-¿Sabes? Te pareces mucho a él
Ella volteó la mirada hacia la anciana, alzando una ceja extrañada.
-¿Hmm? ¿A quién?
-A Jason, él era algo como tu, cuando te veo, veo algo de él en ti -respondió la anciana.
-¿El demonio asesino? ¿Ese monstruo que l...
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—Bien, supongo que eso fue… algo –aunque el tono desganado de Vito se notaba, intentó ser positivo para su gente.
Volteó a verlos, no debían verlo derrumbado, el público aquel día no fue el mejor ni el más grande pero debía ser fuerte por ellos. Así que intento darles la mejor de sus sonrisas que su rostro viejo con aquel bigote blanco les podía entregar.
—¿Qué les parece si cerramos temprano y hacemos algo en familia?
—Uhh hace mucho no nos juntamos para unas buenas historias de terror –Agathe apoyo a la noción abrazada del brazo de su esposo.
—Me parece bien, esta mujer barbuda aun se sabe unas cuantas que no han escuchado –se señaló Celine con orgullo.
—Si me permiten –Ranjit, el adivino y espiritista del circo llamó la atención de todos–. La luna esta en un bellísimo punto menguante, y está debajo de nuestro circo, siento unas buenas vibras aptas para unas sesiones de tarot, adivinanza o espiritismo si desean intentarlo –terminó con una modesta reverencia para los presentes.
—A mi me parece una buena idea –decía Travis mientras ayudaba a la peli-__ a bajar de su aro tomándola por la cintura–. ¿Qué dices ______? ¿No tienes miedo? –retó.
Eso solo la hizo soltar una risa nasal, con manos en la cadera, apartándose con un leve golpe en el pecho del castaño.
—Pff, ya quisieras, me paseo de una cuerda a otra sin red, y crees que le tendré miedo a una leída de mano y cartas –miro a todos–; estoy dentro, déjenme ir a comprar algo para compartir y regresaré.
—Por favor cuídate mucho en el camino _____ –Agnes, la mujer pequeña, venía siendo cargada por la madre de Travis–. Oí que por esos barrios una enfermedad aterra a todos.
—Quizá debas volver al campamento –sugirió Selene.
—Es una enfermedad que curiosamente solo afecta a los niños y jóvenes, también he oído los rumores –analizo con una mano en el mentón–, pero no solo a los pobres les pasa, se dice que también los ricos han perdido niños, pero no se sabe aun la causa –miro a la mujer de cabellos cobrizos–. Pero yo ya estoy un poco grande para que me afecte, tendré cuidado aun así Selene, te lo prometo.
—¿Gustas que te acompañe ______? –se ofreció Belmont–. Tal vez una enfermedad no te pegue pero si esos locos de izquierda que andan sueltos por ahí.
—Hmpf –bufó la mujer tatuada–. No me sorprendería que también ataquen a jovencitas. Hazle caso a mi marido ______, una compañía no estaría tan mal.
—Se que se preocupan, y aprecio mucho que hagan eso, pero si llegue a salvo en la mañana, también ahora.
Oh si, ______ era muy obstinada y decidida, era un milagro hacerla cambiar de opinión, siempre intentando no darle molestias a los demás.