Capítulo 2. Reencuentros esperados

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Tomo su lugar acomodándose en el asiento de copiloto, maldito Madden, sabia que su ofrecimiento como ayuda remota en el caso, no había sido un acto de completa amabilidad y simpatía

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Tomo su lugar acomodándose en el asiento de copiloto, maldito Madden, sabia que su ofrecimiento como ayuda remota en el caso, no había sido un acto de completa amabilidad y simpatía. Todo lo contrario, estaba ahí por ordenes directas de Sebastian, algo me decía que estaba por volver a mi antiguo trabajo, del cual no había salido muy bien librada.

—El mío... es un poco obvio Andrea— comento sonriéndome de lado.

¿Qué rayos? No podía volver ahí, no debía volver ahí, no después de lo que había pasado unos años atrás.

—Necesito contactar a Hardy, el necesita saber que me llevaras con Stan, el- el-

Estaba buscando la manera de contactarlo desde el teléfono del auto cuando Richard tomo mi muñeca para que dejara de intentar enlazar la llamada.

—El ya lo sabe, esta enterado de la situación y tu mejor que nadie sabes que el solo era tu jefe por un tiempo, tiempo que recién expiró— Comento colocándose el cinturón de seguridad.

¿Cómo era posible que se había terminado el tiempo? Todo había sido tan rápido, estando en la agencia de los ángeles, Hardy había sido un buen jefe, sabia que de todas formas el estaba tomado por los bajos, pero me daba igual, él había sido mi escapatoria, mi única salida del infierno en Miami.

—A la base aérea de Washington...nos iremos en el jet de la compañía. Dijo Madden dando la orden. 

Acelere un poco par salir del lindo y prestigioso vecindario donde había dejado a Evans. El camino a la base aérea me hacia sentir muy extraña, tenia a Madden al lado confiando su viaje de vuelta al avión y a la agencia, en mí. Lo miraba examinando su vestimenta, examinando qué llevaba encima este día, portaba un costoso traje y zapatos recién boleados, todo un agente ejecutivo de alto rango. Recordé como nos habíamos conocido, que para ser sincera era un recuerdo no muy grato, mis días de agente habían comenzado y a él lo contrataron como guardaespaldas. Entrenamos juntos pero a él no lo obligaron a hacer todo lo que a mí, había una diferencia de tratos larga, pero eso no le quitaba lo lindo y sensible que podía ser cuando el entrenamiento se ponía pesado.

Supongo que en algún momento quiso ayudar, pero como todos en la compañía estábamos atados de pies y manos al momento de querer hacer algo fuera de nuestros mismos protocolos.

—¿Qué tal los Angeles?— Pregunto mirándome relajado.

—Divertido, fue bueno mientras duro— Dije encogiéndome de hombros sin despegar mi vista al frente.

—¿Qué se siente ser la mejor agente de S.T.A.N.?— Comento con una sonrisa como si me admirara.

—Bien... es divertido ser su mejor agente aunque sea mujer, pero me ha costado demasiado serlo— Lo mire de reojo con un semblante neutro. —¿Qué se siente trabajar para Stan sin mis presiones en la agencia?

Agents of MiamiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora