IV: Liberación

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...

Hmph— no paraba de refunfuñar.

Salí lo más rápido posible del cuarto después de dar un gran portazo que alarmó a todos los invitados de la posada Wangshu, haciendo que salieran de sus habitaciones a averiguar qué era lo que sucedía. Tras esquivar la gran multitud que yo mismo provoqué, iba en rumbo hacia cualquier otro lugar que no sea dicha posada, no quería estar cerca de ese Yaksha saltamontes. Pero siendo honestos, ¿hacia dónde iba a parar...?

Sin hogar, ni amigos a los cuáles recurrir. Me encontraba completamente solo...

Perdido en mis pensamientos y sumido en un debate con mi corazón sobre mis sentimientos encontrados por ese Adeptus, comencé a caminar sin un destino en concreto.

¡Aether!— escuchaba una voz a lo lejos.

Aether, ¡espérame!— se iba acercando más.

Esa voz aguda interrumpió mi concentración e hizo que por fin reaccionara. Me di la vuelta y choqué con una pequeña hada de blanca cabellera que iba en dirección contraria a la mía. Ambos caímos al suelo.

—¡Te dije que me esperaras!— rugió.

Bueno, caí en cuenta que no me encontraba completamente solo. Tenía a mi gran compañera de viajes, Paimon.

¿Dónde estabas?Yo solo salí a comprar unas manzanas y puff, ya no te veía en ningún lado— me preguntaba mientras nos recomponíamos de nuestra caída.

—¡Hey!, ¿de qué te estás riéndo?— volvió a rugir.

No podía no reírme de esa situación, ver su seño fruncido por su expresión de preocupación era muy divertido.

—Paimon, ¿sabes que eres la mejor compañera?— entre risas le preguntaba.

—Lo he sido, lo soy, y lo seguiré siendo— colocaba sus pequeños brazos en sus caderas, diciéndome con mucho orgullo su respuesta.

Espera, ¡no cambies de tema!— frunció el seño.

Hmph— se quejó.

Ahora la que no paraba de refunfuñar era ella, no yo. Qué dilema.

...

... y terminé enojado con Xiao— concluí.

Luego de haberme disculpado por casi ocasionarle un paro a Paimon, me dediqué a contarle todo lo que pasó y porqué no me encontraba. Por supuesto, después de todo, Paimon era la única que me escuchaba y aconsejaba sin pedirme nada a cambio. Excepto comida. (XD)

Humm...— se quedó un momento en silencio.

Estás en una situación un poco complicada, Paimon no sabe qué decir al respecto— respondió cabizbaja.

Me conformaba con que me haya escuchado. Me liberó de un gran peso que llevaba.

Se acercó a mi y con sus pequeñas manos rodeó las mías y dijo: —pero igual quisiera poder ayudarte, Aether — me abrazó.

Correspondí su abrazo, mis ojos se cristalizaban cada vez más y terminé rompiendo en llanto.

Sollozé hasta saciar ese gran vacío que llevaba cargando conmigo desde hacía tiempo, ese vacío que sentía en mi corazón, que no me dejaba dormir por las noches. Paimon permaneció junto a mí desde siempre, ya sea en los buenos o malos momentos. Sin duda, la mejor de las compañías.

Al cabo de un rato de dolencia, por fin me tranquilicé, con el dorso de mi mano sequé el rastro de las lágrimas en mis mejillas y la pequeña hada me preguntó: —Entonces, ¿sientes algo por Xiao?—.

Así es...—.

¿Y... sabes el porqué?— agregó.

...

—Xiao...—.

Este Yaksha Adeptus no era muy alto, tampoco muy hablador. Pero por algún motivo en particular, suele llamar mucho la atención de la gente a su alrededor...

Con una gran cabellera color verde oscuro con unos cuantos mechones color turquesa que la adornaban, ropajes chinos muy característicos de él, con diseños sofisticados y atrayentes. Con un pequeño bindi morado que atavia su frente. Sus ojos... Ojos pardos color dorado, los cuales parecen dos brillantes farolas en las desoladas y frías noches de Liyue.

Casi nunca lo veía sonreír, pero tiene una sonrisa que dejaría fascinada a cualquier persona que la viese. No tiene muchos amigos, pero puede asegurar que los que tiene son verdaderos.

Las pocas veces que interactué con Xiao, me sentía en libertad. No habían encargos por hacer, personas que salvar, etc. Xiao nunca me presionó con mis deberes de "Caballero Honorario", me dejaba ser yo mismo en este mundo que me tenía atrapado en centrarme a solucionar problemas que ni siquiera eran míos.

Junto con Xiao pude experimentar lo que realmente era tener una vida sin preocupaciones ni deberes que atender. Y cómo olvidar las veces en que Xiao me salvó en momentos cruciales. En ese entonces pude vivir mi vida. Sólo éramos él y yo.

...

Porque con él puedo sacar a la luz mi verdadero ser— respondí.

Desde Una PerspectivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora