¿Que debo de hacer?

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Sobre París, un nuevo día acababa de dar comienzo.

La gente comenzaba a prepararse para darle comienzo a este nuevo comienzo de cada inicio, siendo que muchos en este momento se preparaban para comenzar a abrir sus puestos y comenzar con una buena jornada de trabajo.

Mientras, en la catedral de Notre Dame, para ser mas exacto en lo que era la zona del campanario, se veía a Quasimodo quien se estaba estirando tras haberse levantado.

-Ah, parece que ni mis sueños me dejan algo de tranquilidad. -dijo Quasimodo a la vez que se sobaba el puente de su nariz.

Una vez que se termina de despertar, el campanero sale para poder ver con claridad el cielo, es ahí cuando ve que el mismo estaba sumamente gris, el clásico color cuando queda nublado.

Y lo era hasta el punto en el que parecía que fuera a llover en cualquier momento.

-Ah, creo que este color no es algo que vaya a deshacerse pronto. -dijo Quasimodo con cierto pesar en su tono de voz.

Y sin mas, dirige su mirada hacia una de las cabezas talladas de piedra que adornaban la catedral, acariciaba lo que era la zona superior de la cabeza de una de las figuras.

Desde que tiene uso de memoria, para Quasimodo siempre llegaba a sentir que quedarse viendo las figuras de la catedral era una manera de lo que se podría llegar a decir, que era como una especie de compañía aparte de Víctor, Hugo y Laverne.

Claro que, a diferencia de esos tres los demás no reaccionaban ante el, solamente estaban ahí como lo que eran, estatuas de piedra totalmente inmóviles.

A pesar de que sabía que eran objetos inanimados, aun así como ya lo ha llegado a sentir eran una especie de compañía para el, quizás no de las mejores que hubiese podido haber para otros pero, algo era algo.

-Creo que aun tienes cosas que no dejas de hacer, ¿cierto hijo? -pregunto Laverne quien apareció a un lado del joven pelirrojo. 

La inesperada aparición de la gárgola exalto un poco al campanero, pero al ser algo que ya le ha tocado vivir desde niño, lo hacia menos sorprendente para su punto de vista.

-Que puedo decir, no todos los viejos hábitos son malos es mas, este es uno que me ha ayudado mucho, mas de lo que sabes que llego a decir. -dijo Quasimodo a la vez que seguía con la mirada puesta sobre la inmóvil figura de piedra que en este momento estaba acariciando.

En ese momento, junto a Laverne terminaron apareciendo Víctor y Hugo, los tres notaban que el pelirrojo estaba mas que metido dentro de sus pensamientos pero, si tenían mas que claro a que se debía el motivo de porque se hallaba de esa manera.

-Aun no sabes que hacer al respecto de Esmeralda, ¿verdad amigo mío? -pregunto Víctor a la vez que se cruzaba de brazos.

Sin embargo al escuchar lo dicho por la gárgola de apariencia fornida, el joven de cabello pelirrojo se detiene de lo que estaba haciendo y baja un poco la mirada, algo de lo que las gárgolas no tardaron en percatarse.

-Quasi, esta bien si aun no sientes las ganas de hablar lo vamos a... -decía Laverne hasta que es interrumpida por el mencionado.

-Esta bien, no es que aun tengo muchos problemas para hablar es que... -decía Quasimodo hasta que se detiene por unos instantes, para luego soltar un suspiro. -Es que estoy confundido, eso es todo. -termino de decir a la vez que se empezaba a sobar la zona de su nuca.

Y de hecho eso era cierto, eso era lo que el sentía.

Desde la muerte de Febo, se sentía inseguro sobre que hacer respecto a Esmeralda y al pequeño Zephyr, a pesar de que se llego a jurar a si mismo sobre estar para ellos siempre que se llegase a requerir.

Siendo lo que ella necesitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora