Capítulo 1

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Miré al profesor desde mi banco.

Los demás solo miraban sus relojes esperando a que salieramos al receso.

Yo solo quería seguir en clases, seguir mirando en silencio el pizarrón, seguir sumida en mis pensamientos.

Bueno, nadie obtiene lo que quiere. Pero aún así, yo seguía prestando atención para concentrarme en mi clase de matemática.

RING! RING!

Diablos.

Guardé mis cosas con la mayor lentitud del mundo, pues quería irme de la última.

Al salir, todos en el pasillo me empujaron como si fueran vacas. De un momento a otro, alguien me botó la mochila junto con todos mis cuadernos y guías.

Miré hacía adelante para ver quien me la botó o ver si alguien me ayudaba a recoger las cosas. Lo único que encontré fue la mirada penetrante de Ashley y sus perritas que la siguen a todas partes.

Idiotas, siempre dañando la vista ajena.

Recogí todas mis cosas para poder salir rápido, y lo logré fácilmente, pues ya era una maestra en eso.

Al salir un chico me quedó mirando. Para ser sincera era guapo, pero no lo suficiente como para mí.

Sus ojos eran cafés, como los de la mayoría del mundo, era alto y castaño, pero su cara reflejaba algo inexplicable.

Quizás son sus amigos, pues estaba con Ashley y muchas personas más que nunca había visto, pobre de él.

Desvíe la vista, y me fui directo a la vereda con la mirada siempre abajo.

Pege un salto al sentir una bocina. Miré hacía la calle, y estaba mi hermano en el auto mirándome con su típica cara de tonto.

Mi hermano es de esos que por más enojado que este, no lo demuestra. Tiene los ojos verdes igual que yo, y el pelo castaño oscuro.

Me subí al auto para poder irme en paz y armonía a mi dulce morada.

- Hola mi tonta ¿Cómo estas? - me dijo sonriendome y dándome un beso en la mejilla.

- Lo suficientemente bien para seguir respirando - le dije sonriendo.

Se rio un poco, pues yo siempre e sido con él muy graciosa y con personalidad.

- Eres un boba.

-No te creas mucho, tú igual lo eres - le dije con semblante superior.

- Es la pura sangre, si no sería un guapísimo machote y tendría miles de chicas detrás mio.

- Ja ja ja muy gracioso Ryan. Superalo, igual serias un idiota de primera clase.

- Ya vamonos, si no me apestare de este lugar de nuevo - me dijo poniendo cara de asco.

- Que tú hubieras salido hace un año, no significa que me tengas que venir a buscar todos los días o a veces.

》Yo ya soy grande, me puedo ir sola cuando quiera. Además ya voy en último año.

- Aunque me hubiera graduado hace un año, yo seguiría viniendo a buscarte aunque no me lo permitan, pero si no me lo permite la profesora de las canas verdes, tendrás que apañar sola.

- Eres molesto ¿Lo sabias?

- Si - dijo sonriendo y haciendo andar el auto.

Estuvimos todo el camino a casa escuchando la radio y cantando las canciones que nos sabiamos. Nos reímos mucho, pues era algo muy divertido he inolvidable.

Al doblar la calle que nos dirige a nuestra casa, pude ver un camión de mudanzas a unas 5 casas de la mía.

- Al fin compraron la casa. Ya llevaba casi un año sola - me dijo Ryan.

- Si, ojalá que sea de nuestra edad. Así tendremos un amigo en el vecindario.

Yo vivo en una villa muy conocida en la ciudad, pues es una de las más costosas, pero seguras.

Al llegar a casa salí muy lento del auto, ya que fue un día muy agotador.

Entré a casa seguida de mi hermano, mientras bromeabamos sobre las personas tontas del mundo.

- Al parecer no hay nadie en casa - me dijo revisando la casa por completo.

- Emm es cierto ¿Qué quieres hacer? - le dije.

- ¿Quieres jugar en el play o tienes algo que hacer?

- Nop, nada de nada. Juguemos no más.

Mi hermano fue casi corriendo a buscar el Play Station. Yo solo me reí y fui al sillón para jugar con mi hermano.

Jugamos y reímos toda la tarde, hasta que nos dio el bajón de hambre.

- Alexandraaaa, anda a comprar la cena por favor - me gritó Ryan desde el sillón, yo estaba en la cocina buscando provisiones, las cuales estaban agotadas.

- ¡No me digas por mi nombre! Okei, pero me das tú el dinero. No pienso gastar del mío, necesito libros.

- Agg, okei. Te odio a ti y a tus libros - me dijo con cara de asco.

- Nosotros igual - le sonreí mientras me entregaba el dinero.

Al salir de casa, para ir a unos locales cerca donde venden de todo a solo unas cuadras de mi casa, pude ver a los nuevos vecinos. Solo vi a una señora y al parecer a su marido.

Ellos me rieron y me saludaron con un beso en la mejilla al pasar a su lado.

- ¡Hola! soy Diana, tú nueva vecina cariño. Este es mi esposo Nick - me dijo la señora al instante de saludarla. El señor tendió su mano hacía mí en un gesto de saludo cortés.

- Un gusto - me dijo con una sonrisa de oreja a oreja.

- Es un gusto para mi, soy Alexandra, pero por favor diganme Ale - le dije dándole la mano a Nick.

- Que lindo nombre, y dime... ¿Cuantos años tienes cariño? - me dijo Diana.

- 17 años - dije con una sonrisa.

Ya me estaban empezando a caer bien, creo que por una vez en la vida tendré algún amigo vecino, aunque sean unos adultos.

- ¡Ah, pero que coincidencia! Nuestro hijo igual - dijo Nick sonriendo.

- ¿Encerio? Que buena, creo que por esta calle no hay muchos de nuestra edad - le dije. Diana por su parte se rio un poco.

- Te lo presentaría ahora, pero fue a inscribirse a su nuevo colegio - me dijo Diana.

- ¿Encerio? ¿A cuál? - les pregunte.

- Al Stanville School - me respondió Diana.

- ¡Enserio! ¡Yo igual!

Sinceramente no se por que me emocione tanto, quizás por que quiero que él sea mi amigo o por que sus papás son muy simpáticos.

- ¡Oh! , pero que bueno. ¿Te parece que mañana en la mañana se vayan juntos? Es que es su primer día y no quiero que este solo, aunque no sea tan tímido, él es un poco miedoso con las personas nuevas a su alrededor.

Me reí por lo bajo y trate de verme tierna para que no crean que me burlo de él.

- Bueno, en la mañana pasaré por acá para irnos juntos.

- Gracias mi niña - me dijo Diana.

Nick al parecer estaba como en otro mundo, ya que casi ni hablo y no despegaba la vista del piso.

- De nada, bueno yo ahora me tengo que ir. Adiós - les dije con una sonrisa y dándoles un beso en la mejilla.

- Adiós - dijeron los dos al unísono.

Los dos se despidieron con la mano mientras me alejaba.

Mañana conocería y me iría al colegio con mi nuevo vecino. Creo que por ahora lo único que quiero es no hacer el ridículo y tratar de no ser muy tímida, al fin y al cabo tendría que irme con él todos los días de mi vida.

PromisesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora