por lo que Ruby volvió a abrir la puerta un poco más— era una pregunta seria. Estamos llevando a cabo una investigación-.

— ¿"Estamos"? —la chica interrumpió haciendo la tercera pregunta, mirando alrededor del agente, que venía claramente solo.

Él ignoró su pregunta y continuó— Una investigación sobre varios secuestros por parte de algunos sujetos disfrazados de payasos, ¿ha visto algo que pueda estar relacionado con ello?

— No he visto nada. —contestó con la verdad unos segundos después de escuchar la pregunta, no le sonaba nada del tema.

— Si ve algo, llámenos lo antes posible. —aconsejó el agente.

— Si fuera usted me preocuparía más por usted mismo que por la gente de por aquí, —Ruby miró hacia los lados para comprobar que nadie los estuviese escuchando y bajó su tono— a la gente de aquí no le gustan demasiado los policías. Yo no le he pegado un tiro, pero lo más probable es que otra persona sí lo haga.

Observó como el policía se quedó en silencio, como sus brazos cruzados se flexionaban y como apretaba ligeramente su mandíbula, pero aun así no mostrando ningún signo de intimidación.

— No vuelva por aquí. —continuó, avisándole— No es una amenaza, es un consejo.

No sabía porque le había dado un consejo, simplemente lo había hecho por instinto, había sentido esa necesidad. Esta vez sí que pudo cerrar la puerta sin problema, viendo la cara del policía por lo que Ruby creía que sería la última vez.

Ride / Jack ConwayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora