ULTIMA RATIO REGUM (Segunda Parte)

409 29 19
                                    

Las cortinas se mecían, cantaban algo ininteligible con el viento, la habitación olía a sexo, a semen, a sudor, el calor mediterráneo estaba en su apogeo, ellos dos estaban en su apogeo.

Las palmas de las manos le molestaban, dolían como si tuviese algún tipo de herida, al observarlas no encontró nada en ellas, todo era normal en apariencia, se volvió a su lado y contempló el cuerpo musculoso del caballero de Leo, dormía plácidamente, así dormido también era deseable.

Frota sus manos una contra otra, se levanta a hurtadillas, recoge con cuidado su ropa, se viste en silencio, aún no amanece, acaricia los cabellos castaños ondulados.

Huye.

Huye para volver.

A pesar de lo mucho que maldijo, de lo mucho que había decidido ya no seguir en ese juego maligno, no podía evitarlo, contemplarlo pasear su excelsa presencia por ahí bastaba para desearlo.

-Estoy jodido, seul quelqu'un comme moi va à l'extinction -pensaba a menudo el caballero de Acuario cuando estaba en la soledad de su templo.

Pasaron cosas curiosas aquellos días: de una forma que no entendía Milo volvió al ataque, nuevamente les veía platicando sonrientes, riendo de las mismas vulgaridades de siempre, susurrando cuando pasaba delante de ellos alguna mujer, parecía que Milo había decidido dejar a atrás la situación de su amigo o lo había perdonado, o no entendía qué pasaba por su lasciva cabeza.

Un par de veces pasó delante de los dos sólo por ser ruin.

Aioria lo llevaba con tranquilidad y no hacía ningún gesto impropio delante de Milo, éste por el contrario no podía evitar seguirle con la mirada, desnudarlo y casi violarlo, le sonreía, le guiñaba un ojo, Aioria se volvía a otra parte... curiosamente él, quien se convirtió una vez más en el protagonista de sus desenfrenos y sueños lúbricos, era el más moderado de los dos, evidentemente Milo no sabía nada de eso y aún consideraba que podía hacerle cambiar de opinión algún día.

-Lo voy a recuperar -sentenciaba el melio, seguro de sí mismo.

-Pareces muy seguro de ello -contestó Aioria.

-Lo haré, tarde o temprano... y más te vale mantenerte alejado de él -dijo amenazador, un instante después acarició las palmas de sus manos, tenía días que de la nada le molestaban, al observarlas no detectaba nada anormal.

-¿Qué te pasa?

-Nada, una molestia... tal vez entrenando me lastimé las manos, a veces me duelen.

Aioria tomó sus manos entre las suyas, observando las palmas a detalle descubrió una ligera línea rojiza que atravesaba una y otra, aquella línea parecía correr desde dentro de la piel, como si hubiese sido infringida de adentro hacia afuera, ambas manos estaban en las mismas condiciones.

-Eso apareció hace unos días, no sé con qué me lo hice, no recuerdo.

-Es extraño -frunció el ceño para luego sonreír de golpe- es para fliparse Milo, ahora resulta que eres un estigmata...

-Idiota... seguro, ahora adórame como a un dios, de rodillas y con la boca abierta, por favor -le encantaba dirigirle insinuaciones soeces a su compañero.

-Por supuesto que no, kínaidos, antes muerto que pedirte nada de rodillas.

Camus se sentía desconcertado, estaba de particular mal humor, su decisión de apartarse de un solo golpe y de tajo de aquellos dos se venía por tierra; a Milo lo había mantenido a distancia, al menos eso sí pudo hacer, es verdad que el otro no cejaba en el intento, el problema era Aioria, detestaba que fuera precisamente él, el mejor amigo de Milo, quien se hubiese vuelto tan cercano, en una vorágine de sentimientos y situaciones extraordinarias se encontraba enganchado con él. Cuando pensaba a solas en el thòlos de Acuario no podía evitar pensar que esa historia, la historia suya y de él, se había tejido de sexo, pensaba en sí mismo como en un ser patético dominado por sus bajas pasiones de una forma tan vulgar, nada digna de un caballero de Acuario, que si sus antecesores le vieran seguro sería el hazmerreír de todos los siglos.

ULTIMA RATIO REGUM (Saint Seiya)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora