Cuando mi soledad te llama

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Sé que nuestra historia será transmitida por los vientos y escuchada por la naturaleza. Puedo sentir tus lágrimas en las fechas de lluvia, tu calidez en los atardeceres, un ligero "te extraño" en aquellos días en los que aparece un arcoíris y hoy por fin me dijiste adiós...

Aún recuerdo el momento en que te conocí, era lunes, como de costumbre llegaba temprano al colegio, y dormía hasta que escuchaba al profesor hablar "Jóvenes, es hora de comenzar la clase". Sin embargo, ese día me desperté con aplausos y con "denle la bienvenida a su nuevo compañero". Parecías ser alguien muy serio, vestías de colores monótonos, estabas tan bien arreglado, que pensé que te habías equivocado de colegio. Te sentaste enfrente de mí, y mostraste ser un sabelotodo. Al inicio, no me agradabas, no porque fueras bueno en todo y sintiera una especie de celos, era por el hecho de que había notado de que mantenías una imagen falsa. Ahora, que lo reflexiono, desde antes llevabas una vida difícil.

Es gracioso pensar que comencé a hablarte porque me prestaste tu calzado, un día en el que, al llegar a la puerta de la escuela, tropecé al ir corriendo por temer en llegar tarde, me percaté que no me había puesto zapatos, fuiste el único que me vio, pensé que me ignorarías, me sorprendió, que mientras mantenía mi cabeza hacia abajo por la vergüenza, te quitaras aquel calzado blanco y lo dejaras cerca de mí. Fue confuso, porque ni siquiera, dijiste una palabra, simplemente seguiste caminando desclaso. Ese día, en la hora de receso, deje una botella de jugo como agradecimiento. Al siguiente día te esperaba en la entrada para entregarte tu calzado, y así comenzamos a conocernos. No podría llamarle amistad, ya que aún mantenía mis dudas hacia ti, solo que ya no creía que fueras una mala persona.

Empezamos hacer cercanos el día que te desmayaste, fue en clase de educación física, mientras corríamos alrededor de la cancha, caíste, debí de haber notado el inicio de todo. Lo primero que pude pensar en ese momento, era correr hacia ti. El profesor te llevo en su espalda, y me pidió que te cuidara, todos rumoreaban que fue porque no estabas acostumbrado a forzar tu cuerpo físicamente, yo sabía que había algo más, la enfermera lo confirmo, cuando te despertaste y te señaló "deberías comer algo". Los siguientes días enfocaba mi atención en ti, y notaba que, en los recesos, apenas y llegabas a tomar un bocado de tus alimentos, no sé si era por lo ocupado que vivías, tenías miles de talleres, incluso en los descansos ibas a la biblioteca a ordenar los libros. Por lo que empecé a dejarte algunos jugos, yogures y una que otra malteada. Como los dejaba sin que me viera alguien, empezaron los rumores de que tenías un amor secreto. Era compresible, al involucrarte en diferentes actividades, te volviste popular.

Pensaba que mi buena voluntad, había sido secreta, hasta que el fin de curso, a la salida del colegio, me invitaste un helado, se sentía extraño, fuimos los dos a un lugar cercano, confesaste que sabías que yo era quien "tenía un flechazo contigo", quería aclarar la situación, de que no ter veía de una manera romántica, pero me interrumpiste, "rechazándome" diciendo que dejara de hacerte sentirte incómodo, que si era por la ayuda que me brindaste "solo fue una obra de caridad", que esperabas que en el siguiente periodo no nos encontráramos. No pude evitar reírme, confirme que mis sospechas eran ciertas, fingías la amabilidad, simplemente me retire, con un "gracias por tu amabilidad".

Para la mala suerte de ambos, nos tocó en el mismo curso, para este año me había propuesto sacar la mejor nota, ya que estaba próximo el ingreso a la universidad y no iba a dejar que nadie me arrebatara aquel primer lugar. Fue una batalla sangrienta entre nosotros dos, era evidente que no debí quedarme dormida el periodo pasado, era consiente que lo estropeado no se podía arreglar, por lo que entré a concursos, ganándote cada uno de ellos. Mostrabas tu verdadera personalidad, entre las bromas que me hacías. Nadie pensaría que nuestra disputa acabaría, cuando te volviste a desmayar, pero esta vez, tuvieron que trasladarte al hospital.

La música de camino a casaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora