El espejo

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Siguió acariciando el cabello del rubio con delicadeza, incluso tarareo la canción que silbaba mirando como el tritón cerraba los ojos, se veía tan tranquilo, tan confiado en él, jamás dejaría que nadie se acostara en sus piernas ni sus amigos, pero el tritón era un ser tan distinto, tan puro que no era para nada raro, era todo lo contrario, para Kirishima era algo dulce.

- ¿Cuál es tu nombre?.. Me gustaría saber tu nombre pez dorado.- Cuando el tritón después de una media hora en que se quedó dormido en esas cálidas piernas abrió los ojos, Kirishima lo miraba con dulzura.- Mi nombre es Kirishima, Eijiro.- cuando pronunció su nombre se señaló a si mismo para tratar de que el tritón entendiera, lo repitió dos veces más y luego apuntó hacia él.

- ¿Cuál es tu nombre?.- Preguntó Kirishima nuevamente pero Bakugo no le diría su nombre, no podía decirle su nombre al humano, de todas las cosas prohibidas en el mundo del reino marino era la más importante.

"Jamás digas tu nombre a un humano o tu alma quedará atada a él"

Fueron las palabras que su madre le dijo una sola vez, no sabía si era verdad o no pero no iba a cometer el error de decirlo y sufrir una cosa como tal.

Así que aunque había entendido la pregunta del humano no dijo nada, mejor señaló la proa del barco sonriendo, Eijiro miró hacia ahí.

- ¿Quieres que te lleve a la proa?

- Si.- Bakugo se incorporó extendiendo nuevamente los brazos hacia el capitán pirata para que lo cargara y lo llevará consigo, eso hizo y lo tomó en sus brazos para llevarlo, lo sentó en el barandal de hasta adelante, el tritón se veía tan felíz observando todo pareciera que disfrutaba el momento a solas como Kirishima lo estaba disfrutando también, observó detenidamente los rasgos del rubio, era muy lindo, su cara era preciosa, cada parte parecía haber sido cincelada por el mejor escultor, su cuerpo en la parte superior tenía los músculos bien tonificados, si el temperamental tritón fuera un humano seguramente sería alto, pensó el pelirojo.

Estuvieron ahí un par de minutos cerca el uno del otro tranquilamente, no es como si el tritón fuera a hablar, hasta que Kirishima empezó a preocuparse un poco ya que el tritón estaba completamente seco, no sabía si eso le causaría algún problema.

- Oye, ¿no deberías volver al agua, pez dorado? Al fin y al cabo ahí es donde vives - Bakugo lo miró con molestia inmediatamente, Kirishima sonrió muy avergonzado.

- ¡Ahí!.- Nuevamente el tritón apuntó hacia el camarote, había visto en esa puerta colocado un sombrero que ahora mismo no tenía el capitán pero que sabía que era suyo porque lo había visto con el la primera vez que lo miró en cubierta.

- Wooow... ¿Quieres entrar a mi camarote?- Kirishima se rascó la cabeza, tal vez el lindo chico con cola quería ver toda la nave después de todo, así que lo sostuvo nuevamente llevándolo en brazos con cuidado, el tritón recostó su cabeza ligeramente en el hombro del capitán mientras lo llevaba cargando, cosa que puso muy nervioso a Kirishima que sintió la respiración cálida del tritón justamente en su cuello.

" No es momento para estar sintiéndome así... Él solamente está siendo lindo... ¿POR QUÉ ME SIENTO ASÍ?"

Así que cuando entraron en el camarote lo dejó sentado en su cama apartándose de él casi de inmediato, dándose la vuelta ocultando cierta parte de su cuerpo que se había activado casi inconscientemente, también para que no viera el sonrojo en su cara, aunque técnicamente Bakugo de todos modos no sabría que es lo que le estaba pasando, en cambio el tritón estaba observando detenidamente todo, los libros en el escritorio, que no sabía que eran pero se veían interesantes, la lámpara a un costado, el globo terráqueo que ahí mismo estaba, los cuadros con imágenes de batallas pintados en ellos, unas lanzas y espadas en una de las paredes, el closet con varias prendas ahí colgadas, el sillón con libros sobre el, a lado de la cama en la mesita de noche había un espejo, un vaso con agua y un retrato, Bakugo se estiró para tomarlo mientras Eijiro estaba aún tratando de tranquilizarse.

El Tritón Y El Pirata Donde viven las historias. Descúbrelo ahora