"La corona dorada"

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La leyenda cuenta que estamos destinados a encontrarnos con un ser que nos llenará de alegría y consolará todas nuestras penas en nuestros días de batalla. Pero se irá en nuestros momentos más felices, esa es su misión, un cruel destino. Todos son testigos de esta historia, así que siéntanse libre de contarla, ya que todos estamos esperando que cuando crucemos el nirvana volvamos a encontrarnos con aquel destino. Recuerdo el día en que conocí a mi destino, era un ser demasiado pequeño, que era fácil perderlo de vista, juré protegerlo, sin embargo, todo fue al revés.

Un ser maligno atacaba todas las cosas que amaba, dejo mi hogar en ruinas, me separo de quienes más quería, deje que me controlara y estuve a punto de caer por un precipicio, si no fuera por aquel pequeño guerrero. El siniestro ser me perseguía a donde quiera que iba, intente pelear con él, pero salí mal herida en aquella batalla, no podía caminar, las heridas en mi cuerpo me impedían avanzar, si no podía seguir la batalla y rescatar a quienes me rodeaban, sabía que debía rendirme, me escondí en una cueva, en dónde nadie pudiese encontrarme y fue ahí donde lo conocí. No podía dejarlo solo, era demasiado pequeño, decidí cuidarlo como mi última voluntad.

Me hice su amiga, el curaba algunas de mis heridas, me sacaba algunas risas, me alimentaba, buscaba medicina para mí, me había acostumbrado a su suave pelaje que por las noches me calentaba. Cuando pude volver a caminar, le prometí que lo recompensaría con un botín. Nos cuidábamos el uno al otro, aún que no entendía mucho de mi guerra, accedió a ayudarme, a idear un plan para salir victoriosos. Tenía que ir por armamento, así que le pedí que me esperara por unos días, no tardaría. Así fue, pero cuando regrese ya no era tan pequeño como lo conocía, había crecido y era más travieso.

Fuimos a batalla e íbamos ganando, reconstruimos algunos lugares, podía caminar con tranquilidad finalmente. Antes de la última batalla, con el miedo que tenía de perderlo, le hice prometerme que viviría el mayor tiempo conmigo, que lo compensaría, pero no me dejará sola. La última batalla en cara con el maligno, no fue fácil, pero ya no estaba sola, tenía alguien que proteger y así mismo el me protegía. Logramos ganar la batalla, aunque quedamos heridos.

Aún no podía recuperarme del todo, me sentía impotente al no poder curar sus heridas como él lo hizo conmigo, le pedí que se mantuviera quieto y lo encerré unos días para que no se hiriera más de lo que estaba, sin embargo, se volvió un poco rebelde ante aquel acto, seguía siendo obediente conmigo y cariñoso, pero de vez en cuando me hacía alguna travesura, de la cuales me hacían sacar algunas risas. No sabía que estaba tan enfermo, aparentaba ser más fuerte de lo que era. Cuando finalmente logré establecer un lugar en el que pudiéramos vivir en tranquilidad, me regalo unas flores, pensé que eran un regalo a un nuevo comienzo, no pensé que fuera su despedida.

Tras su partida, me sentí insignificante, ambos no cumplimos nuestra promesa. Traté de evitar la situación, quería que fuera un mal sueño, no quería aceptar su partida, pero al tratar las vendas en mis heridas que me había hecho, supe que no era lo correcto, así que construí una torre tan alta para pedirle a los cielos, que me dejaran despedirme de él, iluminaron un camino a los cielos, y aunque fue por un tiempo corto, pude agradecerle.

Gracias mi pequeño amigo.

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⏰ Última actualización: Jun 08, 2022 ⏰

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