Capítulo 1.

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—¿Y a ti qué te dijeron? 

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—¿Y a ti qué te dijeron? 

Preguntó la loba mientras caminaba junto a su amigo. Gracias a los regaños que habían recibido individualmente habían tenido que permanecer algunas semanas en casa o viéndose a escondidas. 

—Lo de siempre —respondió de manera simple ya que su amiga conocía de memoria los regaños que su madre solía darle; ella también los había recibido algunas veces después de todo. Mientras pensaba en eso recordó cierto pequeño detalle que le había llamado la atención—, pero, ¿pasó algo en tu casa? Tu papá llegó a hablar con mi mamá. No escuché lo que dijeron porque se metieron al estudio, pero parecía ser algo serio.

—Entonces sí fue a hablar con ella...

Murmuró la de pelaje grisáceo y después sonrió un poco, pensó que su padre únicamente había estado bromeando.

—¿De qué hablas?

—Es que mi papá me dijo que iría a hablar con la tía Rouge para que no nos estuviera metiendo cosas locas en la cabeza.

Rock asintió y pateó una roca hasta los arbustos, ni siquiera le importó dónde iba a caer. Siguieron caminando, a pasos lentos, hablando de qué es lo que harían o cómo harían para poder evitar ser descubiertos. Un par de regaños no los detendrían de su investigación. Investigación entre comillas ya que ni siquiera tenían un indicio de qué buscaban. Ninguno vio venir que la roca que el albino antes había arrojado rebotó fuera de los arbustos, hasta que chocó con ellos. Frunció el ceño con confusión y miró a Kristel. Ella también lo vio.

Ella le hizo un pequeño ademán de que la pateara de nuevo y él lo hizo; pateó de nuevo la roca y esta cayó de nuevo dentro de las hojas de las que había salido. Tras unos segundos esta volvió a hacer presencia con ellos. Kristel buscó una rama detrás de ellos, sin querer espantar lo que sea que estuviera en las hojas, para defenderse por si era necesario. Rock fue el encargado de separar los arbustos mientras la loba levantaba la rama por si algo los atacaba, más no fue así. 

No había absolutamente nada en dichos arbustos.

—Huh... Qué extraño.

—Puede haber sido algún animal o así —intentó buscar una explicación el murciélago.

—Tal vez. Bueno, no importa.

Ambos chicos dejaron de lado el pequeño incidente y encaminaron sus pasos a la orilla del lago, sentándose ahí para seguir compartiendo sus ideas sobre lo que harían.

[. . .]

El equipo fue trasladado hasta una de las ciudades que habían sufrido altercados durante las últimas semanas. El lugar era un completo desastre, algunas casas estaban quemadas parcialmente o destruidas, rasgadas. Las ventanas estaban rotas y muchas personas habían resultado heridas.

Caminaban con cuidado gracias a que habían llegado a escuchar pasos alrededor, susurros. No querían ser emboscados, aún merodeaban por el lugar las peligrosas criaturas responsables de tanta destrucción.

Sólo Una Mordida [¡Temporada 2!]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora